lunes, 4 de mayo de 2020

REVELACIONES / MANUEL DEL CABRAL



COLOQUIO. Suplemento Cultural. Sábado 13 de enero de 1990.

Nada sé del mundo psíquico, pero dudo del hombre que nace solo, no podemos nacer solos. Se nace con lago más viejo que el cuerpo, con algo que no debemos traicionar. Todo el mar es una ola. Todos los hombres es el Hombre. Excúsame, Simón, si uso el pensamiento como un dado, no creo en el azar; el hombre solo es una muchedumbre, cuando está en la muchedumbre, está solo.

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-Es que, Simón, esto se complica.
-Todo lo que es sencillo no pertenece a la grandeza del hombre.
-Simón, pero Jesús era sencillo.
-La sencillez de aquel hombre no es material paralelo.
-¿Por qué, Simón? ¿Es que no era un hombre?
-No era uno, sino que era El Hombre.
-Toma un poco de yerba, huélela, y dime a que te sabe sin masticarla.
-No me sabe a nada.
-y el agua ¿a que te sabe?
-A nada tampoco.
-Pues los hombres tienen olores diferentes pero El Hombre, no. Metete al Hombre en el cuerpo y veras que la montaña se te vuelve una colina.

3
-Simón, he ahí tu grandeza. Tu pregunta tiene la estatura de aquel hijo de Josef, el carpintero. Ya no tienes que decirle a tu pueblo: ¿Por qué me has abandonado?
Al día siguiente más cerca ya de su destino que de sus tropiezos, después del terremoto mental entre jinete y equino, Simón se prepara para terminar su largo viaje sobre un mapa interminable, y empieza a ensillar a Relámpago, pero mientras monta, se entera sorprendido que el equino es mudo.
-¿Por qué, no hablas, relámpago? Ya no tienes pesadillas, las yerbas no te han hecho daño, las lluvias no son radiactivas, los ríos no están todavía envenenados, el aire todavía es aire.

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Me asomo a la llanura cuyas tierras pertenecen a este lado del mar. Y arrancándole un poco de verde a la pradera, huelo el gajo de campo húmedo, y mendigo: la yerba huele a huracán, relámpago no se equivoca. Tampoco se equivocó cuando casi relinchando me dijo: Simón, vas a tener tu última pesadilla, y será con la historia, con la ciencia o con la magia, el abismo está cerca, te lo dice mi olfato, brújula y brujo; abre el ojo, Simón, la gente sabe que nosotros los equinos, sabemos en la oscuridad donde se encuentra el abismo. Nunca entre las tinieblas hemos caído en esa trampa. No sabemos el origen de ese don del caballo, quizá nuestras patas tienen lámparas así como las moscas sus antenas; son tantos los caprichos del Hacedor que hasta en gracia nos caen los dinosauros.


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Ayer en un gesto cabía la Historia de un pueblo. Hoy en una moneda cabe todo el mapa.

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Fíjate en esto, Simón, la política es el último refugio del incrédulo, y para que a un político se le tome en serio, o más allá de si antifaz, se agarra del paracaídas mágico de la palabra Mística, la palabra favorita del ateo, irónica o no, porque los que creen no usan ese asediado refugio; son como el héroe que le huye al uniforme en plena calle, y alguien dice ¿De quién huyes desnudos?

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-Dijiste invasores en el cuerpo humano, ¿es político el hecho de la ceración?
-Poco sabe la razón y se refugia en lo intuitivo. Si razonamos tu pregunta, la tarántula tiene sus razones pero no conciencia. En cambio si no razonamos tu pregunta, la rosa es conciencia.
-Tu respuesta es exacta. Pero algo olvidaste.
-Sí, ya lo sé: te refieres a la Creación como política del Creador, fíjate que para la especie animal no se extinga, le agrego un pequeño detalle: el placer. Sin ese detalle la historia no existe. Un momento de cama no solo significa censo, sino esos espacios que se laman Jesús, Homero, Shakespeare, Hugo, Napoleón, Dante, Lincoln. Veras entonces que la historia depende exclusivamente de ese momento de cama que es esencialmente político.
-Estoy satisfecho, Simón, ¿Cuándo vuelvo a dialogar contigo?
-Cuando no estés conmigo.

8

Gono es el más puro de todos los huéspedes de tus pesadillas. No es que sea el más metafísico de tu novenario dantesco, no, lo que quiero aclararte es que Gono tiene la inocencia de lo heroico, como la tiene tu humildad indefensa. Digo indefensa porque todo lo puro es indefenso, así como también la inocencia es creadora, y la malicia es torpe, inútil, culpable como el agua sucia que se bebe el ciego.

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En España, como ya sabemos, nunca existió la poesía sexual. Toneladas de travesuras picarescas de Quevedo no representan ese tema. Y la forma y formula anecdótica-retorica-romántica de “La Casada Infiel “tampoco. Como curiosa e irónica paradoja, la poesía sexual es como la metafísica, rechaza formulas y formas literarias, despreciando todo lo que no sea ella misma.



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