domingo, 1 de febrero de 2015

EL LIBRO COMO FIESTA / PEDRO LAIN ENTRALGO


Palabras leídas en la real academia de la lengua Española el día 23 de abril de 1955, para celebrar la Fiesta nacional del Libro Español.

No tengo a la vista los textos oficiales en que esta anual fiesta del Libro esta instituida. Mas no me parece grave osadía suponer que el legislador la ideo como ocasión propicia para que el libro Español fuese públicamente festejado con palabras próximas al panegírico y al pregón de venta, que de todo ello necesitaba y sigue necesitando esta empresa criatura de la minerva castellana. Contábase de antemano, sin duda, con que al bueno de Miguel de Cervantes no le desplacería ver usado su nombre en beneficio de todos sus cofrades de oficio, incluidos aquellos que, según la discriminadora sentencia quijotesca, “componen y arrojan libros de si como si fuese buñuelos’.

Viva, pues, el libro, sea buñuelo o diamante, mil años viva y triunfe sobre craza rudeza de quienes no quieren catarle, y sobre la voluntad interesada de cuantos quisieran poner en su ligar las invenciones del puro ver y el puro oír. Pero la variedad de sentidos  que en nuestro idioma posee la preposición “de”-para tan frecuente tortura de lo que escribimos-, permite entender el nombre de esta efemérides de un modo inverso al habitual, y elevar el libro a festejante, en vez de reducirlo a festejado. La Fiesta del libro truécase así en la que este nos depara. Será, pues, aquella en que el libro se nos revele y ofrezca como fiesta, a la manera en que para los levantinos es “fiesta del fuego” la que el fuego y el ruido les regalan. ¿Acaso no hay libros que son pura fiesta para el espíritu  y aun para el cuerpo de quien los lee, suave fiesta sin estruendo alguno y con solo el recóndito e invisible fuego que la lectura haya encendido en el alma del lector?

Nuestra vida de azacanes-no otra cosa va siendo las de los hombres desde que comenzamos a llamarnos “modernos”, y más aún después de no llamárnoslo-ha desvirtuado en exceso el primitivo sentido de la palabra “fiesta”. Fiesta ha venido a ser término sinónimo de vacación y diversión. Frases como “sala de fiestas’ y “fin de fiesta” corren entre nosotros como disfraz cotidiano de realidades mucho mas negociosas que festivales; harto alejadas, en cualquier caso, de la luminosa y enaltecedora significación que el festus dies tuvo en la antigüedad y ha seguido teniendo en el mundo cristiano. La fiesta, ha escrito Carlos kerenyi, el conocido historiador de las religiones, “reúne e si el descanso, la identidad de la vida y la contemplación”. De ahí que sea y deba ser a la vez “diversión” y “conversión”, y que el hombre celebre en ella, al modo pagano o al modo cristiano, el gozo de sentirse personal y colectivamente ordenado en la totalidad del mundo. De otra manera, se convierte el día festivo en mera holganza del instinto o, como Quevedo diría, en “deshombrecimiento”
¿Cuándo, entonces, podrá el libro constituirse en fiesta? ¿Cómo habrá de ser el libro para que nuestra relación con el sea plenamente festival o se halle próxima a serlo? Y para no salir de aquello que el día de hoy pide de nosotros, ¿cuándo y cómo el libro español llegara a festejarnos a sus lectores y aun a ser pata nosotros verdadera fiesta? A riesgo de suscitar vuestro enojo, viéndome, contra vuestro mandato, mucho mas pedigüeño que festejante, voy a emplear los minutos que me habéis señalado indicando sin remilgos de erudito, muy como lector de pan llevar, las condiciones mínimas en que un libro español puede hacer autentica fiesta el acto de leerlo. Cuando, en suma, podrá ser real y verdaderamente “festivo” para los españoles el día en que a la vez conmemoran os la pobrísima muerte de nuestro sumo escritor y nos afanamos por celebrar la Fiesta del Libro.

Procedamos desde lo más exterior a lo más íntimo, y consideremos ante todo el papel. Noble materia esta, cuando es de veras noble. Hay papeles cuyas cualidades visuales y táctiles compiten con las que resplandecen en las más egregias materias artificiales y naturales: la seda fugitiva y tenaz, el prócer terciopelo, el honrado y usadero lino, la superficie solemne del mármol, el bruñido tibio y familiar del alabastro. Quien, entre los aficionados al libro, no ha sentido en sus ojos y en las yemas de sus dedos la casta y como respetuosa fruición de contemplar y acariciar una hoja de buen papel blanco, marfileño, azulenco o cremoso ¿ Y quién no ha percibido que el estilo de un texto impreso parece más  caro y digno, y más transparentes y aladas sus ideas, cuando el papel sobre que descansa posee el adecuado decoro? De ahí mi desazón-pienso que también la vuestra-cuando compruebo las frecuentes deficiencias de los papeles españoles: su excelencia de cola, que los hace quebradizos, ondulados y remisos al  buen asiento de la tinta de imprimir; su color, tantas veces más orientado hacía el plomo que hacia el marfil; la no rara desigualdad entre el anverso y el reverso de la hoja, lioso y uniforme aquel, levemente reticulado este. Hácense en España papeles excelentes y aun óptimos por que no acontece siempre así? Bueno sería que el deseo de ser festejados por el libro comenzase a manifestarse como acuciosa y eficaz preocupación de todos por la calidad de los papeles españoles. Bastaría con que nos empeñásemos en hacerlos merecedores de hospedar sobre su haz-humildemente en la edición de la Oda a Salinas o los razonamientos entre Don Quijote y el Caballero del Verde Gabán.

