Por César Mella
En 1932 Lord Robbins ofreció una definición de economía que me ha parecido interesante… “La economía es la ciencia que estudia el comportamiento humano en relación con la toma de decisiones sobre unos medios escasos que tienen diferentes usos”.
Cuando en el hogar y sobre todo en tiempos de grandes dificultades económicas distribuimos recursos para resolver necesidades estamos haciendo economía.
Es decir, que las decisiones en esta disciplina la toman los hombres y esto a su vez constituye una conducta, que debe ser racional.
Se ha llegado a decir que si los recursos disponibles no fueran escasos no existiría la economía, es como afirmar que sin enfermos no tendríamos hospitales…
La neuroeconomía es la aplicación de los conocimientos acerca de cómo funciona el cerebro humano a la economía, particularmente en el estudio de cómo los seres humanos toman decisiones. Cuando un mandatario toma una decisión de alta política económica para su país está escogiendo una opción entre varias.
Por ejemplo entre tomar prestamos o hacer un buen plan de austeridad, un individuo es racional en el sentido económico, cuando posee unas preferencias firmes, claras y estables sobre aquello que quiere obtener y además es capaz de comparar todas las alternativas (Mora 2008).
Con frecuencia un político no obedece a los buenos técnicos en una decisión, sino que valora el costo beneficio en votos y habitualmente toma una medida de corte populista que a la larga puede ser perjudicial para grandes mayorías y para el futuro de la nación.
Los llamados “malos negocios” muchas veces son producto de alteraciones en zonas especificas del cerebro como el sistema límbico o déficit de algunos combustibles cerebrales. Es por ello que en estados de exaltación o por el contrario en periodos de melancolía advertimos a nuestros pacientes que se abstengan de tomar decisiones económicas.
El comprador compulsivo si se le avisa que un mes después ese televisor costará un cuarenta por ciento menos, “no aguanta” el placer de comprarlo de inmediato aunque esperar signifique una gran inversión y una economía importante para sus ahorros.
En estos momentos se impone la prudencia en el gasto; hacer inversiones con prospección, por ejemplo en bienes raíces; prescindir de lo superfluo y darle valor y mantenimiento a los activos o propiedades. Esto y mucho más lo estudia esta nueva disciplina que se llama neuroeconomía.
DE SALUD Y OTRAS COSAS. El Nacional Digital. 25 Abril 2009.
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