martes, 23 de marzo de 2010

ARTE SACRO: Del 25 de marzo al 10 de abril 2010


Invitan


La Asociación de Artistas Plásticos de San Cristóbal
Y el Instituto Politécnico Loyola

Participantes


Julián Domínguez/ Jerónimo Gotró / Fernando Lemoine /Raquel Madera / Edwin Marcano / Dámaso Mateo / Erick Medina / Miguel Mella/ Ramón Mesa / Luz O. Pereyra / Celeste Puello / Fernando Silvestre / Kendia Mateo / Andrea Torres / Daniel Torres / Miguel Vallejo / Taty Zapata

Inauguración

Jueves 25 de Marzo 7:00 p.m.
Biblioteca San Francisco Javier, sj
Instituto Politécnico Loyola
C Padre Ángel Arias #1. San Cristóbal, R. D.

EL MILAGRO DE TAIWAN


Francisco Escolástico Hidalgo, sj
Rector Instituto Politécnico Loyola
Escolasticosj@gmail.com

Ahí está el milagro de Taiwán: educación, trabajo, disciplina, ahorro. Sueño que iniciemos en San Cristóbal a hacer realidad el sueño taiwanés.

Hace unos días leí un artículo que citaba una pregunta al primer ministro de Taiwán, sobre cuál consideraba que era el milagro de su país. La respuesta fue sencilla: el milagro de Taiwán consiste en: educación, trabajo, disciplina, ahorro. Cuatro palabras asumidas, interiorizadas y vividas por años dan como fruto el milagro que vive Taiwán hoy. Podría acontecer el milagro de Taiwán en República Dominicana?

Estas cuatro palabras no son exclusiva de la cultura asiática, europea u otras que la vivan. Son palabras propiedad de la humanidad. Es una manera de realizarse como persona, como sociedad, como nación, como país. Es en, definitiva, ponernos de acuerdo en lo que queremos ser como comunidad. Hechos los compromisos, pasamos a estructurarnos desde ahí, a planificarnos desde ahí, a evaluarnos desde ahí, a corregirnos desde ahí.

Educación (del
latín educere "guiar, conducir" o educare "formar, instruir) Taiwán tiene como política de Estado apostar en la educación de su gente. Para ellos es claro que el dinero que no invertimos en educación, lo tendremos que invertir en cárceles, en centros de rehabilitación y otros afines.

Necesitamos ponernos de acuerdo en que RD sea un país más educado. Educación entendida como saber leer y escribir (la vida, los libros); la educación como posibilidad de crear un país más justo, más equitativo. La educación no puede seguir siendo un espejo de las desigualdades sociales y económicas del país. Educación entendida como producción colectiva del conocimiento, el conocimiento es un legado de la comunidad humana, necesitamos tener acceso a lo que otros han pensado, han creado. Educación entendida como transformación de la realidad que nos afecta. Los contenidos aprendidos en el aula tienen que ser releídos desde la realidad que vivimos como país, pueblo, barrio.

Trabajo. Es imposible hablar de desarrollo sin hablar de trabajo ya que es una de las columnas que sostienen toda articulación de políticas centradas en la calidad de vida del ser humano. El empleo de baja calidad es un elemento determinante de pobreza y más aún de pobreza extrema. Desde esa perspectiva los sectores sociales sin empleo estable e insuficientes ingresos, no solamente son pobres, sino que a la vista de muchos hay que ayudarlos a sobrevivir. Esta realidad es un caldo de cultivo de políticas gubernamentales que tratan personas sanas como si fueran discapacitados; seres humanos en plena capacidad productiva son transformados en parásitos sociales.

Disciplina y autodisciplina. Necesitamos educarnos en el uso del tiempo, de los talentos, de los recursos. La permisividad defendida como derechos de cada a uno hacer lo que “le da la gana”, decir lo que quiera, no es más que una expresión del infantilismo individualista que es incapaz de mirar más allá de sus narices o de sentir más allá de su propia piel. Todos estamos llamados a educar la voluntad como fuerza interna para no relajar las reglas de convivencias sociales, sindicales y demás. La indisciplina nos devuelve a la ley de la selva: sálvese quien pueda. Después no nos quejemos de los brotes del “Trujillo” que duerme siesta en cada uno de nosotros.