Del papel hemos de pasar a la impresión, obra oficio de pro. No es mi propósito cantar de nuevo esta tarde el prestigio inmarcesible de Elzeveris y Plantinos, Oporinos y Aldos, Ibarras y Sanchas. Hágalo otro con  mayor autoridad en la historia de las artes de imprimir. Yo, que me esfuerzo cuanto puedo por vivir en mi tiempo por equivar  la tentación de la nostalgia, alabare el renovado buen gusto de los tiempos actuales, fieles otra vez, casi siempre, al canón leonardesco-la proporción de la figura humana-y no exentos de la elegancia seca y fina que nuestros días piden. Si la maestría del libro leído lo permite, ¡que apacible y regaladamente suele progresar la mirada a lo largo de las líneas hoy impresas en Suiza, en Inglaterra, en Alemania, en Francia y en Norteamérica! Ampliamente se han beneficiado de esta renovación tipográfica las prensas hermanas de argentina y Méjico. Bastante menos forzoso es confesarlo, las imprentas españolas.
Acaso no sea i inoportuno utilizar esta ocasión para hacer un doble ruego: al poder público hay que pedir con instancia mayor atención al decoro externo de  juestaras publicaciones. No es mucho  momento lo exigido. Con solo una mínima  parte del dinero que hoy se emplea en otras mercancías de importación, bastante mas  mas suntuarias, ¿Cuántas impecables matrices de linotipia podrían ser adquiridas, en beneficio de nuestro idioma impreso? A los impresores debemos rogarles un ay  otra vez celo y pulcritud en el cotidiano ejercicio de su arte: la exclusión cuidadosa de esas delgadas impresiones sobreañadidas, que ellos suelen llamar “pelos”, y que allí lo son mucho más de Gorgona que de Venus; la armoniosa distribución de las letras en la línea y en la página; la incesante atención a la concordia estética entre las varias familias tipográficas que en su oficina posean, para perpetuo destierro de esas páginas de tipo versales donde toda heterogeneidad parece tener asiento; la evitación meticulosa de erratas , máculas de impresión !Qué peste, Santo Dios, la de la errata! ¡Y que consuelo cuando la imprenta nos ofrece la apreciable ayuda de uno de esos viejos correctores, duchos en el manejo de la gramática y el diccionario, celosos de su personal responsabilidad y siempre dispuestos  a discutir amablemente con el autor por quítame allá ese acento o esa coma! Sin ellos, sin su generoso y puntilloso desvelo, nunca nuestro libro podrá ser motivo de fiesta.

Autor, editor e impresor suelen compartir el mérito o el demérito de la cubierta del libro. Muy desiguales se muestran las que hoy salen de nuestros tórculos. Ya no son pocas, por ventura, las que van ateniéndose a los cánones del buen gusto; los cuales podrán no estar escritos según  lo que el viejo dicho asevera, mas no  por ello dejan de poseer secreta vigencia. ¿Quién  no los siente así, aunque no ejerza funciones de inquisidor estético, al contemplar el variopinto espectáculo que de ordinario ofrecen las vitrinas de nuestras librerías? La inventiva personal dispondrá siempre de su derecho y de su ámbito; la época de la impresión del libro brindara ineludiblemente sus preferencias y sus modas y aun  las impondrá, a veces; la índole de la materia impresa exigirá, por una parte, que sea sobria y severa la cubierta de unos libros y alegre y llamativa la de otros. Pero al término de tan diversas instancias, siempre habrá modos  admirables y modos horrendos de presentar el libro a los ojos del posible lector; y los modos admirables lo serán, sin excepción, cuando en ellos hayan llegado a juntarse el buen gusto pictórico y el buen gusto tipográfico. ¿Por qué nuestras grandes empresas editoriales no recaban la ayuda de artistas de calidad, y por qué éstos no dedican a las artes de imprimir la atención que en su tiempo y a su modo dedicaron hombres como Manet, Odilon Redon, Toulouse Lautrec y Pierre Bonnard? Manet  ilustró y cuidó la edición de El cuervo, de Poe, y de L΄ apr̀es-midi d́́΄un faune, de Mallarme; Odilon Redon tuvo a su cargo la ilustración y la impresión de varias obras de Flaubert; Bonnard no vaciló en decorar el Solfege ilustré de Terrase. No sería difícil imaginar entre nos0tros coyundas literarias y gráficas análogas a las mencionadas, y no sólo para deleitar a la parva y segregada pléyade de los bibliófilos, sino para complacer y educar la varia y dispersa legión de cuantos necesitan de cuando en cuando el viático del libro.

