Marco Tulio Cicerón fue un líder político en la antigua Roma. Él nació el 3 de enero del 160 a. de C. en el municipio de Arpino. Como hijo de una familia prominente conoció durante su juventud a oradores famosos, como M.Licinio Craso y a grandes maestros del Derecho como Mucio Escévola. Aprendió además Retórica y Filosofía con Molón de Rodas y Filón de Larisa.
Desde los veintiséis años demostró su talento como abogado y orador al defender a Sexto Roscio Amerino, acusado de parricidio por las intrigas de algunos partidarios de Sila. Este triunfo lo ubicó entre los principales abogados de Roma. Fue nombrado cuestor de Lilibea (Sicilia) en el 75 a. de C. En el 70 a. de C. actuó como abogado de los sicilianos contra Verres, antiguo gobernador de la isla y miembro del partido aristocrático. Con un breve discurso (Las Verrinas) y los testigos que él mismo consiguió logró la condena del reo a quien defendía Hortensio -el orador más famoso de la época. Las Verrinas forman un valioso documento sobre la Sicilia del siglo I a.de C.1
Como edil en el 69 a. de C. y pretor en el 66 a. de C. pronunció discursos en defensa de Fonteyo y apoyó a Manilio,el cual aconsejaba confiar el mando de la guerra contra Mitridates a Pompeyo. Fue elegido cónsul en el 64 a. de C. Sus oratorias más célebres como cónsul fueron las cuatro Catilinarias, con las que desbarató la conjuración de Catilina e hizo ejecutar a sus cómplices, de la cual asumió la responsabilidad.
En el 58 a. de C. Plubio Codio, tribuno nombrado con el favor de César, hizo aprobar una ley que establecía la pena de destierro para quienes hubiesen entregado a la muerte aun ciudadano sin juicio popular. Ésto causó el destierro de Cicerón el cual volvió al año siguiente y aceptó el cargo de procónsul en el 51 a. de C. Cuando comenzó la guerra civil favoreció a Pompeyo, pero cuando César tomó poder de Roma se retiró de los pompeyanos y se fué a Brindisi. Allí esperó a que César le otorgara el perdón y regresó a Roma. Durante esta época se dedicó a estudiar, leer y componer muchas obras sobre filosofía y retórica. En pocas ocasiones habló en público; una vez para la repatriación de Claudio Marcelo, un adversario de César y otra a favor del anticesariano Ligario.
Cicerón aconsejó inúltilmente a César que devolviera la libertad a Roma. El 15 de marzo del 44, César es asesinado. Durante ese periodo combatió a Marco Antonio escribiendo catorce discursos conocidos como las Filípicas. Esto enfureció al senado y al foro. Cicerón trató de huir pormar, pero fue alcanzado en Formia y recibió su muerte el 7de diciembre del 43.Sus obras se clasifican en retóricas, oraciones, cartas y tratados de filosofía moral. Además de los mencionados anteriormente se encuentran: La Consolación, escrita después de la muerte de su hija; De la república, donde sugiere que el mejor estado consiste en las tres formas de gobierno, monarquía, democracia y aristocracia; Hortensius, en honor a un amigo; De los deberes, dirigido a su hijo Marco en u ntiempo de graves conflictos respecto a la moral pública.
SUBRAYADOS
Los Deberes
Estudio Preliminar
El deber, por su parte, con sus dos aspectos “relativo practica”, es la aplicación, lo mas fiel posible, de la relación ideal de lo honesto a los casos concretos de la vida cotidiana: de este modo, dentro del marco rígido de la ética estoica-hecha sobre todo de ideales absolutos y de logros cumplidos-, Cicerón deja un lugar importante a la noción de progreso. El deber, en efecto, tiene como fin un comportamiento, que será cualificado luego con algunas de las formas derivadas del verbo decet, esta bien, es adecuado o conveniente, armónico, racionalmente bello… (Francisco Samaranch)
Libro Primero
¿Quién se atrevería a llamarse filósofo sin haber formulado alguna enseñanza acerca del deber?
El hombre, por el contrario, al participar de la razón, discierne, gracias a ella, las secuencias de las cosas y de sus causas; no ignora sus preliminares y sus a manera de antecedentes; reúne la s analogías; a las cosas presentes une y conecta a las futuras, con lo que fácilmente abarca con su mirada el curso entero de la vida y dispone las cosas necesarias para vivirla. Esta misma naturaleza, por la fuerza de la razón, inclina al hombre hacia el hombre en busca de una comunidad de palabra y de vida y, muy especialmente, hace brotar de el un particular amor hacia aquellos que el ha engendrado; ella lo impele al esfuerzo por procurarse todo lo que haga falta para subvenir a su mantenimiento y subsistencia, no solo para si mismo, sino también para su esposa, sus hijos y los demás seres queridos a quienes deba proteger; esta solicitud aviva los espíritus y os hace mas grandes para la acción. Y entre lo mas importante es propia del hombre la búsqueda e investigación de la verdad.
Hay dos clases de injusticia; una es la de los que la cometen, la otra la de los que, pudiendo, no defienden de la injuria a aquellos contra quienes se comete. Pues el que injustamente infiere violencia a alguien, movido bien sea por la ira bien por otra alguna pasión, es como si llevara su mano contra un miembro de la sociedad; pero el que no ofrece resistencia ni se opone, pudiendo hacerlo, a la injusticia, incurre en falta igual que si abandonara a sus padres, a sus amigos o a su patria.
