jueves, 17 de mayo de 2012

CAPSULAS DE VIDA PARA NO MORIR JAMAS



Por Marcial Báez

Amigos (as) lectores (ras), tal vez al leer el título de este artículo pensaron que trataría sobre medicina o algo parecido; pero sucedió que visitando a Freddy Ginebra, treinta años después, tuvo la cortesía de regalarme su libro titulado “Antes de que pierda la memoria”, advirtiéndome que en el próximo encuentro me preguntaría acerca de mis consideraciones sobre el mismo, y éstas son las que quiero compartir con ustedes.

Y es que, como tendiendo ropas de colores al sol, de cara a la naturaleza, nos va mostrando algunas etapas de la historia de su vida y al mismo tiempo esas cotidianidades representativas de los pueblos, sobre todo el nuestro con sus peculiaridades, introduciéndonos en el ayer, en ese niño que no queremos que muera... A las cuatro de la tarde los turnos para el baño y el olor a Camay ahogaba la casa al igual que el olor de los polvos y los talcos... los anuncios no faltan... Las píldoras del Dr. Ros le ayudan a vivir mejor.

Los pasajes históricos desde nuestros orígenes, contados en broma... Se dice que uno de los Colones violó a una india y sus descendientes tienen un colmado al doblar de la esquina ... y en serio, la Tiranía de Trujillo incluyendo su represión... En las noches se prende el radio para escuchar noticias bien bajito... y los momentos artísticos con la Semana Aniversaria de la Voz Dominicana...Casandra Damirón,, Elenita Santos, Silvana Pampanini amenazando con bañarse desnuda en una tina de leche... y la Guerra de Abril del 65... los ánimos están caldeados la gente habla de muchos muertos y de que la revolución ha sido vencida.

Para escribir esta obra, el autor necesariamente tenía que ser Freddy Ginebra ya que “ha sido maestro de escuela, mensajero de una oficina de ingenieros, periodista por un día del periódico El Caribe, animador y productor de televisión, actor, coreógrafo, animador cultural, vendedor de boletos aéreos, relacionador público, dependiente de una tienda de juguetes, abogado y últimamente publicista a tiempo completo”, en la que nos brinda cápsulas de vida para no morir jamás:

No perder de vista que la verdadera felicidad está en lo pequeño y no en las grandes cosas.

No es más rico el que más tiene, sino el que menos necesita. Aprender a necesitar menos.

Aprende a amar el dolor, solo se ama de verdad cuando duele.

Hazte amigo de tu silencio, no hay mejor consejero.

La vida es un soplo, soplemos nuestra alegría y contagiemos a los demás.

El verdadero sentido de la vida esta en entender que somos pasajeros en tránsito obligados a hacer de este limón la mejor limonada del mundo.

Para citar en su obra a un grupo de personalidades nacionales e internacionales, de ayer y de hoy, teniendo una relación de amistad con muchas de ellas, entre las que se encuentran poetas, literatos, cineastas, músicos, cantantes, pintores, humanistas y escribir con facilidad de temas como la vida, el amor, la tristeza, la alegría, la familia, el arte, etc. debe ser una persona “que respira pasión por todo lo que sea cultura” y que posee una sensibilidad que trasciende lo humano. La respuesta está en que Freddy Ginebra se deja guiar por su mentor y lo nombra en 30 de las 50 narraciones que componen su libro: Dios.

Al terminar de leer estos originales escritos, se nos “remenea” la esperanza en el corazón con una sonrisa en los labios y una carcajada en los ojos... ¡Se los aseguro!.

LA FERIA DE LA DEMAGOGIA



Agustín Perozo Barinas

En la ciudad de Nueva York, Virgilio Gómez Suardí (†) enunció: “quien quiera saber, que se compre un viejo”. Ellos son los dueños de la experiencia.

Ilustrar con la verdad posee una virtud. Se apoya en hechos evidentes. Nunca en elucidaciones complacientes. Aunque hoy se popularicen en la juventud frases malintencionadas como “me espanta la verdad, prefiero una gran mentira...”

Un jueves, alrededor de las seis de la tarde, la parada de las guaguas «Expreso Ruta B» hacia San Cristóbal lucía muy activa en el Parque Independencia en la Capital. Una joven universitaria, bella trigueña chilena de largo pelo negro azabache, abordó el minibús. Ya sentada escucha, casi involuntariamente, las conversaciones que espontáneamente se van desarrollando entre los pasajeros, muchos desconocidos entre sí.

Son quejas por la situación del país. Notó que algunos planteaban análisis a los problemas nacionales y propuestas para resolverlos casi todos. Desde la corrupción y la delincuencia hasta la energía eléctrica, entre otros. Era un jolgorio complementado con música popular en alto volumen. Luego de media hora de distracción el chofer se apiada de los pasajeros, baja el volumen y parte.

