Cesar Mella
“Cuanto más insegura es la situación económica de una persona, más se iniciará a enfrentar los problemas mediante reacciones emocionales incontrolables”. Juan Bosch.
Las demandas judiciales, los insultos, las traiciones han tomado un ritmo y frecuencia inusitada en los últimos meses. Algunos opinan que este fenómeno constituye un reflejo psicológico de la profunda crisis socio-económica que vivimos.
Analizar los determinantes sociales de estos comportamientos no es mi objetivo, sino, incursionar en algunas características psicosociales de la rivalidad y la competencia entre los seres humanos. Sé la dificultad que constituye explicarlo, al margen de la lucha de agrupamientos diferentes, que a su vez se vinculan de manera distinta a los medios productivos, para sobrevivir y reproducirse.
La tendencia a rivalizar y a competir se inicia en el hogar, en donde los hermanos, desde pequeños, compiten por obtener la preferencia de sus padres. Esta tendencia persiste en la vida escolar, donde la carrera por obtener los primeros puestos y la aceptación de los profesores, determina actitudes dignas de gladiadores.
El adulto se ve inmerso en una sorda carrera competitiva en la vida laboral, profesional, deportiva, etc.
La vida en sociedad es inseparable de la competencia y ya Darwin explicó como las especies vegetales y animales que mejor luchan ron por sobrevivir y desarrollarse, constituyen los animales y plantas del siglo xx.
¿Por qué una persona es ambiciosa? ¿Que ambiciona? Poderío, seguridad, amor, Respeto, Reconocimiento…
Ciertamente que la ambición, no desmedida y guiada hacia fines altruistas, ha generado grandes acontecimientos en la historia de la humanidad.
Pero…. Cuando la ambición se exagera, cuando no se parece en nada a las aspiraciones, al normal deseo humano de aspiración, se convierte en un motor que genera las pasiones humanas más incontrolables, las angustias más parecidas al suplicio de Sísifo, donde el ser humano” no se encuentra satisfecho con nada de lo que consigue”, nada satisface su ambición desmedida.
Las personas con esta forma de ser, tienen ante sí, dos posibilidades:
a) Si sus capacidades reales son muy notables, su vida será de gran tensión.
b) Si son deficientes, como en la mayoría de los casos en nuestro medio, el resentimiento, la envidia y la sensación de fracaso serán sus acompañantes permanentes.
Vamos a explorar la vida anterior de las personas que intentamos delinear.
Sus padres fueron excesivamente exigentes y le tributaban cariño, cuando el obtenía éxitos, es decir, desde niño se le condicionó (acostumbró) a ganar afecto en base a un éxito competitivo.
Este personaje suele proceder de un hogar inestable. Este tipo de hogar crea inseguridad en el joven, el se defiende (sin darse cuenta muchas veces); compensando su inseguridad con agresividad; esta se manifiesta en el barrio, con actitudes de competición y rivalidad.
Es posible que la crianza de nuestro personaje transitara de “tía en tía”, “de abuela en abuela”, en fin, al margen del hogar-madre-padre-hermano, traiciona y que esta fuente generadora del binomio inseguridad-inferioridad desarrollara su espíritu competitivo.
Aquí la gente compite de diferentes formas, según circunstancias sociales y de grupo.
Se compite con el mobiliario de la casa; se compite con la vestimenta, se compite con el tipo de carro que se usa…
La sociedad de consumo incentiva un tipo “elegante” de competencia: se supone, que para Ud. Pertenecer aun grupo determinado, necesita “adaptarse a una subcultura de preferencias”. Con frecuencia escuchamos una rase popular, de corte segregacionista: “fulano no tá en ná”.
En el área laboral la competencia se tabléese así: a) amigo del jefe, b) “fulano esta recomendado directamente de a presidencia”, de ahí en adelante el sujeto camina solo, al margen de capacidades formales.
En el argot popular “privar” quiere decir: aparentar algo no se posee.
Un paciente me contaba que en nuestro país existían tres mecanismos básicos, para imponerse en la vida competitiva:
Privar en rico…
Privar en “amigo del presidente o del gobierno”…
Privar “en bravo”, es decir, en valiente y arrojado…
Me gustaría que observaran con detenimiento el comportamiento de la gente, en esos segundos contados, cuando se espera con tensión y suspenso, que el semáforo cambie de rojo a verde para proseguir la marcha. No dejen de hacerlo de 7:30 A.M. a 8:00 A.M.
Otro laboratorio importante para observar la competitividad es asistir a una reunión de “amigos” que se dediquen al mismo trabajo, pero en diferentes empresas.
La rivalidad más interesante se observa siguiendo a diferentes personajes, de los partidos políticos que más votos obtuvieron en las últimas elecciones, pero una condición: que tengan idéntica aspiración respecto al poder del estado; léalos, piense en lo que dejaron de decir y obtendrá un ejercicio interesantísimo de psicología social.
El que se atrevió a llegar hasta esta línea, de seguro está esperando algún tipo de explicación, yo prefiero que uds. Hagan cuatro preguntas:
¿Soy yo ambicioso?
¿Qué ambiciono?
¿Cómo se originó este sentimiento ¡ y
¿Cuánto he sufrido por este sentimiento?
NOTAS DE PSIQUIATRIA POPULAR. Editora Taller.Santo domingo.1989.