Con todo, se dan a menudo circunstancias en las que la s acciones que parecen las mas dignas de un hombre justo y de aquel a quien llamamos hombre de bien cambian y adquieren un valor de signo opuesto: por ejemplo, devolver un deposito a quien aun sigue en estado de locura, o cumplir una promesa; y, respeto de las acciones que tienen que ver con la verdad y la fidelidad, resulta a veces justo cambiarlas y no cumplirlas. Pues es conveniente referirse a los principios de la justicia que ha establecido al comienzo: primero, no dañara nadie; segundo, servir al interés común. Todo esto cambia con las circunstancias, con lo que el deber también cambia y no siempre es idéntico.
La segunda precaución a tomar era que la bondad no sobrepasara nuestros medios; pues los que quieren, manifestar una bondad mayor de lo que sus haberes les permiten, en primer lugar faltan en cuanto causan un perjuicio a sus allegados, ya que transfieren a manos extraños unas riquezas que seria mas equitativo dar a gozar y dejar en herencia a sus íntimos. Pero, en una generosidad como esa se da muy de ordinario un afán de robar y de quitar injustamente, para que los recursos le basen a uno para sus serosidades. Podemos incluso ver amuchas personas-no tan naturalmente generosas, cuanto arrastradas por cierta vanidad-hacer, para parecer bienhechoras, muchas cosas que parecen proceder mas de la ostentación que de la buena voluntad. Pero tal simulación esta mucho mas emparentada con la vanidad hipócrita que con la generosidad o la honestidad.
Los Deberes
Estudio Preliminar
El deber, por su parte, con sus dos aspectos “relativo practica”, es la aplicación, lo mas fiel posible, de la relación ideal de lo honesto a los casos concretos de la vida cotidiana: de este modo, dentro del marco rígido de la ética estoica-hecha sobre todo de ideales absolutos y de logros cumplidos-, Cicerón deja un lugar importante a la noción de progreso. El deber, en efecto, tiene como fin un comportamiento, que será cualificado luego con algunas de las formas derivadas del verbo decet, esta bien, es adecuado o conveniente, armónico, racionalmente bello… (Francisco Samaranch)
Libro Primero
¿Quién se atrevería a llamarse filósofo sin haber formulado alguna enseñanza acerca del deber?
El hombre, por el contrario, al participar de la razón, discierne, gracias a ella, las secuencias de las cosas y de sus causas; no ignora sus preliminares y sus a manera de antecedentes; reúne la s analogías; a las cosas presentes une y conecta a las futuras, con lo que fácilmente abarca con su mirada el curso entero de la vida y dispone las cosas necesarias para vivirla. Esta misma naturaleza, por la fuerza de la razón, inclina al hombre hacia el hombre en busca de una comunidad de palabra y de vida y, muy especialmente, hace brotar de el un particular amor hacia aquellos que el ha engendrado; ella lo impele al esfuerzo por procurarse todo lo que haga falta para subvenir a su mantenimiento y subsistencia, no solo para si mismo, sino también para su esposa, sus hijos y los demás seres queridos a quienes deba proteger; esta solicitud aviva los espíritus y os hace mas grandes para la acción. Y entre lo mas importante es propia del hombre la búsqueda e investigación de la verdad.
Hay dos clases de injusticia; una es la de los que la cometen, la otra la de los que, pudiendo, no defienden de la injuria a aquellos contra quienes se comete. Pues el que injustamente infiere violencia a alguien, movido bien sea por la ira bien por otra alguna pasión, es como si llevara su mano contra un miembro de la sociedad; pero el que no ofrece resistencia ni se opone, pudiendo hacerlo, a la injusticia, incurre en falta igual que si abandonara a sus padres, a sus amigos o a su patria.
Con todo, se dan a menudo circunstancias en las que la s acciones que parecen las mas dignas de un hombre justo y de aquel a quien llamamos hombre de bien cambian y adquieren un valor de signo opuesto: por ejemplo, devolver un deposito a quien aun sigue en estado de locura, o cumplir una promesa; y, respeto de las acciones que tienen que ver con la verdad y la fidelidad, resulta a veces justo cambiarlas y no cumplirlas. Pues es conveniente referirse a los principios de la justicia que ha establecido al comienzo: primero, no dañara nadie; segundo, servir al interés común. Todo esto cambia con las circunstancias, con lo que el deber también cambia y no siempre es idéntico.
La segunda precaución a tomar era que la bondad no sobrepasara nuestros medios; pues los que quieren, manifestar una bondad mayor de lo que sus haberes les permiten, en primer lugar faltan en cuanto causan un perjuicio a sus allegados, ya que transfieren a manos extraños unas riquezas que seria mas equitativo dar a gozar y dejar en herencia a sus íntimos. Pero, en una generosidad como esa se da muy de ordinario un afán de robar y de quitar injustamente, para que los recursos le basen a uno para sus serosidades. Podemos incluso ver amuchas personas-no tan naturalmente generosas, cuanto arrastradas por cierta vanidad-hacer, para parecer bienhechoras, muchas cosas que parecen proceder mas de la ostentación que de la buena voluntad. Pero tal simulación esta mucho mas emparentada con la vanidad hipócrita que con la generosidad o la honestidad.
Nuestra sociedad requiere urgentemente de la expansión del espíritu de Cicerón; para crear consciencia sana con responsabilidad y autonomía.
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