sábado, 10 de mayo de 2025

LA LECTURA UNA DE LAS HERRAMIENTAS INDISPENSABLES PARA ESCRIBIR / / Marcial Báez.



(Palabras centrales en la presentación de los libros del Colegio Cooperativa Loyola 2025) .

Muy buenas noches tengan todos y todas, profesores, invitados especiales alumnos y familiares, especialmente a la Licenciada Gabina De La Rosa por invitarme a compartir con ustedes jóvenes estudiantes plenos de talentos a esta gran fiesta del libro: “BROADWAY. El escenario de la palabra”,  mi experiencia como escritor en el género de la poesía. Trataré de ser lo más breve posible y condensar en unos pocos párrafos mi caminata existencial por mi trayecto escritural algo atípico, ya que no le dedico bastante tiempo.

Esta experiencia le llamaría un proceso evolutivo que a veces se inicia a corta edad o cuando los años ya van mostrando las arrugas y el gris existencial de las vivencias que nos permiten tener la capacidad de penetrar en nuestras interioridades y las de los demás en una catarsis natural que sin proponérnoslo nos transmutamos en manifestaciones de  alegría, de tristeza, de júbilo, de paroxismo, de rabia, de justicia, conformando esos sentimientos que el ser humano va despertando en su caminata proyectiva y atemporal dependiendo de los avatares de la vida.

Y es que a todos no nos pasa igual sin importar la época o el continente cada uno tiene una historia, unas vivencias que lo hacen especial y único en el género que elijan. Pero hay una herramienta que es parte fundamental en el proceso del escritor y es la lectura para consolidar ideas que en su momento mostrarán y serán comunicantes en un ejercicio que le permitirá llegar a las sensibilidades de sus lectores transformadas en palabras para ser leídas.

Particularmente La lectura llegó y se quedó en mi modus vivendi al inicio de adolescencia después de leer las novelas de Marcial Lafuente Estefanía y cuando no tuve más acceso a libros terminé leyendo todas las novelas de Corín Tellado de las revistas Vanidades que coleccionaba mi ti madrina: después tuve la suerte de contar con un vecino que era amante de la lectura y pude compartir sus libros (Los Miserables de Víctor Hugo, El Conde de Montecristo de Alejandro Dumas, Nuestra Señora de Paris de Víctor Hugo, La Madre de Máximo Gorki, El amante de Lady Chaterly de D.H.. Lawrence, grandes obras literarias. Después de agotar su mínima biblioteca tuve el privilegio de trabajar y entonces inicié la carrera incansable de formar la mía continuando con las características de las obras anteriores, de autores europeos sustancialmente, adquiriendo los 20 tomos de la enciclopedia Los Clásicos de la Editora Grolier, la cual me proporcionó un amplio conocimiento sobre las civilizaciones occidentales, la filosofía, la literatura, la historia, el arte, el humanismo con las obras de Rosseau, Aristóteles, Platón, Homero, Shakespeare, Garcilaso de la Vega entre otros.

También abrasé el interés por la lectura cuando subrayaba cada frase interesante, títulos de obra y autores, cada lectura me fue indicando qué autores y qué libros comprar, leer la lista que publicaban las revistas o los diarios de los libros preferidos de autores consagrados pudiendo adquirir la mayoría los mismos y así tener una consideración más amplia de los temas que interesaron al autor en el proceso evolutivo de la determinación de su estilo.

Y les seré franco, leía muy pocos libros de poesía mi predilección estaba en la novela y el cuento. De repente un día sin saber porqué escribí una poesía sobre los aborígenes y que hasta hoy no la he publicado en ninguno de mis libros:

He pensado que sentado en este olvidado rincón

vuelvo a estar en la Historia

como aquellas figuras indígenas milenarias.

He ido al más allá de aquellas almas

con la sensación de estar perdido

en algún lugar conocido.

Y he vuelto

sin pensar siquiera

que uno es amado y también odiado.

Y como algo premonitorio años más tarde estaba involucrándome con un destacado grupo de munícipes de San Cristóbal por la preservación de las Cuevas del Pomier, viviendo la importancia de la literatura, de la poesía en la sensibilización del hombre hacia un bien común que nos remite a las lecturas de Don Pedro Mir un poeta social por excelencia y que tuve el privilegio de ser su alumno en la materia de Estética en la Universidad Autónoma de Santo Domingo cuyas cátedras formaron parte de mi espaciado trayecto hacia la poesía incluido su icónico poema “Hay un país en el mundo”, como también recibir clases de la excelsa escritora Aida Cartagena Portalatín profesora de Historia en el Colegio Universitario, leyendo su obra “Una escalera para Electra”.

Otra de las herramientas en este proceso fue el estudio de la Comunicación Social, que nos ayudó a investigar y a condensar en un tris cualquier tema o idea para desarrollar provocándonos investigar, analizar y escribir casi a diario sobre las problemáticas de nuestras comunidades publicadas en algunos periódicos y revistas de la época, en Santo Domingo y San Cristóbal.

Y es en el año 1996 cuando de repente me surge la idea de publicar unos poemas, después de realizar una selección entre muchos, se los facilité a algunos amigos entre los que se encontraba el escritor Diógenes Valdez nuestro Premio Nacional de Literatura 2005, para su lectura y corrección, como decimos les dio el visto bueno y recordé que me dijo “cuando vayas a publicar un libro de poemas o de cuentos si más de la mitad lo consideran bueno entonces manos a la obra”. ese día me bautizaron como escritor. Ya he escrito cinco libros con la satisfacción de incluir en el más reciente. “MIXTURAS. Poemas en el tiempo” algunos poemas de mi madre Servantina Cabrera Salazar.

El tiempo es corto pero antes quisiera resumir este proceso en un dialogo educativo y coloquial haciendo de este resumen, una guía para tomar en cuenta y colocarla en las miles de experiencias de millones de escritores en sus diferentes géneros, en mi caso particular la poesía, las satisfacciones que me ha dado continuar escribiendo de mis expresiones y de las impresiones que me rodean, de lo que quiero o no, de lo que percibo o no, de lo que siento o no, de lo que extraño o no, de la paz que me pueda suministrar y tal vez de lo que puedan sentir mis lectores al leerla.

Por último, les invito a leer “El Decálogo del Escritor” de Augusto Monterroso y “Los Diez derechos del Lector” por Daniel Pennac deseándoles éxitos y aunque no se dediquen a escribir, continúen haciéndole loor a la poesía, así como a la lectura que es una herramienta indispensable no solo para el escritor sino para el ser humano en general.

Gracias.