domingo, 28 de febrero de 2021

PREMIO NACIONAL DE LITERATURA (Primera Entrega. 1990) / BRUNO ROSARIO CANDELIER

 



Fragmento.

Un acontecimiento cultural enfiesta nuestro ambiente literario; la creación del Premio Nacional de Literatura con los auspicios del Banco Hipotecario Miramar y el Gobierno Dominicano a través de la Secretaría de Educación, Bellas Artes y Cultos. El premio anticipa un buen presagio para el decenio de los 90, reconociendo la consagración de una obra y una vida al ideal literario con aportes originales, relevantes y significativos.

Son 12 los nominados a este prestigioso galardona extraordinario concebido para los autores que han dado sustancia y relieve a la imaginación insular dominicana. Presento un breve perfil de los nominados en orden alfabético:

JOAQUIN BALAGUER (1907) publicό su primer libro a los 15 años. Este ilustre académico ha sentado cátedras en la crítica literaria, cuya tendencia retorica encabeza y ha hecho aportes sólidos a la investigación filológica, biográfica y narrativa. En su oratoria el verbo se inflama de poderes taumatúrgicos, y entre sus obras fundamentales sobresalen Apuntes para una historia prosódica de la métrica castellana, Semblanzas Literarias y los Carpinteros.

JUAN BOSCH (1909) encabeza en Latinoamérica el socio-realismo y había sustentado con brillantez el Criollismo y preconfigurado con aciertos reveladores el Realismo mágico logrando en la narrativa una maestría ejemplar. Pone a la Republica Dominicana en el mapa de la literatura latinoamericana, alcanzando con Camino Real, La mañosa y Cuentos escritos en el exilio la categoría de  clásico contemporáneo, sin mencionar las obras de ensayo que lo acreditan  como ideólogo dominicano forjador de un legado conceptual, patriótico y moral.

AIDA CARTAGENA PORTALATIN (1918) abrió con su lirica una nueva ruta de sensibilidad expresiva en una época en que el canto estaba constreñido por viejo patrones intimistas a los que se opone Una mujer está sola o La tierra escrita, y con Escalera para Electra potencia el desarrollo de la novela dominicana.

MANUEL DEL CABRAL (1907) Ha cultivado todos los registros temáticos con una fuerza imaginativa y sensorial con modernos recursos poéticos de la lengua. Es nuestro poeta representativo en la poesía negra con Trópico Negro; nuestro antropólogo social con Compadre Mon, y con Los huéspedes secretos orilla la vertiente metafísica en la lírica antillana.

VIRGILIO DIAZ GRULLON (1924) asume la imaginación fantástica como llave para penetrar y auscultar las zonas interiores del ser humano y con sus vivencias y obsesiones articula un mundo narrativo prevalido de las técnicas de la tradición universal en el género que se acrecienta desde Un día cualquiera, Crónicas de altocerro hasta Más allá del espejo.

 ARTURO FERNANDEZ SPENCER (1920) aclimata la cultura griega a nuestra idiosincrasia. Encabeza la tendencia critica estilística de nuestra crítica literaria y aúna el tono de esquilo al de Quevedo y Becquer y Darío para insulsar el aliento metafísico a sus creaciones imaginativas como Vendaval interior, El regreso de Ulises o poemas sin misterio.

FREDDY GATÓN ARCE (1920) ha sabido aplicar con aciertos creadores formulas surrealistas y de su mundo interior recorre, con las antenas de la intuición, nuestro mundo circundante en cada palmo de la geografía nacional en sendos libros poéticos como Y con auer tanto tiempo, Son guerras y amores o en La libertad del olvido a través de los cuales acrecienta el decir de la poesía con la más honda sustancia de la lengua.

LUPO HERNANDEZ RUEDA (1930) asume el aliento regional en Crónica del sur y desde un orillar objetivo y elemental se crece con una fuerza sorprendente en Círculo y un aliento épico en Santo Domingo vertical.