No menor cuidado requiere entre nosotros la encuadernación. Hablo ahora de la que da cuerpo al libro que el librero recibe y vende, no a la que por encargo del lector aficionado a pieles y oros-feliz quien pueda serlo-realizan los Palominos y los Brugallas. Mucha es aquí la tarea pendiente. Mientras el cartón de las tapas se combe y alabee, dócil y aún complaciente a los cambios de la humedad de la atmósfera; mientras tan apresuradamente deshagan su ayuntamiento la cartulina y el lomo, rebeldes una y otro a la cola que debe aunarlos; mientras las telas sigan encrespándose en ampollas y pápulas sobre el cartón subyacente, mas como piel de escaldado que como revestimiento de materia muerta; mientras el acto de abrir el libro sea unas veces vano, porque sus hojas se nos cierran sin demora, y otras catastrófico, porque sus costuras se  nos quiebran sin remedio; mientras la encuadernación, en suma, no sea a la vez firme y obediente, flexible y duradera, el libro español no llegara a procurarnos la fiesta que de él esperamos y  nuestras letras merecen.
Papel, impresión, encuadernación, cubierta: aprendamos a cuidar con solicitud creciente su presencia y su aderezo. Pero es obvio que el libro no ganara plenamente condición festival si el contenido de sus páginas no constituye el principal motivo de esa fiesta que su lectura debe brindarnos. ¿Cuándo el acto de leer llegara a festejarnos el espíritu, según la más noble acepción de este envilecido verbo? ¿Cuándo serán real y verdaderamente festae horae las transcurridas en la compañía del libro, ardua muchas veces, deleitosa otras tantas y muy pocas inútil? Hace ahora tres años  me cupo el honor de exponer ante vosotros algunas ideas acerca de la lectura, considerada como actividad del alama humana. No temáis que os someta ahora a la enfadosa obligación de escucharlas de nuevo. Recordare tan solo que me atreví a clasificar las lecturas en tres grandes ordenes, correspondientes a los tres modos principales de acción sobre el espíritu del lector: la diversión, la convivencia y la perfección. Hay libros que os di vierten, libros que nos procuran compañía de personas reales o fingidas, libros que nos perfeccionan. Pues bien: cuando la diversión, la convivencia y la perfección lectivas serán vida festiva, fiesta genuina, para el hombre que de ellas goza? Mi breve digresión anterior permite una fácil respuesta. Diversión, convivencia espiritual y perfección serán para el lector verdadera fiesta cuando traigan a su existencia descanso gozoso, amplitud e intensidad en el vivir y recta ordenación en la totalidad de lo real. No siempre ocurre así. Regalara una lectura descanso gozoso, amplitud e intensidad en el vivir y recta ordenación en la totalidad de lo real. No siempre ocurre así. Regalara una lectura descanso, y este será ocasión de gozo, cuando alivie y reponga a quien lee de su vida cotidiana y negociosa, sean de índole intelectual o de índole manual los quehaceres que la llenen. Bien conocida es la acción restauradora que un cambio de lecturas suele producir en el alma de quienes trabajan mentalmente. Aumentara la lectura, por otra parte, la amplitud y la intensidad del vivir, cuando por su virtud alcance la existencia zonas o niveles situados allende la limitación que el trabajo – incluido el más “espiritual”-inexorablemente acarrea. El trabajo puede aumentar nuestro caudal de bienes, obras o saberes, pero siempre a costa de habernos limitado al cultivo de un tema bien determinado y circunscrito; y así es posible que el Rinconete, El sueño de una noche de verano o las Elegías de Duino hagan festival y más amplia e intensa, siquiera por unas horas, la vida del historiador, el astrónomo y el filósofo. Imagínese lo que podrá decirse de otros modos de vivir menos distantes del lucro material. Ganara la fiesta, en fin, integridad y plenitud, cuando aquello que leemos contribuya a ordenarnos rectamente dentro del todo de la realidad? ¿Dónde y cómo yo, hombre singular, estoy situado en el cosmos, en la historia y en la económica de la vida espiritual? ¿Qué sentido tienen mis acciones, mis costumbres, mis pensamientos y mis gustos, mirados desde este triple punto de vista? Hay lecturas- y no sólo en las especulativas y didácticas; también entre las compuestas para diversión- capaces de darnos alguna luz en el empeño de responder a tales interrogantes. Ellas son las que ordenan nuestra existencia, las que hacen  más alta y noblemente festivo el acto de leer.
No puede acabar aquí el examen de las condiciones que hacen festival a la lectura. Al menos, para quien sea español, además de ser lector, y sienta como suyos todos los problemas del libro editado en España. ¿Podrá ser fiesta, mientras los libros españoles no lleguen con facilidad y eficacia hasta donde llega la lengua en que se hallan escritos? ¿Podrá serlo, mientras nuestras bibliotecas públicas y privadas no sean lo que para el menos ambicioso deben ser?

