DIOGENES VALDEZ, Premio Nacional de Literatura 2005. San Cristóbal. Narrador y ensayista. Hijo de José del Carmen Valdez y María Altagracia Medina. Cursó la educación primaria en la escuela Juan Pablo Pina y la secundaria en la Escuela Normal y en el Instituto Politécnico Loyola. Estudió dos años de ingeniería industrial en la Universidad de la República, en Uruguay, y dos años de Literatura en la Universidad Nacional Autónoma de México, pero no concluyó ninguna de dichas carreras. Laboró como corrector de estilo de la Secretaría de Estado de Educación (1980-2000), Funcionario de la Dirección de Investigaciones Literarias (1984-86) y Subdirector (1992) de la Biblioteca Nacional, Asistente del Gobernador del Faro a Colón (2001) y Director de la Biblioteca República Dominicana (2001). Agregado Cultural en Uruguay (2006-2008). Actualmente es agregado cultural en Alemania.Ha sido galardonado en varias veces en el Concurso de Cuentos de Casa de Teatro. En 1982 obtuvo el segundo lugar con “El relámpago entre las sombras”, en 1983 el segundo lugar con “Buenas noches Dulcamara” y ese mismo año, mención de honor con “Alguien conoce esta historia.” También ha recibido el Premio Nacional de Cuento, otorgado por la Secretaría de Educación, en tres ocasiones con las obras: Silencio del caracol (1978), Todo puede suceder un día (1982) y La pinacoteca de un burgués (19-92), el premio Siboney de Novela con Los tiempos Revocables (1983) y el Premio Nacional de Novela UCE 2004 con El cisne enfermo.
BIBLIOGRAFIA ACTIVA
Cuento. El silencio del caracol (1978). Todo puede suceder un día. (1984). La pinacoteca de un burgués. (1992). Motivos para aborrecer a Picasso. (1996). Acta est fábula. (2001).Cuentos Escogidos. Editora Nacional. Colección Antologias. (2005)
BIBLIOGRAFIA ACTIVA
Cuento. El silencio del caracol (1978). Todo puede suceder un día. (1984). La pinacoteca de un burgués. (1992). Motivos para aborrecer a Picasso. (1996). Acta est fábula. (2001).Cuentos Escogidos. Editora Nacional. Colección Antologias. (2005)
Novela. La telaraña (1980). Lucinda Palmares (1981). Los tiempos revocables. Santo Domingo (1983). Retratos de dinosaurios en la era de Trujillo (1997). Tartufo y las orquideas (anteriormente editada con el título de Retratos de dinosaurios en la era de Trujillo (1997).EL SEXTETO DE FORT LIBERTE: La noche de Jonsok: Un antes. (2000). Huellas en la arena mojada: Otro antes (2002). El viento y la noche: Un después (2003). La flores del hielo: Un paréntesis (2004). El hipocampo y el Iceberg: Otro después (2004). Raknarok: Final (2004) y EL cisne enfermo: La novela de la voz (2004).
Ensayo. Del imperio del caos al reino de la palabra(1986). El arte de escribir cuentos: Apuntes para una didáctica de la narrativa breve (2003).
Cuentos Escogidos.
Colección Antologías.
Secretaría de Estado de Cultura.
Editora Nacional.
Diógenes Valdez es un escritor sobre el cual emitir juicios valorativos además de innecesario es peligroso. Incansable protagonista de las letras contemporáneas dominicanas, se ha convertido ya en un maestro de la narrativa, con una voz puramente nuestra, pero con visos universales. El también hijo de San Cristóbal, ha creado un imperio compacto, en el cual la jauría de personajes que componen ese universo, parece hermanarse con nuestro destino, corroborando el objetivo del arte según Malraux, que es el de sumar el arte a nuestras vidas para hacernos más vidas.
Selección:
Biografía de un hombre desde un sexto piso.