Ahorro. La cultura permisiva que nos empuja a la indisciplina e irrespeto, va de la mano del hedonismo consumista. Hedonismo significa que la ley suprema del comportamiento es el placer cueste lo que cueste. Este estilo de vida nos sumerge en una agresiva dinámica consumista. Hay que consumir para llenar el vacío que experimentamos cuando vivimos sin proyectos, sin desafíos, sin ilusiones. Se impone volver a lo básico, se impone educarnos en el ahorro: de algún dinerito, de energía, de agua. No sigamos alimentando las financieras usureras, ahorremos algo para no andar corriendo en situaciones de urgencia.

Ahí está el milagro de Taiwán: educación, trabajo, disciplina, ahorro. Sueño que iniciemos en San Cristóbal a hacer realidad el sueño taiwanés.

MIGUEL DELIBES


Ligia Minaya
Denver, Colorado

Cada una de sus novelas que he leído, contienen episodios y gentes que se han quedado dentro de mí, y es que este escritor tenía, sostuvo y mantuvo, lo que pocos escritores de ayer y de hoy tienen: La sencillez.

Ha muerto. Aún así, como todo buen escritor, sigue vivo en sus libros y en sus lectores. Ha sido y seguirá siendo uno de mis escritores favoritos. Toda su obra, de lenguaje sencillo, contiene un mundo rural auténtico y con personajes del día a día. Basta leer La Hoja Roja para conocer la angustia y la incertidumbre que rodea a un jubilado. Los Santos Inocentes, refleja la humillación a que eran sometidos los campesinos por la opresión feudal. Mujer de Rojo Sobre Fondo Gris describe el amor que sintió por su esposa y la soledad a que lo sometió su muerte. El Hereje es un grito contra la intolerancia. Temas tan sencillos como lo fue el mismo Delibes.

La Universidad de Valladolid y el periódico del Norte de Castilla, a la que llegó como caricaturista y terminó como Director, le ofrecieron una Fundación que llevaría su nombre. Se la merecía. Pero él, hombre humilde, no la aceptó. Así era él y lo que escribía. Cuenta que la novela Ratas la basó en un hombre que cazaba ratas para venderlas, y lo mismo hizo con lo que veía y conocía, personajes, paisajes y animales que formaban parte de los caminos que cada día recorría a pie, deteniéndose en los detalles, en los olores, en las facciones de la gente, en las ramas de los árboles o las hojas secas que caían en el otoño y alfombraban los caminos.

Miguel Delibes, con su prosa limpia y austera, nos trae una serie de personajes desengañados y matiza su descripción de ambientes enrarecidos por pinceladas de humor. Así pasa con su novela Aún es de día, en la que Sebastián, el protagonista, un hombre acomplejado, que vive con su madre y su hermana en una casa destartalada y fría, sueña con ser otro hombre, y gracias a la magia escritural de Delibes lo alcanza. Cada una de las novelas que he leído, contienen episodios y gentes que se han quedado dentro de mí, y es que este escritor tenía, sostuvo y mantuvo, lo que pocos escritores de ayer y de hoy tienen: La sencillez. Escribió setenta libros y ganó muchos premios. Ganó en 1947 el Premio Nadal, y cuenta que de no haber sido así, jamás hubiera podido publicar su primera novela titulada La Sombra del Ciprés es Alargada, pues para ese tiempo en España no había otra manera de publicar.

Ganó el Príncipe de Asturias, El Cervantes y muchísimos más. Si no ganó el Nobel, se lo perdió la Academia, pues lo tenía más que merecido, pero los premios, como los concursos, son así, a uno les toca y a otros no, y no porque el ganador sea mejor que el otro. Es cuestión de gustos, de oportunidades que cada día son más cortas. Pero a Delibes no le importaba. Lo principal para él era escribir, describir el paisaje en que vivió y los personajes que conoció. Tanto así que una vez le ofrecieron dirigir el periódico El País y no quiso. No quiso porque no quería abandonar su tierra natal. Decía que después de quedar viudo, irse a vivir a otro lugar sería quedar viudo de nuevo, de su Valladolid natal, de su equipo de fútbol, de sus amigos. A mis lectores, les recomiendo a Miguel Delibes.

Diario Libre. Sábado 20 de marzo 2010.

CARNAVAL BARRIGA VERDE en San Juan de la Maguana