sábado, 13 de junio de 2020

EL PAPEL / GIOVANNI PAPINI


Visitando hoy una exposición de la imprenta me he dado cuenta que toda la civilización-al menos en sus elementos más delicados y esenciales- se halla unida a la materia más frágil que existe: el papel.

Pienso que todo el crédito del mundo consiste en millones de billetes de banco, de letras y talones que no son más que trocitos de papel. Pienso que toda la propiedad industrial de los continentes consiste en millones de acciones, certificados y obligaciones: trocitos de papel. Los despachos de los notarios y de los abogados están atestados de  documentos y de contratos de los que depende la vida de millones y millones de hombres, y no son nada más que papeles ligeramente emborronados. Los registros de las poblaciones, los archivos de los ministerios y de los Estados: fajos de papeles amarillentos. Las bibliotecas públicas y privadas: montones de papel impreso.

En las oficinas públicas en los ejércitos, en las escuelas, en las academias, en los parlamentos, todo marcha adelante a fuerza de trocitos de papel: circulares, bonos, recibos, votos, borradores, cartas, informes: papel escrito a mano, papel escrito a máquina, papel impreso. Tanto los periódicos como los wáter closets consumen cada año toneladas de papel.

La materia prima de la vida moderna no es el hierro, ni el petróleo, ni el carbón, ni el caucho: es el papel. Cada día caen bosques enteros bajo el hacha para proporcionar una cantidad enorme de una substancia que no tiene la duración ni la dureza de la madera. Si las fábricas de papel se cerrasen la civilización quedaría paralizada.

Antiguamente las monedas eran todas de metal; los documentos se extendían en pergamino o se grababan en le armo y en el bronce y los libros de los asirios y de los babilonios estaban escritos en ladrillos. Ahora nada resistente ni duradero: un  poco de pasta de madera y de cola, substancias deteriorables y combustible a la que se confía los bienes y los derechos de los hombres, los tesoros de la ciencia y del arte. La humedad, el fuego, la polilla, los termitos, loas topos, pueden deshacer y destruir esa masa inmensa de papel en la que reposa lo que hay de más caro en el mundo.

¿Símbolo de una civilización que sabe será efímera, o de incurable imbecilidad?

 

 

 


miércoles, 10 de junio de 2020

EL ÉXITO / MANUEL DE REGLA BAEZ



El éxito se mide por la cantidad de intentos, los muchos fracasos y por el grado de satisfacción al alcanzarlo. Tal cual una hormiga cuando lleva el alimento a su morada cada día o la abeja al polinizar. Como cuando erupciona un volcán o cuando un remolino se convierte en huracán. El éxito no tiene principio ni final. El éxito empieza y no te das cuenta, los tropezones nos hacen los pies levantar, y cuando dejas de tropezar, largo y tendido será tu andar. Sueña, cree lo que te sueñas, ponlo en ejecución y no habrá barreras que se interpongan, como la distancia que separan al cielo y el mar. El éxito te corresponde por derecho inalienable de la existencia, te pertenece como el aire que respiras, como la brisa cuando te acaricia, como la sangre que recorre tus venas sin final. El éxito está en ti de forma natural, sólo hacen falta tres valores para complementar: disciplina, consistencia y perseverancia; lo demás por inercia divina a ti vendrá.


martes, 9 de junio de 2020

LA CARTA DEL LIBRO


En el transcurso de la reunión del Comité de apoyo del año internacional del libro, que tuvo efecto en la Biblioteca real de Bruselas, del 20 al 22 de octubre del año pasado, los portavoces de las principales organizaciones internacionales, no gubernamentales, que representaban a los profesionales del libro, aprobaron una Carta del Libro.

