jueves, 25 de noviembre de 2010

¿Cómo vamos, Sancho...?


Agustín Perozo

Vimos en nuestro país como banqueros, en contubernio con políticos y personalidades del sector privado, cometieron el mayor fraude bancario del planeta en relación al Producto Interno Bruto de República Dominicana en el 2003. Y esto no pasó en uno o dos años, sino fue el clímax de un largo trayecto de connivencias, irresponsabilidades y corrupción. Y en el sistema bancario de los países desarrollados vimos, con otras características, que con instrumentos financieros mal regulados llevaron al peor desastre bancario de la historia. Este sector, con inmensos recursos, tenía y tiene a su servicio mentes brillantes en todos los niveles organizacionales. Profesionales y técnicos de altísima preparación, egresados de universidades de elevado prestigio académico de todo el mundo. ¿Qué pasó entonces? Avaricia. Y la lección no ha sido suficiente. El principio de optimización e incremento de las ganancias sobre cualquier otro precepto o norma ética y moral se impone: business as usual.

Con una deuda consolidada en República Dominicana sobre los 20,000 millones de dólares y engordando, nos dicen que la misma es perfectamente manejable pues debe evaluarse en correlación al PIB y éste va en crecimiento. Un PIB que va en progresión apoyado en préstamos. ¿Hasta qué punto esto es viable? Los cerebros infalibles e incontestables que abundan en la recargada burocracia dominicana siempre nos presentan explicaciones e interpretaciones. Tomamos más y más prestado mientras los capitales de las potencias fluyan buscando mejor rentabilidad en estos litorales; con estos recursos dinamizamos la economía, crece el PIB y habrá un punto de retorno con una economía fortalecida en un ambiente futuro de estabilización de la economía mundial y se recuperaría la capacidad de desmontar en un tiempo razonable la deuda acumulada... Todo está bien, todo va bien, nos dicen.

Bajo la misma premisa también va el manejo del Estado. Hay puntos neurálgicos criticables, por no decir censurables, como la falta de institucionalidad, el irrespeto a las leyes y normas establecidas y la rampante corrupción que se refleja en funcionarios que llegaron al gobierno “a servir el país” y en materia de algunos años son potentados. En su lógica el poder es para usarse, el fin justifica los medios, y como escribió Nietszche “el hombre no es un fin sino un medio para alcanzar el superhombre”, estos políticos, ya como funcionarios y burócratas, sumados a sus colaboradores y socios del sector privado se presumen ‘superhombres’ y los tributarios más abajo somos el medio para ellos evolucionar en casi semidioses, posicionados más allá del bien y el mal. Intocables, inequívocos, laudables, inobjetables. ¡Tenemos el privilegio de contar con ellos, sin cuya guía y valores tendríamos una existencia laberíntica!. El costo de esa clase perfectamente la cubre un presupuesto nacional donde no sólo las exacciones impositivas son el pivote sino también el señoreaje y el endeudamiento. La indiferencia ciudadana sobre la mediocre e irresponsable conducción del Estado es tolerable hasta que las consecuencias les toca a cada uno, como ya se traduce en inseguridad y delincuencia generalizada, en mayores cargas impositivas camufladas, en cuestionables ejecutorias gubernamentales, en precarios servicios básicos, en un quimérico 4% del presupuesto nacional para educación, en limitadas oportunidades para los egresados de universidades y politécnicos, etc. Y es mal negocio ser parte del 60% que se abstiene de votar en las elecciones y que se entiende representado por un cero por ciento en los poderes de Estado. No hay lugar a dudas, que todo está bien, todo va bien, nos dicen...

