jueves, 9 de abril de 2009

Personajes Sancristobalenses del Arte y la Cultura: RAMON JAAR (1937-1991)



Blanca Kais barinas

Ramón Arturo Jaar Pérez nace el 31 de agosto del año 1937 en San Cristóbal, hijo de don José Jaar y doña Rosa Pérez de Jaar.

Asistiendo a las clases de Domingo Moreno Jiménez en el Instituto de Poesía Osvaldo Bazil, afianza su inclinación a la Literatura.

Su preferencia por Amado Nervo y siendo su libro de cabecera La imitación de Cristo se explica su tendencia al misticismo. Su vida interior fue una lucha entre su inclinación a lo místico y a la naturaleza propia del ser humano.

Nunca pudo conciliar sus sueños con la realidad, el amor a su madre, su frustrado amor juvenil y la impotencia por la devastación de su entorno son el tema casi constante de su producción literaria.

Su poesía Canto al Río Nigua, es un himno de protesta que es ya tradicional en San Cristóbal.

Ramón Jaar incursionó en el teatro como actor y autor en obras presentadas en el Liceo Musical Pablo Claudio. También es autor de varias canciones inéditas, siendo Súplic, la única grabada en la voz de Nelson Muñoz. De su producción de novelas y cuentos inéditos están El Cursillo y Kai . Su libro de poesías Girones, que el dejó preparado, será publicado próximamente.

Ejerció la locución en Radio San Cristóbal y publicó sus trabajos literarios en varios periódicos y revistas, locales y nacionales.

Murió en el pueblo donde nació en el año 1991 a los 54 años de edad.

Evocando
Por Teddy Brito

La sandalia, la chacabana, el trago y la cachucha: evocación órgica, la llovizna, renuncia reverente de la modernidad, peritaje de lo existencial, movimiento en el que la palabra toca cada cualidad de lo existente.

Inhibición, cualidad inherente del trago necesario, conversación dispersa. Rubén Dario, Moreno Jiménez, Chocano, poetas favoritos.
El cigarrillo: necesidad del pensamiento que se inhala, se esconde y se consume.
-Que no vendan más ron en la pulpería- su frase celebre.

Epitafio a un Río
Ramon Jaar

“Era un noble río y se llamaba Nigua…
Su cauce natural era,
sin embargo
deliciosamente caprichoso
y traía,
casi a diario
incitaciones veleidosas
que se bifurcaban,
como si quisiera
Tener una chorrera para cada niño…
Y toda hierba que crece
sobre la faz de la tierra
se hizo en sus orillas
una muestra…
Y las abejas y ruiseñores
eran felices, como los niños
y las tilapias y los camarones…
Sólo muy raras veces,
tras alguna lluvia diluviana,
o al paso de huracanados vientos
algún daño pudo hacer…
Pero rápidamente se plegaba
y hacia
maravillosos remansos,
como recompensa…
(La cañita, La poza, El Charco Muerto,
eran deliciosas piscinas naturales)…
Sin embargo, algunos opinaron,
que su erosión
-¡Que blasfemia imperdonable!-
se estaba haciendo peligrosa-
¡Infames!
Y lo rasgaron por doquier
hasta dejarlo completamente
informe y paralítico…
No hay dudas de que “el bien social”
fue el gran negocio
de los camioneros…
¡Y de que solo es demagogia miserable
el nulo plural de la palabra pueblo!

San Cristóbal
Ramón Jaar

¡San Cristóbal! Mi voz amiga,
mi voz no castiga ni ofende tu honor...
¡Mi voz es un grito que va al infinito
del más puro amor.
La ignominia a sufrir te condena,
y aumenta la cruel realidad
de que en tu martirio te dejan tus hijos
y emigran, ¡ se van !
Se seca tu río
y el campo vacío a tu alrededor
parece un desierto
algo que se ha muerto por falta de amor.
Que triste y que oscuro tu pueblo inseguro
¡Sin que nadie diga mi voz es amiga!...
Profetizo de ti mi amado pueblo,
con la inquietud de enardecer tus ansias.
Y cual visión de tu futuro incierto
te traigo la ilusión de mi palabra...
Reclínate a mi voz para el ensueño,
que esta de amor mi corazón en gracia.
Veo en todos los deportes
¡Maravilla!
¡Maravilla en las ciencias y en las artes!

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