sábado, 4 de julio de 2009

ACOSO MORAL


GASLIGHT. Es una gran película del año 1944, dirigida por George Cukor e interpretada entre otros por Ingrid Bergman, y por la que consiguió su primer Oscar. La película muestra el intento de destrucción de una persona, de acabar mentalmente con ella, mediante una tremenda tortura psicológica.

José Luís González de Rivera en su libro sobre el maltrato psicológico define lo que es hacer `Luz de gas´ y dice: "Hacer luz de gas consiste en intentar conseguir que alguien dude de sus sentidos, de su razonamiento y hasta de la realidad de sus actos”.

La expresión fue popularizada por la película Gaslight, titulada en español Luz que agoniza. El escritor Javier Marías resume así en que consiste hacer luz de gas: Persuadir a una persona de que su percepción de la realidad, de los hechos y de las relaciones personales está equivocada y es engañosa para ella misma.

Negarle que lo ocurrido y presenciado haya ocurrido; convencerla de que en cambio hizo o dijo lo que no hizo ni dijo; acusarla de haber olvidado lo efectivamente acaecido; de inventarse problemas y sucumbir a sus suspicacias; de ser involuntariamente tergiversadora, de interpretar con error siempre, de deformar las palabras y las intenciones, de no llevar razón nunca, de imaginar enemigos y fantasmas inexistentes, de mentir-sin querer pobre-constantemente.

Para quién sabe persuadir a alguien de todo esto, se trata de un eficaz método para manipular a su antojo y anular voluntades, para hacerse dueño de la víctima y convertirla en su esclava."

La situación de acoso representada en Luz que agoniza ("Luz de Gas") se va desarrollando de manera progresiva, según una pauta tan real como la vida misma, que es lo que hace que la película sea tan convincente e impactante. Los pasos seguidos por Gregory, en un orden escalofriantemente calculado, son sumamente eficaces y pueden producir prácticamente en cualquier persona las mismas reacciones que en Paula, a menos que la víctima se de cuenta a tiempo.

Ésta es la estrategia que sigue Charles Boyer para volver loca a Ingrid Bergman:

1) Establece con ella una relación privilegiada, enamorándola con seductoras atenciones y casándose con ella.

2) Limita su vida social, confinándola en casa y evitando visitas, para aislarla de otras influencias.

3) Manipula su realidad, introduciendo circunstancias anómalas, como reducir el suministro de gas para que las luces parpadeen y agonicen, producir extraños ruidos, hacer desaparecer un preciado broche y otros objetos, etc..

4) Invalida su percepción, convenciendo a Paula de que sus sentidos la engañan, cuando en realidad ella percibe los extraños acontecimientos correctamente.

5) Introduce soterradamente la duda sobre todos sus actos y procesos mentales, llevándola poco a poco a cuestionarse seriamente su cordura.

6) Aprovecha los arrebatos y las crisis de nervios que ocasionalmente sufre Paula-Ingrid para cargarse de razón, ocultando que, en realidad, ella está sucumbiendo al estrés de la situación que él ha creado.

7) En la película, la secuencia es interrumpida antes de llegar al paso séptimo, deshacerse de la víctima, gracias a la oportuna intervención del detective de Scotland Yard.

Incluso en este detalle final conserva Luz que agoniza su realismo, al ilustrar que, una vez puesta en marcha la relación de acoso, es difícil que la víctima pueda salir de ella por sí misma, siendo necesaria una enérgica intervención externa para salvarla.

Estamos acostumbrados, por la alarma social que despierta, a tratar el tema de la violencia en sus manifestaciones físicas. Se trate la víctima de un niño, de una mujer e incluso de un animal.

Lamentablemente, es de una importancia y una generalización tremenda, el llamado acoso moral.

Poco se puede agregar a la magnífica descripción del fenómeno que hace el escritor referido, pero me agradaría hacer algunas puntualizaciones.

En la secuencia que nos describe coloca en primer lugar la seducción en una relación privilegiada. No cabe duda de que para que esta instrumentalización perversa tenga éxito debe realizarse en esas condiciones. Se trata del marido, de la esposa, de un familiar querido, pero sobre todo se trata en una relación de amor y/o de confianza. Nada debe indicar a la víctima que está siendo manipulada por el agresor. Incluso este solo pensamiento debe ser inmediatamente rechazado.

En segundo lugar, provoca el aislamiento de otras influencias. Aislar a la víctima de su familia tratando de crear situaciones de enfrentamiento, es muy habitual. Y para ello se servirá de todas sus habilidades. Lo mismo sucede con los amigos, "porque esa clase de gente seguramente no le conviene".

Con ello, el perverso no solo logra librarse de miradas que puedan poner en peligro sus objetivos de dominación y control, sino que aumenta el grado de dependencia de la víctima que ya a esta altura piensa que su dominador "sabe" incluso mejor que él lo que le conviene.

www.acosomoral.org.

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