Pensemos algunos minutos en la difusión del libro español. Mucho hacen por ella el interés de los editores y la constante solicitud del instituto del Libro. Mucho mas harían-estoy seguro- si pudieran. Pero tan estimable eficacia y tan óptima voluntad distan no poco de colmar las medidas de lo deseable, al menos desde el punto de vista del autor y el lector. Imaginad a un español devoto de la lectura, paseante de sus recuerdos y aficiones por el Girón de la Unión, de Lima. Camina lentamente, como esponjado y empapando su alma en el gustoso zumo histórico del mundo que le rodea. Va oyendo a breves retazos la dulce españolía del habla peruana; contempla el barroco por igual fino y opulento, de la Iglesia de la merced; vislumbra luego, a través de los zaguanes siempre abiertos, tal o cual parvo resto de un patio que tuvo en Sevilla su modelo; admira el vigor ambicioso de la vida allí transeúnte, vida actual y arraigada, a la vez. Todo parece conspirar a su contenido, hasta que una urgente  nota visual introduce su disonancia en esa grata polifonía sentimental y estética. ¿Acaso  no disuena de ella la multicolor vitrina de una librería, llena de volúmenes impresos en Méjico, en la Argentina, en los estados Unidos y en Francia, pero escasísima en libros españoles, tal vez carente de ellos?
Grave y complejo problema este de la difusión universal de nuestros libros. No soy yo, ciertamente, el llamado a resolverlo, ni esta parece ser la ocasión más adecuada para ello. Diré tan solo que la empresa de su adecuada solución requiere el esfuerzo cooperante y solidario de tres instancias diversas: autores, editores y estado. El autor y el editor deben emplearse con ahínco en la producción de libros que aúnen interna y externamente la excelencia y la sugestión. No es mucho pedirles, si quieren llamarse continuadores y herederos de nuestra tradición literaria. El Estado, por su parte, hallase reciamente obligado por un doble imperativo: ampliar cuanto sea posible las franquicias y ventajas de los autores y editores y considerar la exportación del libro con un criterio distinto del meramente económico. El cumplimiento de aquel mandamiento nos pondría en camino d recuperar  la hegemonía en la traducción de libros extranjeros al castellano; fiel en idónea observancia de este otro nos permitiría llevar impreso nuestro idioma a todos los lugares en que se habla. Líbreme Dios de menospreciar la exportación de naranjas, piritas y azogue. Pero los españoles somos, ante todo, exportadores de hombres y de idioma, y a tales “productos”, y a la actitud ética, intelectual y estética de que ambos deben ser portadores, habríamos de consagrar siempre nuestra atención más cuidadosa y favorecedora. De otro modo-perdonadme que vuelva otra vez a mi terco estribillo admonitorio-el libro español no podrá ser para nosotros ocasión de fiesta cabal.

Como no podrá serlo, ya lo dije, mientras en España no crezca considerablemente la solicitud por nuestras bibliotecas públicas y privadas. Dejemos ahora intacto el problema que plantean aquellas; mencionaremos, a lo sumo, sin otro comentario, la escasísima participación de su presupuesto en los generales del Estado, las provincias y los municipios, relativamente a lo que es norma en otros países de tradición equiparable a la nuestra. Después de todo, esa deficiencia- que gravita inexorablemente sobre el presupuesto privado de cuantos por su oficio necesitan renovar sus libros-quedaría en buena parte compensada si los españoles, cada uno según sus propios medios, pusiesen entre sus gustos y deberes el de formarse una biblioteca particular. Contemplad in mente el grupo, pequeño o grande, de los que integran  nuestra burguesía acomodada: el labrador de Andalucía, Valencia o Extremadura, el rentista, el funcionario y el comerciante de Madrid, el industrial de Bilbao, Vigo, Barcelona, el Minero, el naviero y el terrateniente de donde haya minas, barcos, tierras que poseer ¿Cuántos son entre ellos, los u ene los muros de sus viviendas dedican uno o dos lienzos-no pido mucho-a la noble decoración que el libro otorga? ¿Y cuántos los que dedican a la lectura de libros una parte de su ocio o descanso? Hay hombres que no pueden leer, sea por enfermedad o por ignorancia. Pues bien: junto a la alexia y al analfabetismo, que así llamamos técnicamente a esas dos imposibilidades, yo pondría el “alegismo”, la manquedad espiritual de quienes no lee porque no quieren leer. O acaso porque no saben. Han aprendido, tal vez, a entender utilitariamente la significación de la palabra escrita, mas no henchir su espíritu de esa savia sugestiva y confortadora que la lectura ofrece a los que  en ella no buscan utilidad inmediata y computable.

