sábado, 28 de marzo de 2009

SIÉNTATE JUNTO A MÍ


De Ligia Minaya

Ahora que estás ahí, esperando a que abra la puerta, con un abrazo de manzanilla, nomeolvides, canela y albahaca, con tu cara de niño bueno, y te miro desde las sombras de mi rutina, no sé qué hacer. Mi corazón hace mucho que vive en soledad, puso una tranca a la puerta y, te juro que aunque quisiera, no puedo abrirla. No sé dónde está la llave. Quizás la ha perdido y no se atreve a decírmelo. Tú, sin palabras, me inquietas con el manojo de tus manos impacientes.

Es que hace tanto tiempo que mi corazón no deja entrar a nadie que no sé si quisiera recibirte. Un día se acomodó en la penumbra y junto al silencio vive su enorme soledad. Del viejo roble cortó una rama y fabricó la tranca. No dejó ventana abierta ni para que entrara el sol, sólo hendijas por donde alguna vez se le oye cantar recuerdos y nostalgias. Y ahora llegas tú con un atado de besos y de espigas. Con sueños envueltos en la piel, y te sientas paciente a entonar serenatas de versos con arpegios y con aromas, no sé por cuánto tiempo. Pero el tiempo es siempre-tiempo y tiempo-siempre.

¡Está bien…! Sentémonos a esperar el alba y las auroras. Yo tomaré tus manos en las mías y aspiraré tu ramo de ilusión, pondré a hervir el agua que caliente la canela y adornaré mi pelo. Pasará el amanecer y llegarán atardeceres y auroras. No podré darte fechas, ni explicar motivos, porque tampoco puedo asegurarte nada. No es cuestión de horarios, ni de plazos, ni de fechas, ni de apretar la marcha, ni derribar la puerta. Es que se aprende a vivir en soledad, y es la soledad la amiga-compañera-solidaria que no se deja por un desconocido. El silencio se hace costumbre, y nada más. Por eso ahora, es difícil aceptar la compañía, compartir las palabras, la mesa y hacer un lugar junto a la cama. Se hace tan difícil que por no compartir, ni las lágrimas, ni las penas, se comparten,

No exijas. No pidas. No reclames. No descubras tus prisas. Ahora que llegaste hasta mi puerta, espera a que mi corazón te abra, si es que abre. Siéntate junto a mí. Cuéntame de ti, de sus sombras y tus luminosidades, si vienes de valles o de montañas, si dejaste la piel en otros brazos. Dime si juntos podemos abonar la tierra y tu mano y la mía podrán bordar las sábanas. Si seremos nosotros, o si sólo seremos tú y yo, quizás tú, quizás yo, o después, sólo yo.

Por favor, no me pidas que cambie mi rutina, ni mis peces, ni apague el tono libre de mi risa, ni desnude mis libros. Si quieres esperar, respeta esto: Mis silencios, mis momentos negros, mis días luminosos y con estrellas, mis noches de luna menguante y mis atardeceres grises. Quizás esa sea la llave de la puerta.

Te tomo como eres. Te dejo tus espacios, tus libros de astronautas, tus amigos y tus cervezas frías, y al conjuro de de los espacios permitidos puede que se abra mi corazón al tuyo. Tal vez así, con tu abrazo de albahaca, canela y siempreviva esparciendo sus aromas de amores y consuelos, pueda mi corazón volver al recinto del amor más tierno para que seamos un solo amor y un solo cuerpo. Conserva para ese momento tu ramo de nomeolvides para adornar la casa. Tus brazos fuertes para encender el fuego y tu aliento tibio para probar el vino.

ÚLTIMA HORA. 19 de febrero de 1996. Santo Domingo. R. D.

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