Diógenes Valdez
Desde el principio todo estuvo previsto, menos el final. Desde hacia algunas noches el tema le estaba robando el sueño. Tenía que escribir la historia de un hombre que está escribiendo un relato y que pierde la vida sin encontrar el final. Sin embargo, tampoco el encontraba el desenlace. Era una historia rebelde, casi intuida en todos los detalles, menos en la forma en que debía terminar.
Camina un par de pasos sin darse cuenta que se encuentra en el balconcito que tanto le fascina, porque desde el sexto piso puede mirarlo todo sin llamar la atención. Mira los autos allá abajo, las gentes que caminan por las calles y las hojas que en este ventoso otoño se caen de los árboles. Mira también la Smith-Corona y se repite lo mismo; le dice a su conciencia que no va a comenzar a escribir el relato hasta que no tenga todo en la cabeza. Ahora la luz y el aire se cofunden. Sigue pensando recostado a la pequeña verja del balcón, dejando que sus ojos contemplen todo el barrio sin mirarlo y allá detrás, a su espalda, la maquina espera las caricias de sus dedos. Se sienta. Toma una hoja de papel inmaculado. Sus dedos comienzan a traducir sobre la maquina todas las ideas que tiene en el cerebro. Frunce el ceño mientras escribe y la cara se le transfigura toda. Ya sabe que no es lo mismo. Sus manos se aceleran al ritmo de la fiebre que se ha encerrado en su cabeza.
Ahora es otro hombre y escribe, escribe sin que nada lo detenga. Ya no importa el reloj, ni la brisa que entra por la puerta aquieta que mira hacia el balcón. No importan los débiles sonidos que suben desde la calle, sigue escribiendo sin importarle los minutos, y las ideas que llegan se escapan por sus dedos y se quedan allí, en el papel, en forma de rayitas paralelas y negras., como la sangre coagulada. Nada lo detendrá ya hasta que encuentre el final que aun no se vislumbra en la cabeza. Está como un poseso. Sigue escribiendo y pensando; como si todo el fuera un único pensamiento. No siente hambre ni nada. No sabría decir las horas que han pasado. Ni siquiera ha levantado la cabeza para darse cuenta que ni una sola vez ha cambiado el papel que alimenta la maquina y que recibe sus ideas. No se ha dado cuenta tampoco, que la pequeña habitación en donde ahora escribe, se encuentra abarrotada con aquella interminable cinta de papel que brota de su maquina, como un manantial blanco y negro, sucio con sus palabras. Y el papel sigue allí, apretándose contra las paredes, subiéndose a los muebles, derribando el florero, obstaculizando el aire que ya no corre libremente. Ni siquiera siente el dolor en las falanges, una extraña fiebre lo domina. Le brillan intensamente los ojos, se muerde los labios y las ideas se suceden como las aguas de un río. Sólo una cosa le tortura; no encontrarle el final a esta historia de un hombre que esta escribiendo otra historia y que se muere sin encontrar el final. Todos sus pensamientos y todas sus palabras surgen opacadas por el delirio de esta preocupación. Es como si le estuviera haciendo trampas el cerebro, y el papel se sigue amontonando, empujando ahora la mesa en donde escribe, pero todavía el no se ha dado cuenta.
Ya debe estar en el balcón, porque la brisa le pega con más fuerza encima de la nuca, pero no se detiene, escribe, escribe, escribe sin levantar los ojos de la maquina, sin darse cuenta que no ha cambiado el papel, porque quizás ahora resulta innecesario. Sigue escribiendo y el papel saliendo de la maquina, interminable y eterno; ¡ahora o nunca!, intercala precariamente este pensamiento. No siente la molestia que le causa la presión del borde de la mesa encima de su pecho, ni la de la pequeña baranda que se encuentra a su espalda, no se da cuenta que el torso se le ha arqueado, porque el montón de papel casi le cubre los ojos y apenas si puede respirar, pero sigue escribiendo, únicamente sus dedos tienen ojos y encuentran sin dificultad la esfericidad deforme de las teclas, entonces, pierde el equilibrio y su cuerpo cae al vacío desde este sexto piso, encontrando el tiempo preciso para hacer un último pensamiento y encontrará el final, porque el final esta ahí, en la caída, en ese cuerpo que dentro de un momento tocará el pavimento en donde se le habrán de romper todos los huesos, en la sangre que manchará el cemento y en ese desvanecimiento que se presentó de improviso, mientras pensaba escribir una historia y, desde este sexto piso miraba los autos allá abajo, las gentes que caminaban por las calles y las hojas que, en este ventoso otoño se caen de los árboles.
