jueves, 1 de julio de 2010

Homenaje a la Canción Dominicana: QUISQUEYA / MERCEDES SAGREDO


Mecedes Sagredo, compositora, nació en Santiago de los caballeros, República Dominicana, en donde inicia sus estudios de plano.

Desde muy temprana edad, paso a residir en nueva Cork, donde continuó su arte, ejerciendo mas tarde como profesora de piano por muchos años.

Fue en el año 1940, que escribió su composición cumbre “Mi quisqueya”. Esta canción, reveladora de un acendrado sentimiento patrio, es conocida internacionalmente y ha sido grabada por destacados artistas.

Mercedes Sagrado cuenta además con “ Nostalgia Lejana”, interpretada por Silvia de Grasse: “Patria mía”; “Santiago Monumental”; “Que Dulce es la Romana”; “Reliquias Quisqueyanas” y otras.

Ha sido ganadora de varios concursos y festivales musicales: Primer premio en el concurso Hotel jaragua, Rep. Dom., 1963 con la canción Jaragua. Canción “Oración por la paz”; ganadora en el Primer festival Internacional de la canción, en Miami, 1967. “Himno de la hispanidad”, primer premio en el concurso del Día de la Raza, 1971. “El niño Mesías”, ganador en el concurso de villancicos y “Reliquias Quisqueyanas”, concurso del merengue, 1970.

Ha sido distinguida y homenajeada por diversas instituciones culturales y ostenta la Condecoración de duarte, Sánchez y mella en Santiago de Caballero otorgada por el gobierno de nuestro país.

Algunos de sus principales intérpretes son Rafael Colón; El Dúo Cabrisas-Farach; Armando recio y otros.

QUISQUEYA
Mercedes Sagrado

Yo te admiro aunque lejos de ti,
Adorada Quisqueya de ayer,
por tu nítido cielo sin par
y tus puestas de sol sin igual.

Por tus lindas colinas y verdes campiñas
bañadas de sol tropical,
donde todo es amor y alegría
romántico y bello que me hace soñar…

Quisqueya, divina Qisqueya
de dulces recuerdos de ayer;
Quisqueya, pensar en tus lindas
auroras conmueve mi ser.

Tus mares, que bañan tus blancas
riberas al atardecer,
Quisqueya, primada Quisqueya,
tú eres la mas bella,
tú eres la mas bella
flor de mi vergel..

HACIENDO CAMINO: EDITORIAL


R. P. Cruz María

Cuando se escribían cartas a los familiares y amigos se solía encabezar con un lema. Mi lema era “siempre en marcha” de modo que esa frase es orientativa de mi vida.

Por tal motivo cuando terminé mi carrera sacerdotal y religiosa me enviaron a Beniganim, un pueblo de Valencia en España, donde me estrené en el ministerio del sacerdocio. Sólo duré un año y le cogí tanto “gusto” y cariño que cada vez que voy a España me paso una semana en aquel pueblo donde dejé unas amistades muy profundas. Me dolió salir de allá.

De ahí pase a Madrid, aunque la intención de mis superiores era haber ido a Nicaragua en los tiempos de Somoza. En Madrid estudiaba catequética con unos profesores de vanguardia que me ayudaron a ver la vida de otra manera.

Sin terminar los estudios, truncado, me enviaron el 18 d enero de 1973 a Yaguate con mi mejor amigo, José María. Me dolió dejar los estudios sin terminar.

Un mundo completamente distinto, extraño, retador, sugestivo. Casi 14 años… aprendí mucho, sufrí lo que nadie sabe y moleste lo que muchos ni querían, ni deseaban.

Obligado por las circunstancias, y en ejercicio más democrático que yo he visto en esta delegación de la República Dominicana, fui trasladado a Bajos de Haina. Mentiría si dijera que tenía ganas de salir de Yaguate. “Haina” me resultaba un caos, pero allá llegue en la mañana del día 25 de octubre de 1985.

Tuve que aprender de nuevo, era otro mundo, otra realidad. Casi 19 años gocé junto a otras personas en el trabajo pastoral de formación y organización de las comunidades.

Un 4 de agosto del año 2004 a eso de las seis y media de la tarde tuve que trasladarme a San Cristóbal. Otra realidad, otro mundo, un poco mezcla de los dos lugares donde antes había estado destinado y otras realidades nuevas.

