miércoles, 2 de junio de 2010

PERDEDORA


Ligia Minaya
Denver, Colorado.


No necesito mucho dinero, pero como hoy día quien no tiene mucho no vale para nada, soy una perdedora, contenta y en paz conmigo misma.

Hace días una amiga me contaba que había cambiado su yipeta por una más cara, su apartamento por otro ubicado en una zona de ricos y para estar a la altura cambió los muebles y todo el ajuar para su nueva casa, y para más INRI adquirió joyas carísimas. Me alegro, le dije. Pues yo pienso que si mis amigas tienen, yo disfruto. Y no es que mi amiga ande en malos pasos ni lave "ropa" ajena, por el contrario trabaja duro y gana un buen dinero. Pero tengo un compadre al que fui a visitar hace unos días. Había cambiado de residencia, tenía dos yipetas nuevas, un Mercedes Benz chofer incluido, los niños están en colegio caro, sirvienta uniformada, una cadena de oro grueso le colgaba del pescuezo, un jardinero con pistola, dos guachimanes y por cambiar hasta había cambiado de mujer. Y me dijo: Soy un triunfador, comadre, he ganado, soy rico, no soy ya aquel muchachito del barrio que por no tener no tenía ni zapatos.

Yo, que por no tener tengo muy poco, lo miré de arriba-abajo, casi con pena. Vi su anillo brillando en el índice como quien da una orden inapelable, miré los cuadros en las paredes, no sé quien los pintó pero son carísimos, me dijo; los muebles forrados de plástico, una sala de visitas y otra para el día a día, un comedor de lujo y otro para comer el arroz con habichuela y el mofongo que son sus preferidos. Estuve a punto de decirle, pues mira compadre, si le viene bien, cámbieme por una comadre más cara pues ésta que tiene ante sus ojos es una perdedora. Me contuve porque en ese momento entró mi ahijada y al verme se puso tan contenta que no tuve más alternativa que darle un abrazo y cerrar la boca. La verdad es que no califico dentro de los parámetros que hoy enmarcan a los "triunfadores". Si tener es triunfar, estoy perdida.

Ni soy la distinguida señora que asiste a tardes de té a favor de causas "nobles", ni tengo joyas, ni ropa de diseñadores caros. Ni en mi casa se hacen grandes fiestas, aunque sí vienen los amigos y charlamos, nos reímos y comemos, que para eso soy buena cocinera. En fin, que no encajo en lo que hoy podría ser una triunfadora. El día a día lo gozo con pequeñeces, con ver la belleza de un amanecer, con la luna llena que alumbra mi ventana, con la llamada de un familiar lejano, con la llegada de la primavera, escribiendo para mis lectores (desde aquí envío un saludo al Joyero-Aguilucho que, desde NY, con sus comentarios me trasmite mucho apoyo); riéndome de mi propia torpeza y de mis metidas de pata, y así, no envidio al que tiene lujos. Si son mis amigos, y lo han conseguido con su trabajo honrado, les deseo lo mejor y que Dios los bendiga y lo disfruten con creces.

Y no pienso que la riqueza material es un pecado, no, jamás, si con un buen dinerillo se pueden alcanzar muchas cosas, hasta el amor se consigue y, por supuesto, la salud, pues sin money no encuentras quien te salve. No necesito mucho, pero como hoy día quien no tiene mucho no vale para nada, soy una perdedora, contenta y en paz conmigo misma.

Diario Libre Digital. Saudaces.17 de abril

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