Por Marcial Báez
¿Y después del hombre qué?
La lluvia a través del cristal.
Unos párpados caídos
al pavimento sus interioridades confesaran.
Los peces en el fondo del mar.
Los deseos pasados
las olas en la orilla depositaran.
El infinito de unos sueños al despertar.
El aliento de unos besos
en la humedad matinal.
Las estrellas de la noche
sus luces verterán
a la cercanía del conocimiento
de la tierra que nos oyó clamar.
¿Y después del hombre qué?
Me asombraré si muero
si detrás de aquellos muros
continuará el vagar de estómagos en descenso.
La miseria que esparcen
unos ojos hambrientos
si detrás de esta espesura
permanecerá el tormento.
Esa idea que margina sin descanso
cada pliegue que se forma
cuando llega la insatisfacción
de mirarse
en la trayectoria de un espejo.
¿Y después del hombre qué ?
Las manos se buscarán.
Los cuerpos se unirán
y en quejidos profundos
una vida renacerá.
Sobre la escalera de los sufrimientos
hacia la espera de la inseguridad
de un destino sin libertad.
Renacerá en la bruma
lo que desgarra por llegar
a la quietud
de un remanso verdadero
en la pendiente
de unos años con sabor a sal.
¿Y después del hombre qué?
Olvidaremos a los muertos.
volveremos a mendigar por tierras
arrastrados por el inclemente viento.
Almas recostadas en el vomito viajero.
Un frío metal se levanta
contra la unidad del hombre
y no encontrará salida
en esta multiplicidad de nervios.
¿Y después del hombre qué ?
Se levantará el grito
de los que se han mantenido acurrucados,
no importa la insistencia de la lluvia.
El desamparo,
el frío
y el viento,
se unirán paso a paso,
piedra a piedra
construirán un pensamiento al amanecer
en todo el universo.
Una multitud esperará
con una sonrisa en los labios,
con unos ojos brillosos,
con un rostro esperanzado.
Recibirán el goce
al descifrar el vuelo de un pájaro.
¿Y después del hombre qué?
Ascenderemos los cielos.
Se mostrará lo que no deseamos ver
lo que se esconde por dentro
envuelto en los tules del miedo.
No será lo que brilla,
ni el oráculo de Delfos,
ni la estrella matinal
en la que se forja
el horizonte de nuestro movimiento,
ni los ritos espirituales,
Belié Belcán,
Metri silí
y los Guedeces risueños
despertarán a la noche
y en los números
se irán muchos esfuerzos.
¿Y después del hombre qué?
Aquella palabra que se escapa desnuda
en toda su virginidad
penetrará en cada tierra,
en cada puerto,
recorrerá los mares,
remontará los cielos,
en sus manos callosas florecerán los olivos
nos traerá las almas de los muertos,
nos lavará el agua que es rocío,
una luz en cada hueco.
Esa palabra llegará con la mañana.
Después de hombres seremos huesos,
seremos sexo en desahogo eterno,
seremos hambre que nos cale bien adentro,
seremos lágrimas en torrencial aguacero,
seremos viento en hedor latente.
Cuando abandonemos lo que hombre fue
se detendrá todo movimiento.
¿Y después del hombre qué?
La lluvia a través del cristal.
Unos párpados caídos
al pavimento sus interioridades confesaran.
Los peces en el fondo del mar.
Los deseos pasados
las olas en la orilla depositaran.
El infinito de unos sueños al despertar.
El aliento de unos besos
en la humedad matinal.
Las estrellas de la noche
sus luces verterán
a la cercanía del conocimiento
de la tierra que nos oyó clamar.
¿Y después del hombre qué?
Me asombraré si muero
si detrás de aquellos muros
continuará el vagar de estómagos en descenso.
La miseria que esparcen
unos ojos hambrientos
si detrás de esta espesura
permanecerá el tormento.
Esa idea que margina sin descanso
cada pliegue que se forma
cuando llega la insatisfacción
de mirarse
en la trayectoria de un espejo.
¿Y después del hombre qué ?
Las manos se buscarán.
Los cuerpos se unirán
y en quejidos profundos
una vida renacerá.
Sobre la escalera de los sufrimientos
hacia la espera de la inseguridad
de un destino sin libertad.
Renacerá en la bruma
lo que desgarra por llegar
a la quietud
de un remanso verdadero
en la pendiente
de unos años con sabor a sal.
¿Y después del hombre qué?
Olvidaremos a los muertos.
volveremos a mendigar por tierras
arrastrados por el inclemente viento.
Almas recostadas en el vomito viajero.
Un frío metal se levanta
contra la unidad del hombre
y no encontrará salida
en esta multiplicidad de nervios.
¿Y después del hombre qué ?
Se levantará el grito
de los que se han mantenido acurrucados,
no importa la insistencia de la lluvia.
El desamparo,
el frío
y el viento,
se unirán paso a paso,
piedra a piedra
construirán un pensamiento al amanecer
en todo el universo.
Una multitud esperará
con una sonrisa en los labios,
con unos ojos brillosos,
con un rostro esperanzado.
Recibirán el goce
al descifrar el vuelo de un pájaro.
¿Y después del hombre qué?
Ascenderemos los cielos.
Se mostrará lo que no deseamos ver
lo que se esconde por dentro
envuelto en los tules del miedo.
No será lo que brilla,
ni el oráculo de Delfos,
ni la estrella matinal
en la que se forja
el horizonte de nuestro movimiento,
ni los ritos espirituales,
Belié Belcán,
Metri silí
y los Guedeces risueños
despertarán a la noche
y en los números
se irán muchos esfuerzos.
¿Y después del hombre qué?
Aquella palabra que se escapa desnuda
en toda su virginidad
penetrará en cada tierra,
en cada puerto,
recorrerá los mares,
remontará los cielos,
en sus manos callosas florecerán los olivos
nos traerá las almas de los muertos,
nos lavará el agua que es rocío,
una luz en cada hueco.
Esa palabra llegará con la mañana.
Después de hombres seremos huesos,
seremos sexo en desahogo eterno,
seremos hambre que nos cale bien adentro,
seremos lágrimas en torrencial aguacero,
seremos viento en hedor latente.
Cuando abandonemos lo que hombre fue
se detendrá todo movimiento.
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