Marcial Báez
En nuestro hoy, vemos como el concepto de diáspora, palabra de origen griego que significa “dispersión”, se está utilizando para dar un reemplazo a nuestros inmigrantes destacados, sobre todo en el área de la Literatura. Esos que deciden abandonar su país de origen para realizar un sueño o buscar una mejor opción para sus hijos pequeños.
Conversando sobre este tema con Doña Nilsa Medina en la quietud de su terraza y saboreando un delicioso jugo de piña natural, le pregunté por unas de sus hijas, Mildred Pérez Medina, que había decidido irse a los estados Unidos con sus dos niños, Hamlet y Braulio Peguero.
La respuesta a mi cuestionamiento fue gratificante y esperanzadora, porque lo que escuché me motivó a escribir estas palabras y ser portador de albricias, de ejemplos para las madres y para los jóvenes que iniciaran una nueva vida allende los mares, en lontananza, lejos de su patria.
Mildred Pérez Medina y su hijo Braulio Peguero
Con una sonrisa en los labios y plena de orgullo me platicó sobre sus nietos, que Braulio desde su llegada a Estados Unidos a la edad de 10 años inició sus estudios en quinto grado y desde entonces estuvo en programas de educación avanzados de ciencias e ingeniería; que al terminar el bachillerato entra en la universidad de Bodwin College en Brunswick, Maine. En el año 2005 se gradúa de Ates y Ciencias, con una especialización en Neurociencia. Estudio la Electro-Fisiología de neuronas del sistema nervioso de crustáceos, así como los cambios de la comunicación específica de grupos de neuronas que se llaman Generadores de Ritmo central (CPG); esto requiere un gran conocimiento de la física eléctrica y del equipo de amplificación y manipulación entre moléculas. Siendo asignado por su alto liderazgo estudiantil en la posición de asistente del Director de Vida estudiantil para la universidad. Sus investigaciones han sido publicadas, teniendo presentaciones de las mismas en el interior de los E. U. y en el extranjero como Francia, Canadá y Japón. Próximamente iniciará un doctorado (PhD) en el Departamento de Neurología en la Universidad de Washington en la ciudad de Seattle y sólo tiene 24 años.
De Hamlet nos comentó que decidió ser piloto comercial en el año 1998 y que en el año 2000 se graduó con honores en la secundaria, también en la Escuela de Mecánica Aeronautica (Ascendido a Sargento), siendo el numero uno. En el año 2002 viajo a: Terranova, Canada; Keflavic, Islandia; Sicilia, Italia; Rota, España; Anchorage, Alaska y a Tokio e Iwo Jima, Japón. En el año 2004 obtuvo licencia de piloto privado y es aceptado en la Academia de Oficiales Navales, Rodhe Island. En el año 2066 finalizó con honores una Licenciatura en Ciencia de Computadora con Mención Matemáticas en la Universidad de Columbia, Missouri. Ese mismo año fue designado teniente en la Naval Norteamericana. También comenzó un entrenamiento de vuelos como aviador naval, volando el avión T-34C Turbo Motor, cuando finalice el mismo volará un P-3C Orion. Ya se está preparando junto a su esposa, Chrissey, para graduarse de papá el próximo febrero del 2008.
Doña Nilsa Medina, Hamlet Peguero y su esposa Chrissey
Mi interés por la conversación no se agotó cuando esta llegó a su final; porque enseguida me comuniqué vía internet con los protagonistas de este artículo y quedé más sorprendido al descubrir en sus actitudes tanta calidad humana y el profundo agradecimiento que profesan a las artífices de sus logros, en la palabras de Hamlet: “Mi mamá y mi abuela e han apoyado en todo. Ellas han hecho todo para ayudarme a mí y a mi hermano a mantenernos en el camino para ser exitosos en la vida”.
Sus experiencias vividas se convierten en un mensaje idóneo, para los jóvenes y para todo los que estén pensando algún día seguir el camino de la diáspora:
“No todo en la vida sucede rápido. No se desilusionen porque el éxito y triunfo no sucede enseguida. Mudarme a los estado Unidos no me dio una ventaja sino un nuevo sueño, ser piloto. Yo he conocido gentes que vienen a los Estados Unidos y dejan de ir a la escuela, y empiezan un rumbo por un camino que los llevan a la cárcel. Yo aprendí que no importa en que país uno vive, si uno quiere lograr sus sueños y tener éxito en la vida; aparte de tener perseverancia, pasión, educación, uno tiene que tener paciencia.”
Pero lo más interesante y emotivo es el sentimiento hacia su país, nuestro país, hacia su ciudad, nuestra ciudad, esa identidad de Patria, de Puebo que nos penetra para no salir jamás:
“Yo tengo muchas memorias de cuando yo viví en mi ciudad natal de San Cristóbal. Estoy seguro que muchas han sido las cosas que han cambiado desde la última vez que la visité. La mejor parte de vivir allá era la amistad que tuvimos con nuestros vecinos. La cultura de mi país es algo que nunca olvidaré, las fiestas patronales, los diablos cojuelos. Aunque yo vivo lejos de mi país, yo siempre encuentro dominicanos en la calle. Yo puse en mi carro una banderita dominicana, y nunca falta. De vez en cando aparece un dominicano preguntándome de qué parte soy. Lo mejor es cuando un americano me para y me dice que él o ella han visitado mi país y me dicen que es lo más hermoso que han visto”.
A partir de ahora, amigas y amigos lectores estarán de acuerdo conmigo en que debemos contactar a muchos sancristobalenses, como estos jóvenes de la diáspora, que se destacan en sus diferentes áreas profesionales, para expresarles con admiración y agradecimiento lo bien que nos están representando en tierras lejanas.
El Folio del Sur. No67. San Cristóbal. República Dominicana. 2008.
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