Eppur si mouve. Y, sin embargo, el libro español puede ser ocasión de fiesta, aunque todavía no alcance a serlo de modo plenario. El papel, la impresión, la encuadernación y la cubierta y el contenido de nuestros libros permiten no pocas veces la inútil y gozosa entrega a una lectura festival. Si la difusión universal de esos libros no es aun la deseable, algo hay que en ella que justifica y alienta nuestra esperanza. Y por evidente que sea el menester de nuestras bibliotecas públicas y privadas, nunca será imposible descubrir en ellas un rincón apto para la degustación morosa del libro apetecido. Cuando disponga de unas horas libres, hacia ese rincón dirigirá los pasos el lector que haya sabido conocer y apreciar su grata luz, o su silencio, o el  buen asiento del sillón que allí le espera, o acaso todo ello junto. Abrirá sin prisa ni violencia el volumen que ese día le haya pedido en su alma la voz secreta de la afición. Adoptará luego-leve molicie-la postura en que más gustoso le sea el quieto ejercicio de leer. Sentirá o no sentirá luego que el mundo visible desaparece en torno a él, absorto como esta por el invisible mundo que su libro ofrece. Poco a poco, su vida interior ira haciéndose más nueva, más amplia e intensa, más lucida y ordenada. Así un minuto, y otro, y otro. Para nuestro hombre-un hombre que cualquiera de nosotros puede ser-, el libro se ha trocado en verdadera fiesta. Ea, no es tan difícil ni costoso que el libro, hoy en España festejado, se os convierta, por unas horas, en obsequioso festejante.
Madrid, abril de 1955.


RÍOS PARALELOS : 7 POETAS LATINOAMERICANOS CONTEMPORÁNEOS


BOGOTA CON VERSO
Luis Miguel Madrid
Madrid, septiembre de 2013

Algo especial sucede entre los asuntos poéticos y la ciudad de Bogotá. La filosofía, la matemática, el teatro y hasta la música pasan por allí, pero la poesía es la que se queda hasta el final, medio prendida  a los oleajes o a las cremalleras de los que hacen de cada verso largo un trozo de pan de carácter irrevocable.

Y suele pasar asiduamente. De hecho, los poetas extranjeros se descuadran por voluntad propia. Se les nota la calidad de recién llegados mucho antes de verles despistarse camino a la Candelaria. En la 19 ya suelen estar más que tocados, antes incluso de comenzar su primer recital o de echar el primer vistazo al cielo de Bogotá.

Rafael del Castillo Matamoros, otro poeta despistado-aunque esta vez autóctono- es el más culpable. Por fundar una revista cultural Ulrika, talleres “de sonetos” o el festival Internacional de poesía de Bogotá. Se había propuesto llenar de revistas los versos y de experiencias las miradas de los aspirantes al haiku moderno. Del castillo ha propagado la poesía de otros con mas cariño que la propia, no solo por os múltiples rincones de Bogotá, también por Cartagena, Cali, Villavicencio o Pereira se han escuchado ecos sonados del castellano más despierto de estos años. Desde Chile a Estados unidos, México, Perú, Venezuela… todos hemos pasado por aquí, españoles incluidos, y de alguna o muchas  maneras nos sentimos raros, tan familiarmente extraños o tan lejanamente iguales, o tan entusiasmados que siempre andamos pensando en volver. Rafael tiene motivos para estar contento. El engranaje entre las diversas piezas poéticas funciona perfectamente engrasado a través dl tiempo y a pesar del millón de dificultades con las que se encuentra quien se dedica a hacer negocios no rentables desde el punto de vista monetario. Sin embargo, si obtiene  grandiosos beneficios sociales, sentimentales, espirituales o intelectuales. Desde  hace ya veinte y tres años, un valioso grupo de amantes de la literatura sale del taller de escritura del FIBP, que dirige el maestro Rafael del Castillo, con los versos crecidos y la ideas más claras camino de las paginas donde habían los poemas más valientes.