La agraciada muchacha decidió hace unas semanas conocer de la política, pero la percibe como algo ajeno. Concluyó que el poder político es la herramienta para una mejor o peor nación, según su uso. No cree en ideologías, sino que desea ‘vivir’, no simplemente ‘sobrevivir’. Al concluir sus estudios universitarios no ve buenas perspectivas de trabajo con ingreso digno. Hay demasiados jóvenes graduados cada año, como en una producción en serie, esperanzados en un mercado laboral incierto.

Decidió consultar un diccionario de la lengua española que había comprado en un remate de libros usados en los entornos de la universidad. Buscó el término «política»: 1. Actividad que tiene como finalidad gobernar y organizar un país. 2. Forma de actuar, estrategia. Y un político no es otra cosa que alguien que se dedica a la política.

Su pasajero inmediato era un personaje con porte de bohemio quien de soslayo vio el diccionario abierto y comentó:

– Es una buena opción para sacar respuestas básicas a muchas inquietudes.

– ¿Cree usted?

– Lo creo y lo reafirmo.

– Acabo de leer la definición de ‘política’.

– Sí. Por curioso lo vi... ¿Puedo explicarte más sobre el tema?

– Claro.

– Un político es como un gerente. De la misma manera que sucede en el sector privado, hay buenos y malos gerentes. Con la diferencia que los malos gerentes, cuando no hay complicidades, no duran mucho en el sector privado.

– Los jóvenes percibimos la política como algo complicado, aburrido y dañino.

– ¿Qué tendría de “complicado, aburrido y dañino” gobernar y organizar un país?, ¿a quienes les es de interés que se interprete así?

– ¿A los políticos? – ¡Exacto! Habría que señalar a nuestra partidocracia dominante que es la beneficiaria de esa interpretación impuesta a buena parte de la juventud y a otros segmentos importantes de la población para inmovilizarlos, para que no se involucren en política.

– ¿Con qué fin?

– Al no participar en política pasan estadística y efectivamente al segmento abstencionista. Entonces piensa en lo que expresó el gran historiador inglés Arnold Toynbee: “el mayor castigo para quienes no se interesan por la política es que serán gobernados por personas que sí se interesan”.

– ¿Y acaso no necesitan gente? ¿Votos?

– La Tríada, que aglutina a tres millones y medio de dominicanos, de los seis y medio aptos para votar en el 2012, no ha diseñado esta componenda hasta la desidia radical pues también debe conquistar mentes ingenuas con pan y circo. Maquilla la trama como “la fiesta de la democracia” cuando es en realidad “la feria de los demagogia”.

– ¿Para qué?

– Para embaucar gentes incautas que necesita para justificar los números mágicos en este sistema politiquero y los demás, confundidos, marchan a formar filas en el abstencionismo bajo el lema de “no voto por nadie, pues todo es lo mismo”. Farsas, tránsfugas...

– Entonces, ¿es un callejón sin salida?

– Si continúa logrando, como lo ha logrado, que la política se perciba como un oficio mañoso, de malas artes, seguirá secuestrando el sistema político y de ahí al Estado y sus mieles.

– ¿Cómo funciona esa receta?

– A mayor número de abstencionistas es más fácil manipular una mayoría relativa entre dos o tres partidos demagógicos los que, en su maniobrar en el tiempo, se convierten en los «tradicionales».

– ¿Y por qué tantos jóvenes no acaban de despertar?

– Porque La Tríada justifica su accionar y sus propósitos con un arsenal de doctrinas y prácticas embaucadoras. Pero los resultados desnudan sus intereses excluyentes en los que está asociada de una u otra manera y que no responden al bienestar de la sociedad en su conjunto. ¿O acaso vamos bien en educación, por citar un solo ejemplo?

Así, el bohemio y la joven prosiguieron conversando sobre política durante el trayecto. Minutos más tarde arribaron al Parquecito de los Vagos de San Cristóbal.

– Me llamo Aribaldes. Y puedes tutearme que no soy tan viejo. ¿Te llamas?

– Gema. Gema Jacqueline...

– ¿Dónde vives?, pregunta el bohemio.

– En Madre Vieja Sur. Pero hoy dormiré en casa de una amiga en la Padre Ayala.

– ¿Aceptarías un helado en el parque Piedras Vivas?

– Parece buena idea pero, ¿por qué usaste el término ‘feria de la demagogia’?

– Vamos por el helado y te explico allá.

