Marcial Báez
En un arrebol de sueños,
Madre,
me detuve y en silencio,
di paso a mi interior,
Madre,
no hubo tristezas, ni lamentos,
se transformó la palabra,
se iluminaron los cielos,
Madre,
irradiabas ternura,
in vivo se recrearon mis momentos,
por aquí, por allá,
un olor a rosas,
a naturaleza,
se apoderó de mis sentidos,
Madre,
en pleno ensueño,
tu rostro iridiscente llenó mis pupilas,
tus manos me acunaron,
Madre,
y en tu regazo
volví a sentir,
la grandeza de tu maternal instinto,
de tu sempiterno amor.
29 mayo 2010. San Cristóbal.
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