 Compuesto de catorce miembros, dicho Comité de Apoyo estaba presidido por H. Herman Liebaers, conservador en jefe de la mencionada Biblioteca y presidente de la Federación Internacional de Asociaciones de Bibliotecarios. Al lado de los representantes de países grandes productores de libros y de países en vías de desarrollo, el Comité reunía a los representantes de la Comunidad Internacional de Asociaciones de Librería, de la Confederación Internacional de Sociedades de Autores y Compositores, de la federación Internacional de Documentación, de la Federación Internacional de los PEN Clubs, de la Federación Internacional de Traductores y de la Unión Internacional de Editores, así como, también, de la citada Federación Internacional de Asociaciones de Bibliotecarios.

(La vanguardia española, 22-IV-1972)

 ARTICULO I

 Todo el mundo tiene derecho de leer

 La sociedad debe obrar de manera que toda persona pueda participar de los beneficios de la lectura. En un mundo, donde el analfabetismo impide a una gran parte de la población acercarse a los libros, los gobiernos tienen el deber de contribuir a la eliminación de esta calamidad pública. Deben estimular la producción de material impreso necesario para el aprendizaje de la lectura y para el mantenimiento de la aptitud necesaria. Si es preciso, deben conceder una asistencia bilateral o multilateral a las diversas profesiones relacionadas con el libro. Por su  parte, los productores y distribuidores de libros tienen la obligación de velar para que las ideas y las informaciones transmitidas por medio de la palabra impresa sigan la evolución de las necesidades de los lectores y de la sociedad entera.

 ARTICULO II

 Los libros son indispensables a la educación.

 En una época en que se está operando una verdadera revolución en el dominio de la educación y en la que los programas de gran envergadura son puestos en acción para aumentar los efectivos escolares, es preciso asegurar, mediante una planificación apropiada, la constante adecuación entre los manuales y el desarrollo de los sistemas de enseñanzas. La calidad y el contenido de los manuales de enseñanza deben ser mejorados incesantemente en todos los países del mundo. La producción regional puede ayudar a los editores a satisfacer las necesidades nacionales de estos manuales, asi como de las obras educativas cer carácter general que son particularmente necesarias para proveer a las bibliotecas escolares y la ejecución de programas de alfabetización.

 ARTICULO III

 La sociedad tiene el deber de establecer las condiciones propicias para favorecer la actividad creadora de los autores

 La declaración universal de los Derechos del Hombre, estipula que toda persona tiene derecho a la protección de los intereses morales y materiales emanados de toda producción científica, literaria o artística de la que es autor. Esta protección debe extenderse igualmente

A los traductores, que por su trabajo, contribuyen a la difusión de los libros más allá de las barreras lingüísticas y constituyen un eslabón esencial, entre el autor y el público más amplio. Dado que todos los países tienen el derecho de expresar su personalidad cultural, salvaguardando así la diversidad indispensable en la civilización, deben estimular a sus autores en su misión creadora y favorecer, por medio de las traducciones, el conocimiento de las riquezas literarias de otros países, incluyendo aquellos cuya lengua no este muy difundida.

 ARTICULO IV

 Una sana industria editorial propia es indispensable al desarrollo nacional.

 En un mundo en que la producción de libros es extremadamente desigual y en el que tantos hombres están privados de la satisfacción de poder leer, se impone el desarrollo planificado de las actividades nacionales de la edición. En consecuencia, es necesario tomar, a escala nacional, completándolas, si es necesario, con la cooperación internacional, las medidas encaminadas a colocar en el debido lugar, la infraestructura necesaria. El desarrollo de la industria de la edición, que debe estar integrado a la planificación  de la educación, de la economía y del sector social, requiere además, la participación de las organizaciones profesionales, extendida, en la medida de lo posible, al conjunto de los medios del libro, gracias a instituciones tales como consejos nacionales de promoción del libro, así como la financiación a largo plazo y a interés módico, sobre una base nacional bilateral o multilateral.

 ARITUCLO V

 Para el desarrollo de la edición son indispensables condiciones favorables a la producción de libros.

