Ligia Minaya
Denver, Colorado.
Hoy es un día para pensar, razonar, recapacitar, cavilar, meditar y hasta para orar. Mañana tendremos el derecho, el deber y el privilegio de elegir quién regirá y trabajará en bien del país, y hasta saber quién nos cambiará la vida. Ya hay muchos que tienen muy claro y muy seguro por quién lo harán. Otros están indecisos y otros tantos no votarán. Aún así, poner sobre la mesa lo favorable y lo desfavorable de cada uno de los candidatos, razonar sobre lo que en la campaña se dijo y cómo lo va a hacer, pensar en que si el que gana tendrá a su lado a personas poco honradas que serán los Ministros, otros que harán lo que no tienen qué hacer o que algunos que cumplirán las leyes, respetarán los derechos ciudadanos, es para pensarlo con calma, poniendo en la balanza los porqué, los cómo, los qué, los cuándo y los dónde.
Nuestra democracia es coja, casi ciega, bastante sorda, calva, lenta, manipulada, muchas veces prostituida, callejera, mentirosa, represiva, torturadora, casi analfabeta, tumba polvo, se arrodilla, se queda dormida, se emborracha, no lee, no escribe, es casi analfabeta, y esas fallas de soberanía se la han impuesto los políticos. Pero el pueblo, la gente común y corriente, la que camina por las calles, la que vive en edificios millonarios, con varias yipetas y cuentas millonarias, es decir el pueblo llano y el elevado, tiene una gran responsabilidad en que las cosas sean como hoy son. Por eso, reflexionar, pensar, cavilar, razonar y hasta orar por quién votar es asumir un compromiso a tomar en cuenta hoy sábado, día antes de que nuestra vida cambie.
Habrá quienes van y no votan. Rayan la boleta y hasta le ponen un mala palabra, y otros se quedan en sus casas. Sin embargo, y esto llama a deliberar, hay muchos que votan por un cargo en el gobierno, porque se le borre una transgresión, una falla, una infracción, una culpa. Y ese no es un voto honesto, un deber ciudadano. Hay también los que lo hacen por dinero. Y eso es una falta de honestidad. Votar no es solo ir a las urnas, es más bien saber, tener presente, que el voto favorece o perjudica no tan solo a quien lo ejerce, sino que no cae bien o mal al pueblo, a la gente rica, a los pobres, al que anda en la calle vendiendo frutas, a los niños que no tienen cómo ir a la escuela, a los que están sin trabajo, a policías, militares, y a todo el que quiere un país mejor.
Hay quien no está con Danilo, ni con Papá, ni con Mamá, ni con los abuelos, los tíos, los hermanos, los primos, ni los nietos, otros están con uno y unos están con otro. Nuestra democracia, ya lo dije, es una loquita vieja, pero nos toca a nosotros, los ciudadanos, sanarla, darle la medicina de las leyes, hacerla decente, legalizarla, buscarle un nuevo modo de pensar, capacitarla, y por eso creo que hoy sábado es un buen día para pensar qué hacer, se vote o no se vote. De mañana en adelante debemos actuar como ciudadanos correctos, si hay que protestar, se protesta y se busca la manera de que el nuevo presidente actúe con honestidad y cumpla con las leyes. Que Dios nos proteja.
Sábado, 20 de mayo 2012
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