Ya era anochecer. Caminaron las cuatro cuadras hasta la heladería contigua al Colegio San Rafael. El torrente de ‘motoconchistas’ abrumaba haciendo lucir la Avenida Constitución como un colmenar mecánico. Luego de comprar sendos helados deciden sentarse unos minutos en un banco del parque frente a la Parroquia Nuestra Señora de la Consolación, que es más tranquilo.

– Tienes un curioso nombre...

– Lo sé pero ya te acostumbrarás.

– Explícame lo de la ‘feria de la demagogia’.

–Tomemos de nuevo tu diccionario y leamos la definición de ‘demagogia’: 1. Intento de conseguir el apoyo de los demás por cualquier medio, sobre todo con falsas promesas.

– Eso me es familiar.

–Es la exaltación de las pasiones del pueblo. Un demagogo no es un político. Es un politiquero. La política tiene un fin supremo, pues gobernar y organizar un país es una virtud colectiva.

–Voy comprendiendo.

–En cambio, la demagogia o politiquería, es perniciosa. Todos sus ramales acomodan negocios y abusos contra los recursos del Estado.

–¿Y cómo puedo aportar para contener esto?

– Memorizando de tu diccionario las definiciones de ‘política’ y ‘demagogia’ e involucrarte en un proyecto, que te persuada con hechos, que la práctica responsable de la política es perfectamente posible.

– Dame una razón que justifique el intento.

–Para que este ideal tenga el sabor de una verdadera «fiesta de la democracia» que es el sistema político que debemos madurar pues envuelve, en todos los órdenes, las aspiraciones de prosperidad y bienestar del pueblo dominicano.

– Curioso el destino. Apenas abrí el diccionario en la parada y apareciste de la nada. Con pocas palabras tengo claro el asunto.

– ¿Volveré a verte?

– Es obvio que sí. Este domingo a las cinco de la tarde en la heladería. ¿Me comprarías otro helado?

– La luna hatomayorense que quieras, Gema. Hasta la misma luna...

Les cayó encima la prima noche y era hora de marcharse. Aribaldes acompaña a Gema Jacqueline hasta la casa de su amiga en la calle Padre Ayala y se despiden con un tímido beso en la mejilla.

En el trayecto a su hogar repara en lo reiterativo. Un pueblo que avanza al ritmo y melodía que se auto impone. Se dice que “todo según el color conque se mire”. Que cada quien interpreta en su medio de acuerdo a su propia condición. No obstante, tarde o temprano las crudas e innegables realidades del día a día de las mayorías tocarán incluso a los que deciden excluirse del drama. Todos deberemos involucrarnos para desenmarañar el bulto, antes que se enrede más este tinglado.

"REVISTAS CIVICAS": CAMPAÑA ELECTORAL 1934



LA REELECCION (1934-1938) / Fragmento.

Félix A. Mejía

… Trujillo había jurado solemne y teatralmente en Capotillo, que no se reelegiría, escogiendo ese lugar por haber sido teatro de una de nuestras más heroicas y brillantes gestas libertadoras, queriendo así, darle a ese juramento carácter nacional.

Pero eso no pasó de ser una mentira, porque, desde a fines de 1932 comenzó a preparar unas llamadas “revistas cívicas”, las cuales tuvieron lugar en toda la República durante el año 1933 y principio del 34, consistentes en una aglomeración de enormes masas campesinas y gente en general, las cuales de reata, y a manera de papagayos duchos, pero sin entusiasmo, pedían su reelección.

Vamos a ver en concreto lo que eran esas “revistas cívicas” para diversión del lector, tomando como modelo la celebrada en la capital, que fue la que nosotros vimos.

Un mes antes comienza en esta ciudad la campaña de prensa y de radio para preparar debidamente los ánimos.

En primera plana de cada periódico se dice todos los días del entusiasmo desbordante que reina en todos los ánimos para ese magno acontecimiento nacional; de los preparativos que se hacen para celebrar dignamente esa manifestación del pueblo soberano; del deber en que esta todo ciudadano de asistir a ese tributo de admiración y reconocimiento que el pueblo rendirá a su “Benefactor”,etc.

De esto se hace eco toda la prensa del país, y entonces tenemos que la cuestión no s local, sino general.

Llega el día tan vivamente esperado, y desde las primeras horas de la madrugada del montante cañón hiende el espacio, y, con su estruendo, unido la repicar de de todas las campanas, al silbar de las sirenas y pitos de la ciudad y a los aires populares de ocho o diez conjunto musicales que recorren las calles, impide el sueño a todo mortal. Debido a esto, muchos se tiran a la calle a curiosear o hacer compañía a los que no han dormido, pues con ese fin se están celebrando desde la noche anterior bailes y sancochos populares, tanto en el centro como en los rincones más apartados de la ciudad, los cuales son puntos de reunión, y donde han de converger los contingentes que ya están llegando, de todas las comunes y secciones de la provincia.

