viernes, 8 de enero de 2010

LA CALUMNIA



Diógenes Valdez
Berlín, Alemania

Estoy seguro de que en ningún manual de la conducta humana ni en ningún dicccionario de cualquier idioma es posible encontrar una definición más prolija ni más certera de lo que es “la calumnia”, que la que hace el personaje llamado don Basilio, en la ópera “El barbero de Sevilla”, de Joachino Rossini.


Don Basilio, maestro de canto de Rossina, no sólo define este atípico modo de asesinar moralmente a una persona, sino que establece la manera de originarla, definiendo todos los males que ocasionando a su paso.


En un encuentro con don Bartolo, tutor y pretendiente de Rossina, don Basilio le sugiere que utilice “la calumnia”, como una manera de descartar a un rival que también pretende a Rossina. Veamos lo que dice y lo que aconseja:

La calumnia es un vientecillo, es una brisa casi gentil, que insensible y sutil, con ligereza, dulcemente empieza a susurrar poco a poco, a ras del suelo, en voz queda, silbando , va corriendo, va zumbando. En el oído de la gente se introduce con habilidad y la cabeza y el cerebro deja aturdidos e hinchados. Saliendo de la boca, el alboroto va creciendo, coge fuerza poco a poco, vuela ya de un sitio a otro. Parece un trueno, una tempestad que desde el seno del bosque va silbando, va tronando y te hiela con su horror. Al final desborda y estalla, se propaga, se redobla, y produce una explosión como un puro cañonazo, un tremendo temporal, un tumulto general que hace retumbar el aire. Y el infeliz calumniado, envilecido, aplastado ante el público flagelo, llamará suerte al palmar.

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