MARIANO LEBRON SAVIÑON (1922) ha cultivado la poesía con refrescante fervor emotivo, y con densa y armoniosa erudición el ensayo, y ha sabido aclimatar entre nosotros el acento lirico del genio hispánico con el tono de los poetas mayores del Siglo de Oro, como se aprecia en Tiempo en la tierra.

PEDRO MIR (1913) el poeta social dominicano que popularizό la lírica de nuestro tiempo, hizo de la poesía un fino instrumento de expresión de un mensaje que ha cautivado a las multitudes con Hay un país en el mundo.

MANUEL RUEDA (1921) es el más fecundo en el cultivo de los géneros literarios y lo ha hecho con la maestría del académico y la exquisitez del artista en el teatro como  El rey Clinejas; en la poesía como Consagración del cuerpo único, o en narrativa como Papeles de Sara y otros relatos.

VIRGILIO VILLEGAS (1924) arraiga su lírica fecunda con la expresión de lo criollo con una pertinencia expresiva y coloquial en los retratos profundos del alma nacional como se proyectan en algunos de sus poemas incluidos en Diálogos con Simeón, Charlote Amalie o Juan Criollo y otras antielegías.

Estos escritores formalizan nuestros paradigmas verbales: la metáfora del camino (Bosch, Gatón Arce), La imagen de la patria (Mir y Villegas), los símbolos interiores (Díaz Gullón, Hernández Rueda), las raíces ancestrales (Manuel del Cabral, y Manuel Rueda), la pasión lirica ( Aida Cartagena y Lebrón Saviñón) y el aliento clásico ( Balaguer y Fernández Spencer).

Coloquio. No 45. Sábado 3 de febrero de 1990 / 3.

Discurso del Dr. Franklin Almeyda, Rector de la UASD, para dar a conocer el fallo del jurado (Fragmento).

Este es un omento de xcepcion; es un privilegio disfrutarlo. Hoy s inicia una premiación que era necesario instituir, porque es mucho material literario producido, mucho los nombres para seleccionar el Premio Nacional de Literatura.

El Premio se creó por Decreto No. 423-89, de fecha 27 de octubre de 1989; lo dicto el doctor Joaquín Balaguer, actual presidente de la República, quien no podía dejar de figurar entre los nominados.

El jurado seria constitutivo por cada uno de los rectores de la Universidad autónoma de Santo Domingo (UASD), Primada de América; pontificia Universidad Católica Madre y maestra (PUCMM); Universidad Nacional pedro Henríquez Ureña (UNPHU); Universidad Central del Este (UCE); , y Universidad católica de Santo Domingo (UCSD). En consecuencia, los miembros del jurado para este año 1990 fueron los señores Monseñor Agripino Núñez Collado, arquitecto Roberto Bergés, doctor José Hazim Frappier, padre Ramón Alejandro Alonso y quien les habla, con la participación con voz, pero sin voto, del Director General de la Cultura de la Secretaría de Estado de Educación, y de un representante del Banco Hipotecario Miramar, en iguales condiciones.

El jurado falo a unanimidad otorgándole el premio Nacional de Literatura a Juan Bosch y a Joaquín Balaguer, dos figuras que no necesitan de esa decisión para ser premiadas, lo que ha hecho más fácil el trabajó del jurado. Excelente comienzo para dejar iniciado e instituido el premio.

Estamos frente a dos premios nacional de literatura, pero también frente  dos actores vivos de la historia más reciente. Es un privilegio vivir en su tiempo; debemos aprovechar sus enseñanzas y desearles salud para vidas más largas. Los dos son señalados como nominados a la presidencia de la República en el evento electoral que se organiza para el presente año, coincidente con esta premiación. Uno de los dos será el presidente de la República. Por suerte, eso no tendrá que deducirlo este jurado.

Coloquio. No 47. 6 / Sábado 17 de febrero de 1990.


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