EDITORIAL del Semanario “Haciendo Camino”.
Parroquia Nuestra Señora de la Consolación. San Cristóbal.
Parroquia Nuestra Señora de la Consolación. San Cristóbal.
Ilustración: Marcial Báez
Un año mas estamos llegando a las fiestas donde recordaos, por tramite meteorológico y religioso, la encarnación de Jesús, el Cristo.
En su sabiduría divina decidió Dios mandar a su Hijo al mundo como uno de tantos, para recordar el PROYECTO DE DIOS
Este proyecto no es nuevo. Los mismos evangelios nos recuerdan que Jesús no vino a traer nada nuevo, sólo quiso recordar con su persona y su palabra lo que Dios avía pensado desde siempre para que los hombres y mujeres fuéramos felices.
Como en la antigüedad eso se olvidó en la mayoría por causa del mal uso de la libertad, entonces Jesús nace pobre y desvalido “como uno de tantos”.
Eso es lo que celebramos. El comercio y el consumo ha hecho que nos olvidemos de estos principios salvadores y nos enrolemos en la vorágine de la sociedad que olvida su pasado y sólo piensa en conseguir dinero para gastarlo.
Los valores del evangelio, se olvidan.
Nos recuerda esta sociedad consumista, el niño lindo de Belén que nace entre pajas limpias y calentadas por la respiración del buey y la mula. Al viejo José sin saber qué hacer con la madre del niño, y a esta toda pura y limpia acogiendo a cada pastorcillo con su oveja y perrito, a cada vecina con su cántaro de leche y su envase de miel o a los ángeles llovidos del cielo para cantar: “Gloria a Dios en el cielo y en a tierra paz a los hombres de buena voluntad”.
Todo esto junto al arbolito alrededor del cual y colgando de él están los regalos patrocinados por el comercio y un poco más atrás “la Vieja Belén” para consuelo de muchos desdichados.
Así no es la cosa.
Por eso en esta Navidad compartamos con los familiares, con los vecinos, con los pobres, con los marginados, con los tristes, conos desalentados… con ellos y con otros amigos y amigas digamos que lo que Dios quiere es una convivencia fraterna, una sociedad sin violencia y una inversión en salud, educación y vida sana.
Un año mas estamos llegando a las fiestas donde recordaos, por tramite meteorológico y religioso, la encarnación de Jesús, el Cristo.
En su sabiduría divina decidió Dios mandar a su Hijo al mundo como uno de tantos, para recordar el PROYECTO DE DIOS
Este proyecto no es nuevo. Los mismos evangelios nos recuerdan que Jesús no vino a traer nada nuevo, sólo quiso recordar con su persona y su palabra lo que Dios avía pensado desde siempre para que los hombres y mujeres fuéramos felices.
Como en la antigüedad eso se olvidó en la mayoría por causa del mal uso de la libertad, entonces Jesús nace pobre y desvalido “como uno de tantos”.
Eso es lo que celebramos. El comercio y el consumo ha hecho que nos olvidemos de estos principios salvadores y nos enrolemos en la vorágine de la sociedad que olvida su pasado y sólo piensa en conseguir dinero para gastarlo.
Los valores del evangelio, se olvidan.
Nos recuerda esta sociedad consumista, el niño lindo de Belén que nace entre pajas limpias y calentadas por la respiración del buey y la mula. Al viejo José sin saber qué hacer con la madre del niño, y a esta toda pura y limpia acogiendo a cada pastorcillo con su oveja y perrito, a cada vecina con su cántaro de leche y su envase de miel o a los ángeles llovidos del cielo para cantar: “Gloria a Dios en el cielo y en a tierra paz a los hombres de buena voluntad”.
Todo esto junto al arbolito alrededor del cual y colgando de él están los regalos patrocinados por el comercio y un poco más atrás “la Vieja Belén” para consuelo de muchos desdichados.
Así no es la cosa.
Por eso en esta Navidad compartamos con los familiares, con los vecinos, con los pobres, con los marginados, con los tristes, conos desalentados… con ellos y con otros amigos y amigas digamos que lo que Dios quiere es una convivencia fraterna, una sociedad sin violencia y una inversión en salud, educación y vida sana.
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