 En su política económica, los gobiernos deben obrar de manera  que la industria del libro disponga de los aprovisionamientos y del material necesario para el desarrollo de su infraestructura, especialmente de papel y de máquinas de imprimir y de encuadernar. La utilización máxima de los recursos nacionales, así como las facilidades concedidas a la importación de estos aprovisionamientos y de este material, permitirán la producción de textos atrayentes y poco costosos. Debe ser concedida prioridad a la transcripción de lenguas no escritas. Todos cuantos participen en la producción de libros deben velar para que, en materia de producción y de concepción, sean aplicadas las normas más elevadas posibles, particularmente en lo que se refiere a los libros destinados a minusválidos.

 ARTICULO VI

 Los libreros constituyen un vínculo fundamental entre los editores y los lectores

 En el ápice de los esfuerzos encaminados a estimular el hábito de la lectura, los libreros tienen responsabilidad a la vez cultural y educativa. Velando porque una elección suficiente de obras importantes sea ofrecida a los lectores, desempeñan un cometido importante capital. Tarifas especiales para los envíos de libros por correo y por carga área, facilidades de pago y otros arreglos dirigidos a reducir las cargas financieras les ayudan a cumplir su misión.

 ARTICULO VII

 Como hogares del conocimiento artístico y científico, centros de radiación de la información, las bibliotecas forman parte de los recursos nacionales.

 Las bibliotecas ocupan una posición clave en la distribución de libros, y constituyen el medio más eficaz para poner los textos impresos a la disposición de los lectores. Como servicio público, favorecen la lectura, la que, a su vez,  contribuye a a satisfacción individual, la promoción de la educación permanente y acción. No l progreso económico y social. La organización de las bibliotecas debe corresponder a las posibilidades y a las necesidades de cada nación. No solamente en las ciudades, sino mucho más en las zonas rurales, a menudo desprovistas de libros, cada escuela y cada colectividad debería disponer de una biblioteca, al menos, dotada de personal calificado y de un presupuesto suficiente. Las bibliotecas desempeñan, igualmente, un papel esencial, en la satisfacción de las necesidades de la enseñanza superior y de especialistas. La puesta a punto de circuitos nacionales de bibliotecas debería facilitas, por doquier, a los lectores la posibilidad de un fácil acceso a los libros.

 ARTICULO VIII

 Como medio de conservación y de difusión, la documentación sirve a la causa del libro.

 Los libros científicos y técnicos, como todas las obras especializadas, son tributarios de buenos servicios de documentación. En consecuencia, es conveniente desarrollar estos servicios con la ayuda de los gobiernos y de todos los miembros de las comunidades libreras. Con el fin de cada país pueda disponer, en todo momento, dela documentación más completa, deben tomarse las oportunas medidas para que el material de información circule lo mas libremente posible a través de las fronteras.

 ARTICLO IX

 La libre circulación de los libros entre los países constituye un complemento indispensable a las producciones nacionales y favorece la comprensión internacional

 Para que las obras creadas en el mundo puedan ser accesibles a todos, es de importancia capital que los libros circulen libremente. Los obstáculos tales como tarifas aduaneras e impuestos pueden ser eliminados aplicando, generalizadamente, los acuerdos de la UNESCO y las demás recomendaciones y tratados internacionales concebidos para este fin. Las licencias de importación y las divisas necesarias para la compra de libros y materias primas destinadas a su producción, deben ser concedidas en todos los países liberalmente, y ser reducidos al mínimo los impuestos interiores y cualesquiera otras trabas al comercio de libros.

 ARTICULO X

 Los libros sirven a la causa de la comprensión internacional y de la cooperación pacífica.

 “Las guerras germinan en el espíritu de los hombres-declara el Acta de Constitución el espíritu n de la UNESCO- y es en el espíritu de los hombres donde deben ser erigidas las defensas de la paz.” Los libros representan una de las principales defensas de la paz, en razón del papel considerable que juegan en la creación de un clima intelectual de amistad y de comprensión mutua. Todos los interesados tienen la obligación de asegurarse que el contenido de los libros favorece el desarrollo del individuo, el progreso económico y social, la comprensión internacional y la paz.