Por Marcial Báez
Desde el inicio de la lucha contra el ruido a través de un Comité creado por un grupo de ciudadanos y ciudadanas preocupados por la contaminación sónica, han pasado muchos años, y el esfuerzo realizado se ha perdido en el tiempo y todavía hoy, a casi dos décadas, la problemática persiste y con más ímpetu en sus diferentes modalidades: guaguas anunciadoras de publicidad, distribuidoras de agua, vehículos de lujo, vecinos imprudentes. Un ejemplo crítico de permisibilidad es un bar abierto, que está justo en una esquina del parque central, a una cuadra del edificio del Ayuntamiento y del Cuartel de la Policía Nacional, convertido en un batey musical… ¡Y callamos!
La recogida de la basura es un problema sempiterno, unas autoridades se van y otras llegan, las implementaciones no son sistémicas, los contenedores (ni los limpian) llenos hasta el tope por la falta de camiones recogedores y muchos desperdicios tirados afuera por ciudadanos inconscientes. Esta problemática también tiene su ejemplo crítico: el Mercado Municipal, convertido en una pocilga, de fango, gente, desperdicios, podredumbre, frutas, alimentos y con una novedad, expendios de bebidas, barritas con una música estridente al ritmo de bachata, imágenes para una película de ciencia ficción, de lo absurdo, donde todo eso se va desparramando por las calles aledañas como tentáculos, arrabalizando todo a su paso… ¡Y todos callamos!
A propósito de las instituciones culturales, me sorprendí al recibir una invitación de parte del ayuntamiento, lo que agradezco, la cual invitaba a la inauguración de una “Academia de Artes Municipal”; la invitación seguía diciendo “que este acto de inauguración forma parte de la política de esta administración de eficientización y modernización de este cabildo en el rescate de nuestras Instituciones Culturales”. Y nos preguntamos: ¿Por qué crear algo paralelo? Deberíamos apoyar y mantener las ya existentes como El Liceo Musical Pablo Claudio, el Festival de Atabales, El Carnaval Popular (en este caso, ya el Ayuntamiento Municipal decidió apoyarlo, realizando en febrero pasado un exitoso Carnaval), la Asociación de Artistas Plásticos, los Talleres Literarios, la Casa de la Cultura, que estacionarias se mantienen existiendo por un esfuerzo particular de sus dirigentes, a la espera de los “Mecenas” que aún no han despertado a la respuesta de aportar a sus compueblanos, ese aditamento que regocija al espíritu y que conserva y fortalece nuestra identidad. No entendemos… ¡Y todavía callamos!
Tenemos conocimiento de que nuestras autoridades están plenas de buenas intenciones; pero en materia de política municipal para las realizaciones de las mismas, debería existir consenso y “sustentarlo en un programa no sólo bien planeado sino mejor aplicado”… ¿Seguiremos callando?
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