En esta antología se ha reunido un prometedor grupo de ellos, realmente cualificado, de origen diverso: República Dominicana, Bolivia, México y Colombia; con formulas poéticas y técnicas variadas. La formación de todos ellos es realmente consistente y llamativamente diferenciada, sobresaliendo un gusto por la sencillez y el lenguaje directo, con referencias a lo social, a lo natural y a lo sobrenatural. Los otros dos temas son inevitables: el amor y la poesía… o viceversa. La espiritualidad sincera consciente de Neftalí Eugenia: “sobran cruces/ faltan redentores”, no choca con la salvación a través d la poesía que propone Carlos Herrera: “de los poetas es el reino de los mares”. La preocupación social, la trascendencia de os acontecimientos son tratados con seriedad, firmeza y trazos de ironía. Los encontramos por ejemplo muy bien perfilados en varios de los poemas de Rosaura Mestizo, como “Partida de defunción” o “Noticias” y en versos tan contundentes como “hasta las piedras huían de la muerte”.
En Jorge Carlos Ruiz de la Quintana encontramos la naturaleza, que no falta en ninguno de sus compañeros, de manera más impetuosa: amazonas, estrellas, noches y espacios adjuntados a delicados cambios en forma de detalle: “soñamos/cantamos un susurro”. La sensualidad es nota predominante en todo, aunque quizás es Silvio Salcedo Tovar   quien más la desborda: ”Me envolveré en las frías sábanas que aun no tienen tu olor, / y que no han de conocer en las mañanas tu aliento fresco/por el sabor del jugo de naranja”. Alejandro Vergara añade humor, la paradoja y ciertos sentidos relacionados con la ironía:”la pregunta nos sorprende/perdidos ambos en la respuesta”.

Stephanie Alcantar es la poeta invitada a ésta antología por su “permanente y enriquecedor diálogo con la poesía y poetas colombianos de las últimas generaciones” y su participación en las II jornadas Literarias o en la XX edición del festival Internacional de Poesía de Bogotá. Su afinidad al grupo y la tierra se encuentra tanto en la cariñosa cercanía como en la calidad de sus versos: “Bogotá tiene un intermitente / contagioso / olor a tierra mojada, / que no describiré / para no arriesgarme a que la humedad / despinte las palabras”.

Ríos paralelos es un proyecto de consecuencias realmente hermosas y sus aguas no deben esperar, las de varios de ellos ya han pasado con soltura por los cauces del festival poético bogotano-el resto lo hará en breve, no lo dudo-, algunos ya han publicado, otros preparan su opera prima y, sobre todo, por encima de lo que suceda con sus versos, la poesía les habrá hecho crecer compartiendo letras, experiencias y sensibilidades, aprendiendo con golpes tan sólo literarios a ser personas. Así lo expresa Neftalí Eugenia Castillo, en nombre de todos ellos:

Una de las experiencias más fructíferas y hermosas en cuanto a creación literaria y convivencia, ha sido el taller Internacional de Poesía Bogotá que dirige el maestro Rafael del Castillo. Ser parte de él nos ha permitido abrirnos a nuevos horizontes y a crecer como petas, escuchando las voces de otros compañeros sin dejar de oír la propia voz (si es que debemos llamar propio algo). En el taller hemos vivido una suerte de interinfluencia que nos ha enriquecido a todos.

Aquí no sólo hemos aprendido a crear, también hemos aprendido a estar juntos, a querernos y a respetarnos. Todo ha conspirado para que nuestro taller no sea simplemente un espacio de creación amordazado al rigorismo académico, sino algo más importante. Nos hemos convertido en una comunidad de amigos y amigas que creamos juntos, intercambiamos ideas, textos, experiencias e ilusiones. Nadie es jefe ni lleva la voz cantante. Incluso el maestro Rafael, avezado poeta, con su manera franca y sencilla se ha convertido en uno más que opina y sugiere sin pretensión de imponer nada, porque esa es su manera de enseñar.

Así funciona el Taller del festival Internacional de Poesía Bogotá done aprendimos tantas verdades. Entre ellas, que somos ríos paralelos que confluyen en un mismo mar, la Poesía.


DE RIOS PARALELOS
Rafael del Castillo
Editor

Para todo acto de creación es aplicable un taller, casi podría decirse que es una condición natural. Todo es oficio. Vivir es un oficio, la poesía es un oficio, ya lo dijo Pavese. Desde hace 23 años  un grupo de personas entra y sale del taller que en principio se aplica en realizar el Festival Internacional de Poesía de Bogotá. Algunos de ellos, además de hacerlo bajo la impronta del ejercicio de taller, aprovechan juiciosamente la dinámica para aplicarse en releerse y en leerles a sus cofrades sus propios versos.
De uno de los años más significativos en esa apuesta se desprende el presente volumen. Hemos querido sumar a este la voz de la poeta mexicana Stephanie Alcantar, pues desde que nos acompañó en las III Jornadas Universitarias de Poesía y posteriormente en el XX Festival Internacional de Poesía de Bogotá su diálogo con la poesía y con los poetas colombianos de las últimas generaciones ha sido permanente y enriquecedor.

Ríos paralelos, voces paralelas, no implica de manera alguna monotonía o tendencias epigonales bajo el ala de programas o manifiestos. La identidad está dada por la sinceridad de sus voces, instancia que en todos y cada uno de ellos deriva en autenticidad y compromiso con la palabra y con sus lectores.