Colección Antologías.
Secretaría de Estado de Cultura.
Editora Nacional.
Diógenes Valdez es un escritor sobre el cual emitir juicios valorativos además de innecesario es peligroso. Incansable protagonista de las letras contemporáneas dominicanas, se ha convertido ya en un maestro de la narrativa, con una voz puramente nuestra, pero con visos universales. El también hijo de San Cristóbal, ha creado un imperio compacto, en el cual la jauría de personajes que componen ese universo, parece hermanarse con nuestro destino, corroborando el objetivo del arte según Malraux, que es el de sumar el arte a nuestras vidas para hacernos más vidas.
Selección:
Biografía de un hombre desde un sexto piso.
Diógenes Valdez
Desde el principio todo estuvo previsto, menos el final. Desde hacia algunas noches el tema le estaba robando el sueño. Tenía que escribir la historia de un hombre que está escribiendo un relato y que pierde la vida sin encontrar el final. Sin embargo, tampoco el encontraba el desenlace. Era una historia rebelde, casi intuida en todos los detalles, menos en la forma en que debía terminar.
Camina un par de pasos sin darse cuenta que se encuentra en el balconcito que tanto le fascina, porque desde el sexto piso puede mirarlo todo sin llamar la atención. Mira los autos allá abajo, las gentes que caminan por las calles y las hojas que en este ventoso otoño se caen de los árboles. Mira también la Smith-Corona y se repite lo mismo; le dice a su conciencia que no va a comenzar a escribir el relato hasta que no tenga todo en la cabeza. Ahora la luz y el aire se cofunden. Sigue pensando recostado a la pequeña verja del balcón, dejando que sus ojos contemplen todo el barrio sin mirarlo y allá detrás, a su espalda, la maquina espera las caricias de sus dedos. Se sienta. Toma una hoja de papel inmaculado. Sus dedos comienzan a traducir sobre la maquina todas las ideas que tiene en el cerebro. Frunce el ceño mientras escribe y la cara se le transfigura toda. Ya sabe que no es lo mismo. Sus manos se aceleran al ritmo de la fiebre que se ha encerrado en su cabeza.
Ahora es otro hombre y escribe, escribe sin que nada lo detenga. Ya no importa el reloj, ni la brisa que entra por la puerta aquieta que mira hacia el balcón. No importan los débiles sonidos que suben desde la calle, sigue escribiendo sin importarle los minutos, y las ideas que llegan se escapan por sus dedos y se quedan allí, en el papel, en forma de rayitas paralelas y negras., como la sangre coagulada. Nada lo detendrá ya hasta que encuentre el final que aun no se vislumbra en la cabeza. Está como un poseso. Sigue escribiendo y pensando; como si todo el fuera un único pensamiento. No siente hambre ni nada. No sabría decir las horas que han pasado. Ni siquiera ha levantado la cabeza para darse cuenta que ni una sola vez ha cambiado el papel que alimenta la maquina y que recibe sus ideas. No se ha dado cuenta tampoco, que la pequeña habitación en donde ahora escribe, se encuentra abarrotada con aquella interminable cinta de papel que brota de su maquina, como un manantial blanco y negro, sucio con sus palabras. Y el papel sigue allí, apretándose contra las paredes, subiéndose a los muebles, derribando el florero, obstaculizando el aire que ya no corre libremente. Ni siquiera siente el dolor en las falanges, una extraña fiebre lo domina. Le brillan intensamente los ojos, se muerde los labios y las ideas se suceden como las aguas de un río. Sólo una cosa le tortura; no encontrarle el final a esta historia de un hombre que esta escribiendo otra historia y que se muere sin encontrar el final. Todos sus pensamientos y todas sus palabras surgen opacadas por el delirio de esta preocupación. Es como si le estuviera haciendo trampas el cerebro, y el papel se sigue amontonando, empujando ahora la mesa en donde escribe, pero todavía el no se ha dado cuenta.
