martes, 7 de julio de 2009

El Adulón, un personaje.


Cesar Mella

Cuando Pedro fue electo senador, Juan un miembro de su equipo de campaña le dijo: “Tu madre es la misma virgen Maria, pues usted, mi jefe, es lo que mas se parece a Dios”…

Según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua, adular es: “decir inmoderadamente lo que se cree pueda agradar a otro”.

Para el Diccionario Larousse esta actitud consiste en: “alabar a alguien servilmente para ganar su voluntad”…

El adulón, que generalmente es un hombre joven e inteligente, casi siempre es especialista en piropos y ha comprobado que muchas personas, sedientos de reconocimientos, necesitan de sus halagos para sentirse más importantes.

En la percepción popular, estamos describiendo a un personaje, llamado por otros, “limpia saco”.
Aunque algunos seres humanos con cierto equilibrio de su autoestima rechazan a este tipo de personaje y afirman que “yo soy como el domplín, que no coje salsa” como dicen los Petromacorisanos.

En el entorno de la politocracia; en el séquito presidencial, y en el ambiente de los funcionarios , encontramos estos alabarderos.

Muchas alabanzas suelen acompañarse de la solicitud de favores o de ayudas económicas.
En nuestro país, en la entrada a los medios de comunicación, en los locales de organizaciones políticas y en las oficinas publicas, se apostan los llamados “ pica pica” o pedilones vulgares que suelen llamar a la victima como “ Licenciado recuerde que yo soy de la gente suya”…

Es posible que en la intimidad de los presidentes siempre haya existido una suerte de “bufón del reino” que son funcionarios intermedios que se dedican a la intriga, “a contarle diatribas al jefe” y a gestionar favores, incluyendo ligar o intermediar en las gestiones sexuales de los mandatarios.

Ya Plutarco, en la antigua Grecia, decía: “El adulador, al igual que la carcoma penetra, sobre todo, a los tipos de madera blanda.

“La adulación- agrega-, no acompaña a las personas pobres, anónimas o débiles, sino que es un traspié de infortunio de las grandes casas y de los grandes asuntos y con frecuencia, destruye soberanías y principados”.

Nunca, como hoy, observo una verdadera plaga epidémica de adulones y aunque es necesario promover los reconocimientos , los halagos justos y moderados, así como las alabanzas y buenas opiniones sobre los otros, hay que combatir esta peste que distorsiona las relaciones humanas llenándolas de hipocresía y manipulación.

El NACIONAL. com. De salud y otras Cosas.

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