A las seis de la mañana comienza el desfile por las principales calles de la ciudad antes de dirigirse al sitio del evento: el campo de aviación, y donde se les servirá a esos esforzados paladines del civismo un suculento desayuno -panem et circenses- consistente en toda clase de víveres, lechones asados, chicharrón con casabe, chocolate, café, tabaco y su correspondiente aguardiente para pisar el desayuno y mantener el entusiasmo.

Lo encabeza la caballería, la cual a su vez esta encabezada por la cabeza del Gobierno, a excepción del homenajeado, tales como secretarios y subsecretarios de estado, senadores y diputados, jueces de la Suprema Corte de Justicia y de las Cortes de Apelación, Presidente del Ayuntamiento, Tesorero del mismo, Administrador de Correos, Administrador de la Lotería, gobernadores de provincias y demás altos dignatarios de la Nación, oficialidad del ejercito y de la policía y por último, casi todo el cuerpo consular y diplomático acreditado en el país.

Daba gusto ver a esos distinguidos jinetes, especialmente a esos señores extranjeros, con mas miedo que vergüenza en sus respectivas monturas, haciendo esfuerzos para que su Excelencia el presidente Trujillo los viera; y mas especialmente todavía al ministro norteamericano Mr. Shoenfef. Porque hay que saber que, según Rosas tenia en el Ministro inglés Mandeville casi un bufón y Machado el Ministro norteamericano Harry F. Guggemheim un cómplice, Trujillo tenia en el ministro yanqui Arturo Schoenfelf un asalariado, como lo tuvo también en un tal Avra Warren, y más que menos en todos los que han seguido a estos; por lo que tenia que hacerse ver, de manera a no perder el precio con que el amo remachaba mensualmente el plomo de su dignidad.

Seguían los alcaldes, síndicos y personas de valer en todas las comunes y secciones, y por último, siendo la mayor parte, la masa campesina que pudo venir montada.

Eran de verse esas cabalgaduras y esos jinetes: mientras mas pequeñas eran aquellas, más largas tenían las piernas éstos. A falta de silla había aparejo, y por ausencia de la brida estaba la majagua, pues la forma no importaba, lo menester era la presencia del jinete a fin de salvar el pellejo.

A la caballería seguía la gente de a pie, que era la mayor parte, confundiéndose la masa campesina, que fuera traída en camiones, con la crápula de la ciudad, y delirantes por el desayuno que les esperaba, vitoreaban a Trujillo.

Luego venía la sección de a pedal, la cual comprendía todas la bicicletas de la ciudad, siguiéndoles las de motor; y por último los automóviles.

El desfile era total alcanzaba una extensión de tres o cuatro kilómetros, no compactos, desde luego.

La algarabía producida por esos cientos de bocinas estridentes tocando continuamente; por el tronido del montante cañón; por la gritería de varios miles de hombres en obligada conmoción; unida esa algarabía a los acordes de varias bandas de música, al trotar de los caballos, al ruido de los motores y al de los aeroplanos, los cuales, haciendo acrobacias en señal de de regocijo descendían cuanto podían dejando caer sobre la multitud programas del acto con retratos de Héroe; unido todo eso además al aspecto físico de la cuestión, a no ser por los artefactos modernos, cualquiera hubiese pensado que se estaba en Mozanbique o en el Tansvaal cincuenta años atrás.

Era para morirse ver a esos vales y a esos atorrantes con sendas banderitas dominicanas de papel o un cartel concebido en estos términos: “Viva la reelección”, “Trujillo es la Patria”, “El pueblo pide la reelección de Trujillo para su salvación”, “Trujillo es único e insustituible”, etc.

Muchos portaban armas, de entre ellos, el que no tenía su revolver, cuya canana le salía un palmo de la chamarra, tenía un largo sable debidamente terciado, o su “gallito” al aire, o su “cinco clavos” bien visible.

Sujetos que nunca habían echado la pierna a una cabalgadura veíalos usted, no obstante, en las más vistosas, y con todos sus arreos, aunque con el estomago en la boca de puro trotar, armados de grandes pistolones y sables como si fueran a alguna batalla, tratando de darse aire de gamonal curtido, corriendo de acá para allá exhortando a vitorear al cacique.

Llegados al sitio escogido para a imploración, previo desayuno, comienzan a las diez los discursos, los cuales pasan de veinte, siendo radiodifundidos para que el mundo todo sepa del ardiente deseo que tiene el pueblo soberano de que Trujillo siga rigiendo sus destinos.