Ya debe estar en el balcón, porque la brisa le pega con más fuerza encima de la nuca, pero no se detiene, escribe, escribe, escribe sin levantar los ojos de la maquina, sin darse cuenta que no ha cambiado el papel, porque quizás ahora resulta innecesario. Sigue escribiendo y el papel saliendo de la maquina, interminable y eterno; ¡ahora o nunca!, intercala precariamente este pensamiento. No siente la molestia que le causa la presión del borde de la mesa encima de su pecho, ni la de la pequeña baranda que se encuentra a su espalda, no se da cuenta que el torso se le ha arqueado, porque el montón de papel casi le cubre los ojos y apenas si puede respirar, pero sigue escribiendo, únicamente sus dedos tienen ojos y encuentran sin dificultad la esfericidad deforme de las teclas, entonces, pierde el equilibrio y su cuerpo cae al vacío desde este sexto piso, encontrando el tiempo preciso para hacer un último pensamiento y encontrará el final, porque el final esta ahí, en la caída, en ese cuerpo que dentro de un momento tocará el pavimento en donde se le habrán de romper todos los huesos, en la sangre que manchará el cemento y en ese desvanecimiento que se presentó de improviso, mientras pensaba escribir una historia y, desde este sexto piso miraba los autos allá abajo, las gentes que caminaban por las calles y las hojas que, en este ventoso otoño se caen de los árboles.
Tegamos presente a DIOGENES VALDEZ (1994)
Por Marcial Báez
Los pueblos reflejan su vasta cultura, muchas veces, tomando como embajadores a las personalidades dedicadas a las letras, a las artes. Estas generalmente pasan desapercibidas por un sistema que no le interesa que los ciudadanos noten su capacidad de pensar, de crear y de asimilar as manifestaciones artísticas que les son suministradas; haciendo todo lo posible por promover a la ignorancia.
Por Marcial Báez
Los pueblos reflejan su vasta cultura, muchas veces, tomando como embajadores a las personalidades dedicadas a las letras, a las artes. Estas generalmente pasan desapercibidas por un sistema que no le interesa que los ciudadanos noten su capacidad de pensar, de crear y de asimilar as manifestaciones artísticas que les son suministradas; haciendo todo lo posible por promover a la ignorancia.
Se hace necesario conocer de la vida y de la obra de nuestra representación más alta en la s letras dominicanas actualmente. Para que al oír su nombre, nos sintamos orgullosos de ser sancristoberos.
Las biografías tienen sus orígenes en el computo del tiempo basada en los hechos, porque los grandes hombres se moldean con las múltiples vivencias a través de los avatares de la vida y ésta en especial recorre de manera sencilla la naturaleza de un ser excepcional, nacido en este inmenso solar del sur, San Cristóbal, un 29 de mayo del año mil novecientos y más: DIÓGENES VALDEZ.
Unas veces como estudiante, o por motivos culturales y otras por necesidad de trabajo crearon en él, la inquietud de ser un viajero incansable, llegando a conocer: Irlanda del sur, La Unión Soviética, Argentina, Aruba, Brasil, Colombia, Costa Rica, Cuba, Curazao, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Puerto Rico, Venezuela y Uruguay donde nace su vocación de escritor, al realizar su primer cuento; esto le sirvió de impulso y ya conocemos el resultado.
DIÓGENES VALDEZ es uno de los tres autores dominicanos que aparece en una antología de cuentos hispanoamericanos, publicada por la famosa editora siglo XXI y cuyo compilador es el eminente intelectual Angel Flores.
