Luz Angelys González Hernández
Y reconozco que de cualquier forma mi alma está vacía y que me arden las lágrimas en la cara y que tengo los ojos irritados y tristes. El estruendo en mi estómago solo empeora las cosas. No tengo valor para decidir mi futuro. No soy buena para nada, excepto para levantarme cada día con una sonrisa amarga y volver a disimular que todo anda bien y que mis sueños se están realizando y que estoy donde debería estar. Pero ¿dónde debo estar? ¿Dónde debo pisar? Me restriego los ojos de nuevo. El tiempo pasa deprisa. ¿Cuándo llegué donde estoy y cómo lo hice? Temo que el tiempo se me vuelva a escapar, pero esta vez como un ligero, mínimo soplo que habrá de pasar del todo desapercibido para los que me rodean, que no saben lo que me ocurre y lo que siento. Ni acaso yo pueda definir mis temores y mis escrúpulos. Ni acaso yo que escribo desde la desesperación pueda ponerle un adjetivo a este vacío, a este misterio, a este desgarrón, a este hueco. Ya no tengo fuerzas ni para cuestionarme. Y vuelvo a temer que el tiempo se me escape, que doble la esquina, que se despida, negro, dejándome un futuro que será cualquiera, porque no soy capaz de escoger ninguno, un destino disparatado y, peor aún, común. ¿Será definitivamente mi Yo un Yo propio de ese destino, un Yo repetitivo y común, un Yo sin Ser real, un Yo vacío, inauténtico?…
Y reconozco que de cualquier forma mi alma está vacía y que me arden las lágrimas en la cara y que tengo los ojos irritados y tristes. El estruendo en mi estómago solo empeora las cosas. No tengo valor para decidir mi futuro. No soy buena para nada, excepto para levantarme cada día con una sonrisa amarga y volver a disimular que todo anda bien y que mis sueños se están realizando y que estoy donde debería estar. Pero ¿dónde debo estar? ¿Dónde debo pisar? Me restriego los ojos de nuevo. El tiempo pasa deprisa. ¿Cuándo llegué donde estoy y cómo lo hice? Temo que el tiempo se me vuelva a escapar, pero esta vez como un ligero, mínimo soplo que habrá de pasar del todo desapercibido para los que me rodean, que no saben lo que me ocurre y lo que siento. Ni acaso yo pueda definir mis temores y mis escrúpulos. Ni acaso yo que escribo desde la desesperación pueda ponerle un adjetivo a este vacío, a este misterio, a este desgarrón, a este hueco. Ya no tengo fuerzas ni para cuestionarme. Y vuelvo a temer que el tiempo se me escape, que doble la esquina, que se despida, negro, dejándome un futuro que será cualquiera, porque no soy capaz de escoger ninguno, un destino disparatado y, peor aún, común. ¿Será definitivamente mi Yo un Yo propio de ese destino, un Yo repetitivo y común, un Yo sin Ser real, un Yo vacío, inauténtico?…
LUZ ANGELYS GONZÁLEZ HERNÁNDEZ (Santo Domingo, 21 de enero de 1992). Se graduó de bachiller en el Colegio Dominicano de La Salle (promoción 2009). En la actualidad cursa la carrera de Ingeniería Industrial en el Instituto Tecnológico de Santo Domingo (INTEC) y realiza estudios de Piano Clásico y Música en el Estudio Dina de Educación Musical.
Revista Caudal.
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