Esta plaza es codiciada, estaba convencido de que no duraría tanto.
Encontré nuevos amigos y amigas, nuevos desafíos, realidades que había que cambiar, pero que también había que respetar los procesos, los tiempos y sobre todo las personas.

Muy feliz estaba trabajando con muchos colaboradores y colaboradoras y proyectos desafiantes, generosos y prometedores.

Por eso el dolor y sufrimiento a partir del día 25 de mayo no ha sido pequeño. Hasta mi proceso vital ha sufrido.

Ahora, por primera vez, salgo de la provincia y voy a la capital. La parroquia Santo Toribio de Mongrovejo, en la Yuca, es mi nueva “novia”. Muy dispar, con muy diferentes realidades. El día 30 saldré para allá. Se que Dios no abandona y que “siempre en marcha”.

Parroquia Nuestra Señora de la Consolación. Año 3 No 4. 25-06-2010.

ARACELIS MELO en Radio TV









CHISPITAS DE ORO



Blanca Kais Barinas
Ilustraciones Luís Bestard Cruz

En un lugar que no recuerdo y en un tiempo que no se, había una niña, de nombre Tatiana, de pelo rizado y ojos color aceituna.

Su padre era marino mercante y, como tal, viajaba por muchos países de los que traía historias y regalos que Tatiana esperaba con ilusión.

Por el había sabido de muchas cosas del mundo, y lo que su padre le contaba había despertado su curiosidad, lo que hizo que se interesara por la lectura para saber mas de ese mundo que su padre le descubría.

Cada tarde, después de hacer sus tareas escolares, Tatiana se sentaba en el umbral de su vivienda, añorando a su padre y esperándolo cada minuto, sin saber cuando llegaría. El le había explicado que nunca sabía cuando seria su regreso, pues sus viajes eral a lejanas tierras, y que a veces las tormentas en el mar no permitían que el barco avanzara. Por eso no tenía un día seguro para su regreso.

Su madre, desde la casa, la observaba con cariño, orgullosa de esa niña tan dulce y cariñosa. Un poco entristecida observaba como Tatiana miraba por donde su padre llegaba, pero luego se consolaba cuando pensaba en lo alegre que la niña se pondría cuando el apareciera en un momento inesperado.



Antes de partir, su padre le dejo una antigua monedita de oro para que la acompañara en todo momento hasta que el volviera. Es de suponer como Tatiana cuidaba aquella monedita que el dejo en sus manos mientras la abrazaba con ternura. Era su tesoro y no la dejaba en ningún lado, pues sentía que esta moneda la unía a su padre a través de la distancia.

Esa tarde, como otras muchas, esperaba y esperaba mientras pasaba la monedita de oro de un lado a otro de sus manitas. En esto estaba, cuando se le acerco un ancianito con las ropas deshechas, un viejo obrero, que casi no lo era, y unos zapatos más viejos aun. Tatiana se sorprendió al verlo y también se asustó un poco; pero la cara bondadosa y triste del viejito la tranquilizó, y le sonrió sin temor. El anciano se acerco más a la niña y con voz temblorosa le dijo: ¿Puedes darme algo de limosna?

Mirándole con pena, la niña recordó que su padre le decía que la palabra limosna era triste, y que la dadiva solo no era limosna cuando lo que se daba era algo valioso para quien lo recibida.

¿Qué podría darle al ancianito, que fuera de valor para ella y que aliviara su pobreza? Mientras lo miraba tratando de encontrar esa dádiva generosa sintió en su manita tibia la protegida monedita de oro, que tanto amaba.



Tuvo miedo del sentimiento que se agrandaba en su corazón, pensando que ese recuerdo de su padre era intocable: ero persistía el sentimiento de darle al viejecito su monedita de oro, y en un gesto rápido, como para no arrepentirse, puso en la mano gastada y sucia del anciano su preciado tesoro.

Seguido corrió donde su madre, quien al verla llegar tan conmovida, la recibió en sus brazos, y levantando su carita húmeda, miro sus ojos con amor, para ver asombrada e incrédula muchas chispitas de oro en sus ojos color aceituna.

Cuentos con Ropa Nueva. Antología de Cuentos del Caribe. Ediciones Unión. Cuba, 2010.

FABIOLA BARINAS visita a su tío Marcial Báez