“Cuanto más insegura es la situación económica de una persona, más se iniciará a enfrentar los problemas mediante reacciones emocionales incontrolables”. Juan Bosch.
Las demandas judiciales, los insultos, las traiciones han tomado un ritmo y frecuencia inusitada en los últimos meses. Algunos opinan que este fenómeno constituye un reflejo psicológico de la profunda crisis socio-económica que vivimos.
Analizar los determinantes sociales de estos comportamientos no es mi objetivo, sino, incursionar en algunas características psicosociales de la rivalidad y la competencia entre los seres humanos. Sé la dificultad que constituye explicarlo, al margen de la lucha de agrupamientos diferentes, que a su vez se vinculan de manera distinta a los medios productivos, para sobrevivir y reproducirse.
La tendencia a rivalizar y a competir se inicia en el hogar, en donde los hermanos, desde pequeños, compiten por obtener la preferencia de sus padres. Esta tendencia persiste en la vida escolar, donde la carrera por obtener los primeros puestos y la aceptación de los profesores, determina actitudes dignas de gladiadores.
El adulto se ve inmerso en una sorda carrera competitiva en la vida laboral, profesional, deportiva, etc.
La vida en sociedad es inseparable de la competencia y ya Darwin explicó como las especies vegetales y animales que mejor luchan ron por sobrevivir y desarrollarse, constituyen los animales y plantas del siglo xx.
¿Por qué una persona es ambiciosa? ¿Que ambiciona? Poderío, seguridad, amor, Respeto, Reconocimiento…
Ciertamente que la ambición, no desmedida y guiada hacia fines altruistas, ha generado grandes acontecimientos en la historia de la humanidad.
Pero…. Cuando la ambición se exagera, cuando no se parece en nada a las aspiraciones, al normal deseo humano de aspiración, se convierte en un motor que genera las pasiones humanas más incontrolables, las angustias más parecidas al suplicio de Sísifo, donde el ser humano” no se encuentra satisfecho con nada de lo que consigue”, nada satisface su ambición desmedida.
Las personas con esta forma de ser, tienen ante sí, dos posibilidades:
a) Si sus capacidades reales son muy notables, su vida será de gran tensión.
b) Si son deficientes, como en la mayoría de los casos en nuestro medio, el resentimiento, la envidia y la sensación de fracaso serán sus acompañantes permanentes.
Vamos a explorar la vida anterior de las personas que intentamos delinear.
Sus padres fueron excesivamente exigentes y le tributaban cariño, cuando el obtenía éxitos, es decir, desde niño se le condicionó (acostumbró) a ganar afecto en base a un éxito competitivo.
Este personaje suele proceder de un hogar inestable. Este tipo de hogar crea inseguridad en el joven, el se defiende (sin darse cuenta muchas veces); compensando su inseguridad con agresividad; esta se manifiesta en el barrio, con actitudes de competición y rivalidad.
Es posible que la crianza de nuestro personaje transitara de “tía en tía”, “de abuela en abuela”, en fin, al margen del hogar-madre-padre-hermano, traiciona y que esta fuente generadora del binomio inseguridad-inferioridad desarrollara su espíritu competitivo.
Aquí la gente compite de diferentes formas, según circunstancias sociales y de grupo.
Se compite con el mobiliario de la casa; se compite con la vestimenta, se compite con el tipo de carro que se usa…
La sociedad de consumo incentiva un tipo “elegante” de competencia: se supone, que para Ud. Pertenecer aun grupo determinado, necesita “adaptarse a una subcultura de preferencias”. Con frecuencia escuchamos una rase popular, de corte segregacionista: “fulano no tá en ná”.
En el área laboral la competencia se tabléese así: a) amigo del jefe, b) “fulano esta recomendado directamente de a presidencia”, de ahí en adelante el sujeto camina solo, al margen de capacidades formales.
En el argot popular “privar” quiere decir: aparentar algo no se posee.
Un paciente me contaba que en nuestro país existían tres mecanismos básicos, para imponerse en la vida competitiva:
Privar en rico…
Privar en “amigo del presidente o del gobierno”…
Privar “en bravo”, es decir, en valiente y arrojado…
Me gustaría que observaran con detenimiento el comportamiento de la gente, en esos segundos contados, cuando se espera con tensión y suspenso, que el semáforo cambie de rojo a verde para proseguir la marcha. No dejen de hacerlo de 7:30 A.M. a 8:00 A.M.
Otro laboratorio importante para observar la competitividad es asistir a una reunión de “amigos” que se dediquen al mismo trabajo, pero en diferentes empresas.
La rivalidad más interesante se observa siguiendo a diferentes personajes, de los partidos políticos que más votos obtuvieron en las últimas elecciones, pero una condición: que tengan idéntica aspiración respecto al poder del estado; léalos, piense en lo que dejaron de decir y obtendrá un ejercicio interesantísimo de psicología social.
El que se atrevió a llegar hasta esta línea, de seguro está esperando algún tipo de explicación, yo prefiero que uds. Hagan cuatro preguntas:
¿Soy yo ambicioso?
¿Qué ambiciono?
¿Cómo se originó este sentimiento ¡ y
¿Cuánto he sufrido por este sentimiento?
NOTAS DE PSIQUIATRIA POPULAR. Editora Taller.Santo domingo.1989.
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