Este martes recibí un sobre manila, dentro tres libros, uno de los cuales fue capaz de romper mi concentración en un manual de Derecho de trabajo que estudiaba por asignación académica. Me los había enviado Marcial Báez, un escritor, poeta y pintor sancristobalense que conocí por amistad con una compañera de trabajo y con el cual había compartido breves reflexiones sobre arte y literatura, pero lo confieso no me imaginaba que en este libro titulado: “El Siglo XX quedó atrás” íbamos a compartir también posiciones consubstanciales sobre la vida misma y la cotidianidad.
Hace poco tiempo decidí dedicar unas líneas a su trabajo y no pude evitar pensar en mi profesora Mu-Kien Sang, por todos los artículos que ha escrito sobre jóvenes y la vinculación de estos a su medio social..Constituye un honor para mi dedicar mi primer artículo a este joven talentoso; el conocimiento y reconocimiento de nuestros recursos intelectuales nos acerca más a nuestra identidad como patria, y nos permite saber que la lectura no es obligada por el éxito de ventas de un autor sino la capacidad que tengamos de jugar “Rayuela” o vivir “Cien años de soledad”.
Una mirada al presente, ¿Quién nos reemplazara?, Sumar conocimientos y crear conciencia ciudadana, La compra y venta de la vergüenza… es una utopía? Y ¡Es que no tenemos corazón?, son sólo algunos de los títulos con los que Marcial apela a la participación, patriotismo, integración y sensibilidad de todos los dominicanos. El estilo de Marcial es sencillo, sin pretensiones, como del que se ha conocido por dentro y solo le falta entender porque vivimos en un mundo tan injusto.
A pesar de una cultura vasta, Marcial no necesitó a Alain Touraine para teorizar de Democracia, a Rosseau para hablar de Representación Política o a Murillo para hablar de pintura, le bastó tener buena vista al voltear a los lados para entender que no todo está bien y que es tarea de todos preparar un mejor futuro para nosotros y los que nos siguen, para esto último Marcial ha escogido la forma más bella de comunicar, el arte.
Creo que solo un poco del idealismo que emana de la pluma de Marcial cualquiera podría olvidarse del Congreso, el Paquetito o las Becas, para pasar a un estadio emocional donde el ejercicio del Poder cae en nuestras manos y a únicas medidas de ajuste se hacen desde el corazón.
Aprovecho esta ocasión para aplaudir el talento en Marcial así como en todos los dominicanos que no han hecho de su vida un culto al dinero y que constituyen como un todo, la reserva ideológica y moral de los que como yo, trata de emularlos. Aprovecho también para decirles desde mi alma: ¡No están solos!
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