Y asombrosamente esta clase gobernante, que se turna en el carrusel tricolor de la Tripleta, es creativa. Desfalca y luego se apresta a promover leyes contra la corrupción sin que estas tengan carácter retroactivo. “Haremos” como si no hubiesen desgobernado un día. Tienen en nómina a diestras lenguas y plumas, apologistas del sistema, que apañan podredumbres y justifican ante una opinión pública adormecida el status quo. Sin embargo, hay un contrariedad para mantener el circo indefinidamente. La grave crisis económica en los bolsillos de una población con cada día más irritantes carencias. Toda acción tramoyista desviadora de escrutinio de la situación actual, como los encabezados en la prensa sobre la propuesta para un museo al tirano Trujillo pierden su propósito campanudo ante la crisis. Pronto se propondría también un museo a Lilís y otro a Balaguer.

Y entonces abstraído en pensamientos decidí caminar en una serena mañana de mediados de noviembre por un deforme camino de tierra a través de un collado de San Cristóbal. Aún el trémulo rocío se agrupaba en pompitas de cristal entre las ramillas y las hojas que jugueteaban con la fría brisa que se apresuraba desde colinas engalanadas con difuminados tonos de verde, mientras un roncal canturreaba una apacible melodía... ¡Todo está bien, todo va bien!.

Imágenes :TARJETAS de Marcial Báez / Expo Tarjetas Pintadas a Mano. Instituto Politécnico Loyola. San Cristóbal.



























DE SALUD Y OTRAS COSAS: Ni estudian, ni trabajan (Los Ninis).



Cesar Mellla

Este termino nacido en España trata de ubicar la población de jóvenes que entre los 18 y 29 años yacen estacionados en el hogar. Mantenidos por sus padres, mismos que se fajaron para que este tajalán ( ana), disfrute hoy de un status de clase media, comida y aire acondicionado.

En la Republica Dominicana la alta tasa de desempleo en ese segmento, unida a la deserción de estudios Universitarios que se observa, puede colectar a más de 100 mil seres humanos en esa condición.

Una variedad de autores internacionales se ha referido con agudeza al fenómeno.

Pablo Camacho (España 2010), afirma que estos sujetos “ni crecen, ni abandonan el nido familiar, ni encuentran el impulso que suele requerirse para poder independizarse tanto económica como emocionalmente”.

Se ha dicho que este fenómeno contribuye el “miedo a dar el gran salto” para lanzarse a desafiar dificultades y asumir retos. Es como si se quedaran congelados en la habitación de su hogar.
Pablo Rodriguez (Psicoterapeuta), ha dicho que la familia contribuye con esta condición. La madre ofrece el amor y el cuidado, satisface de forma inmediata las necesidades de sus hijos desde pequeños, sin darles oportunidad de asimilar que no siempre es posible obtener todo lo que desean. Esto provoca que los jóvenes se sientan demasiado cómodos y que, por ende, no sepan como tolerar la frustración que conlleva el acto de convertirse en adultos.

Un empresario medio me contaba que tiene un hijo de unos 26 años estacionado en la casa que se levanta a las 12 del medio día, desayuna, se sienta a navegar en el Internet, mas tarde come, duerme un rato , sale de tarde y de noche con sus amigos.

Cuando lo estimula para que trabaje dice que los salarios andan muy mal y afirma que prefiere esperar mejores ofertas.

Muchos, siempre están pendientes de la presentación de la tesis; de terminar el monográfico o sencillamente que hace años le faltan dos materias para terminar, pero que los profesores “se han cogido con el”. Las novias (vios), languidecen escuchando la misma historia ( que terminan creyendo), todos los años.

Se que estoy planteando un problema complejo, que puede estar aludiendo a algún lector.
Hay que promover que mientras se estudia, desde el bachillerato trabaje, aunque sea en pequeñas pasantías.

El joven debe vincular en la práctica, el esfuerzo, el trabajo remunerado, con mayor calidad de vida y mejor acceso al consumo y al ahorro.

Ya yo había dicho, que estamos “criando vagos”.

Padre, quizás estés a tiempo de evitar ese parasitismo que se esta encubando, en este muchacho que ya con quince años “nunca ha dado un golpe y se levanta a las 12”. No le cojas pena y sacúdelo…