STEPHANIE ALCANTAR (Illinois, EE.UU. / Durango, México, 1990). Poeta, narradora y ensayista. Licenciada en Matemáticas Aplicadas, UJED,2012, y becaria del PECDA 2010.2011. Actualmente cursa la maestría en Literatura y Lenguas Romances en la Universidad de Cincinnati. Autora de los libros: Los lirios contaran cuentos de hadas (2008-2009, IMAC), La incertidumbre también tuvo infancia (2009), ICED; premio Estatal de Poesía Olga Arias 208; traducido al polaco), Teoría del olvido (2011: Mantis), El orden del infinito (2013, IMAC; Premio Estatal de Ensayo Mtra. Pilar Anlanis 2012) y Humedad de la nostalgia (2013, IMAC). Segundo lugar en el Concurso Internacional Caminos de Libertad con el poema Si libertad fuera una palabra. Su obra está incluida en antología y revistas nacionales e internacionales.

LA CONSTRUCCION DE LA CASA

Quisieron construir una casa.
El comenzó escribiéndole muros en la espalda,
unió sus lunares y nació una frontera,
un terreno qué volver habitable.
Le alineó las venas,
las sacudió
y dibujó una escalera.
Ella le plantó ventanas en sus ojos
y él se quitó la piel para cubrirlas.
Él quiso encenderle un jardín en el vientre.
Ella sembró un sueño en sus pulmones.

Como un caracol
llevaron siempre su casa a todas partes.
Pero el hogar
el sitio que realmente tiene puerta y llave,
quedó del otro lado del olvido,
Ahí donde los arquitectos desconocen el plano
y el amor corre entre las habitaciones

persiguiendo al futuro.




NEFTALI EUGENIA CASTILLO (República Dominicana, 1979). Poeta, radicalista, docente. Estudio filosofía y Humanidades en la universidad INTEC de Santo Domingo, es diplomado en Habilitación Docente por Fe y alegría y locutor de radio por la Escuela de Locución del Cibao (ELC). Actualmente cursa el postgrado en teología Sistematica en la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá. Se inicio en la poesía en el 2009 junto al jesuita Prudencia Piña, en el recital “Una poesía junto al jesuita Prudencio Piña, en el recital “Una poesía para Dios” del centro Fe y Cultura Roberto Bellarminio en Santiago de los Caballeros, R.D. Invitado a diversos recitales organizados por universidades y colegios, participo en el XXI Festival Internacional de Poesía de Bogotá en el 2013. Actualmente termina su libro de poemas Aunque se nublen tus ojos.

POESIA
La poesía no es
sencillamente
el oficio pendejo
de las almas ociosas.

La poesía es
una actitud vital.
Es el abrazo estrecho
del poema que se escribe
y la vida que se intenta vivir.

INGRATITUD DE LA MEMORIA

No sé a quién le debo la poesía
si a la sonrisa de un ángel
o a la furia de un relámpago.
No sé de qué región extraña
proviene el poema.

Acaso nace del recuerdo
o tal vez de una esperanza muerta.
Sangra por las pupilas de alguna herida
o desfilan las palabras
entre las plumas de un ave.

Es posible que llegue
entre los dedos de la lluvia
bañado de luz y de amapola
o se desprenda feliz
de algún camino soleado

A veces
es el viento quien susurra
los nombres de muchachas desnudas
y en ocasiones los encuentros
en una colección de amores arrugados.

La ingratitud de mi memoria
no me permite recordar,
pero creo que el poema viene
-como un regalo del cielo-
en el pico de alguna paloma mensajera.


CARLOS FERNANDO HERRERA CASTIBLANCO (Bogotá, 1978). Poeta y docente de idiomas, lingüística y literatura. E 2002 obturo el título de licenciado en Filología e Idiomas por la Universidad Libre de Colombia y luego realizó estudios de Maestría en Literatura Hispanoamericana en el Instituto Caro y Cuervo de Bogotá, institución donde también ha sido estudiante de lenguas clásicas.

JORNADA LABORIOSA

Busco en la noche el reposo.
Hostil durante el día
ahora
sentado a la mesa:
la palabra, la palabra.

El vientre hueco
la tinta biliar se escurre entre las manos
los esos traspasados por las agujas del tiempo
el corazón en la angustia previa a la música del alba
el funeral de mañana
el choque de los autos:
se duermen tras el sol por el continuo roce.

Puntillas arroja el cielo a la ciudad.
Con aire de pesadumbre
pulmones acezantes inhalan el monóxido de esta tarde de
viernes.

La piel traspira lágrimas.

ROSAURA MESTIZO MAYORGA (Suesca, Colombia). Poeta, abogada y pedagoga. Ha sido coordinadora y gestora de varios festivales internacionales de Poesía de Bogotá, como también colaboradora de las jornadas Universidades de poesía de Bogotá y de la revista de poesía ULRIKA. HA publicado el libro de poemas Semiótica del Silencio (2007). Hace parte de las antologías La casa del vino (2005) y EN-RED-ADOS (Madrid, España, en preparación). Finalista del 1 certamen Internacional Toledano “Casco histórico” (Poesía; Toledo, España, 2012), del III Concurso Nacional de Historias de amor (relato; Timbío, Cauca, Colombia, 2012) y del festival Arteusaquillo (Bogotá, 2013).