En la cuentística contemporánea del país entra a formar parte, como uno de los más prolíficos, ya que sus tres libros publicados recogen más de 60 cuentos y los tres han sido galardonados con el Premio Nacional De Cuento: “ El silencio del caracol” (1978), “ Todo puede suceder un día” (1982) y “ La pinacoteca de un burgués” (1993). También ha obtenido lauros en el concurso de cuentos de Casa de teatro.
Además de ser un excelente cuentista, se encuentra en el privilegiado círculo de los mejores novelistas respaldado por sus obras: “La telaraña”, “Lucinda Palmares” (con tres ediciones), “Los tiempos revocables” (Premio Siboney 1983) y “Vocalización” ( novela finalista en el concurso Nacional de novela 1993).
Actualmente tiene en proyecto la edición de un ciclo de novelas, que le asegurará un lugar cimero en toda al historia de la narrativa nacional.
El ensayo “Del imperio del caos al reino de la palabra”, editado en el año 1986 reafirma su capacidad de escritor.
Su cuento “Las seis en punto de una tarde de otoño” fue presentado en forma de ballet en el homenaje a Julio Alberto Hernández (Gloria nacional de nuestra música) en la Sala principal del teatro Nacional en el año 1991. Su relación con el teatro no termina ahí, pues ha realizado adaptaciones infantiles. “El Principito de Antoine de Saint Exupery ” y “Platero y yo de Juan Ramón Jiménez ”, y para adultos “El largo viaje de regreso” de Eugene Oneill.
En el campo de la colaboración, visita la ciudad de Puerto Plata desde hace 10 años, realizando talleres sobre la técnica de escribir cuentos, invitado por la Sociedad Cultural Renovación y la empresa Brugal. También se ha hecho indispensable su participación como organizador de la Feria Nacional del Libro. En la más reciente dictó una charla acerca del cuento y puso a circular “una breve reseña biográfica de Camila Henríquez Ureña” a la cual estaba dedicado tan importante evento.
Por estos meritos y por su inconmensurable interés en respaldar todos los proyectos culturales de esta comunidad, tengamos presente a DIOGENES VALDEZ, ratificando este empeño con las atinadas palabras de R. W. Emerson: “La imbecilidad de los hombres invita constantemente a los abusos de poder. El talento vulgar se complace en deslumbrar y cegar al espectador. Pero el verdadero genio trata de defendernos de sí mismo. El verdadero genio no nos empobrece: nos emancipa y nos agrega nuevos sentidos. Si en nuestra ciudad apareciera un hombre sabio crearía en aquellos que conversaran con él una nueva conciencia de la riqueza, abriendo sus ojos a ventajas no percibidas; establecería un sentido de igualdad inmutable, tranquilizándonos con la seguridad de que no podemos ser engañados, y cada uno podría discernir los límites y las garantías de su condición. El rico se daría cuenta de sus errores y de su pobreza y el pobre de sus remedios y de sus recursos”.
REVISTA DESAFIO. San Cristóbal, R. D. Del Sábado 3 al viernes 9 de septiembre de 1994. Pág. 6
EL SIGLO XX QUEDO ATRÁS. Marcial Báez. Editorial Gente 2000.
porque no se encuentra lucinda palmares
ResponderEliminarestupida pagina
ResponderEliminarporque no publican lucinda palmares en eta pagina
ResponderEliminarPor que no hablan nada de lucinda...Que Mierda~
ResponderEliminarsu informacion esta bien pero tienen q hablar de lo que busco que es todo acerca de la obra lucinda palmares de diogenes palmares
ResponderEliminarsu informacion esta bien pero tienen q hablar de lo que busco que es todo acerca de la obra lucinda palmares de diogenes valdez
ResponderEliminarEsta Pagina No sirve a mi k me importa to eta vaina lo k yo kiero saber es donde Rayo esta Lucinda Palmares par de estupidos!!
ResponderEliminarme gusta mucho la información de Diogene Valdez pero tienen que hablar de Lucinda palmares
ResponderEliminarmierda k pendejada no ahy nada de lucinda
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