Virgilio López Azuán
Gracias al perro que ladra en las madrugadas,
que discute con la luna cosas extrañas.
Gracias por sus maromas, por el giro de su cola y su rabia.
No me importan mis desvelos, ni mis vueltas en la cama.
No me importan, gracias al perro de las madrugadas.
No tiene miedo, ni rechaza algaradas,
aguanta las sediciones de la noche y sus asonadas.
Ese perro a veces ladra, ese perro a veces habla.
Por todo eso y por más, gracias al perro de las madrugadas,
porque me despierta los asombros
de mundos imposibles y sus marañas.
Porque invento mundos,
porque salen a volar mis sábanas,
porque toco su cuerpo tibio,
de mujer excitada.
Gracias caramba, al perro de las madrugadas.
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