POETICA
A María José Cantor González

Desenclava de mis muros
el grito de la voz oculta
Dice que el amor y la política son dagas
corruptiblemente seductoras
Me trepa en sus hombros con afición de padre
para otear catástrofes,
donde llego, si es que llego
a llenar los estómagos con palabras
cuando las piedras indigestan
Me enseña a poner el cántaro
recoger las lágrimas
que duermen en la hiedra,
sin saber que existen
Voy al intento de inyectar pócimas
para anestesiar el espacio… el tiempo
hasta mi muerte.

Oigo la voz de una niña nueva que me llama
desde su manantial de Ítaca y
me levanta

me levanta.


JORGE CARLOS RUIZ DE LA QUINTANA ( La Paz, Bolivia, 1979). Poeta y narrador. Estudió filosofía, antropología y teología. Creció acurrucado en las faldas del Illimani. Inficionado por los demonios y las manías de la naturaleza humana se fue a perseguir su propia vida. Ama el campo y la selva, porque se siente parte de la revolución que allí habita. Ha trabajado junto a comunidades indígenas de distintas latitudes de Latinoamérica, compartiendo la esperanza que trae la lluvia. Tiene publicados cuentos, artículos y es columnista en la prensa de su país. Afirma que la poesía lo ha estado enloqueciendo con cruda insistencia desde su juventud. Recientemente participó en el XXI Festival Internacional de Poesía de Bogotá.

 INCIENSO

“Las palabras se las lleva el viento”
Las evidencias me obligaron a creer que era una simpática
alegoría
Pese a ello siempre quise verlas volando
deslizarse de la boca de la gente
desojarse en los pronunciamientos tristes
inundar un estadio ras gritar gol
decorar las avenidas con la estela de los enamorados.

Cuando mamá me decía: “te entra por un oído y te sale
por el otro”.
Podía jurar que era verdad
y soñaba con ver pasar una canción por la cabeza de aquella
niñita
que tanto yo quería.

Pero un día resolví el misterio.
Sumergido bajo el agua me propuse escuchar a las burbujas
tras probar todas las maneras nunca oí nada.

Supe entonces que eran aire
hálito silencioso, invisible potencia que vive en los cuerpos
allí dentro se queman
es su incienso el que impregna el mundo y lo respiramos.



SILVIO ANDRES SALCEDO TOVAR (Bogotá, 1985). Poeta y Teólogo. Adelanta estudios de teología y cursa el postgrado en Teología Sistemática en la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá.

PARTITURA

El atrevimiento de la inclinación de tu mirada
despierta la melodía inesperada de unas frases que te dicen,
a cada compás,
que te amo.

Húmeda se encuentra la sábana de mi cama
por las lágrimas que, acompañadas por tus suspiro,
permean sutilmente la tela tosca añorando lo terso que es tu
piel.

Se me ocurre que podría inventar nuevas partituras,
en las que el brillo de tu mirada encendiera los silencios que
le dan paso a otra nota.

Pero tal vez en los nuevos horizontes donde te vayas a
refugiar,
halles y percibas colores disímiles
¡Tantos!
que no extrañes las tardes que juntos,
nosotros,
tú y yo,
solíamos pasar al son de turpiales voces
que acompañan en silencio nuestro amor.


ALEJANDRO VERGARA (Colombia). Poeta. Bachiller del ITI centro Don Bosco, violinista en formación, licenciado en español y lenguas Extranjeras de la Universidad Pedagógica Nacional de Colombia. En el 2004 obtuvo el primer en el concurso intercolegiado de ensayo para grados once promovido por la editorial Norma en Bogotá. Invitado a varias versiones de las Jornadas Universitarias de Poesía de Bogotá y al festival Internacional de Poesía de Bogotá en su XXI versión, actualmente prepara su opera prima.

LA CARICATURA ES FIEL ERES TU?

Camaleón ya no te asomes al marco azul,
que todos ellos ya te lo han dicho.
Cierra tus ojos,
descansa.

Es hora ya de buscar los colores que a nadie le importan.
Cierra los ojos,
Camaleón.
Ya no te asomes.

Vístete de harapos que el encuentro es harapiento
y espera por ti.

El te ama.
La enfermedad no es tal para el extranjero de los ojos.

Despójate de ellas
verás que luego del marco azul está la tarde.
Mírala: abre tus brazos y te recibe,
esa tarde que es presente y es nada y cálida,
el presente, el amigo que nunca se fue.

Acepta ya el silencio del deseo y del sueño.

Camaleón,
Camaleón horrible,
no busques mas consuelo,
que las mentiras
no tienen gafas.