Dr. Pierre Roumeguere
Entre los enfermos mentales, son los esquizofrénicos quienes mejor representan la actividad artística en cantidad (sesenta por ciento de los enfermos internados) yen calidad, pues plantean los problemas mas apasionantes.
Estos enfermos, cuya personalidad está asolada por una verdadera “marejada” interior de orden afectivo y emocional, extraordinariamente cargada de angustia, generalmente de naturaleza sexual, son empujados en cierto modo a huir en el sitito- es decir en pensamiento- en todas las direcciones posibles. Para legar a ello, recurren frecuentemente al arte, produciendo obras que traducen y al mismo tiempo intentan resolver sus conflictos interiores, su confusión y su intolerable angustia. A veces es una huida en el tiempo, una agresión hacia los primeros estadios humanos: niño o feto, y hasta estadios prehumanos: monstruos análogos a los de todas las mitologías y de todos los folklores, humanoides del tipo Frankenstein, dragones, mamíferos.
Otras veces es una huida en el espacio: mundos reales pero lejanos ( Tibet, islas, desiertos); planetas o mundos imaginarios (Atlantida, regiones hiperbóreas, interestelares) repletos de vegetales y animales fabulosos o prehistóricos.
A veces la huida se opera en el interior mismo de la personalidad: deshumanización, desagregación. En este caso el enfermo, literalmente “atascados” entre lo real y lo imaginario, no encuentra ya salida más que en su propia desintegración y en su destrucción. Esta desintegración puede realizarse y expresarse de cuatro maneras: La simbolización (el enfermo se convierte en símbolo, se representa como un símbolo), la deshumanización reifiante (el enfermo se convierte en cosa abstracta, se “esteriliza” en formas geométricas o se petrifica en estatuas, instalándose en suma a lo imaginario), el ablandamiento (las formas de expresión se ablandan y asistimos a una forma de licuefacción que leva a menudo al estadio siguiente) y la desagregación, en la que el artista retoma el “caos primordial”, con garabatos cada vez mas informes, cada vez más sombríos, con materia cada vez espesa, verdadera entrada a lanada, en el Nirvana de la demencia. Este es el, último estadio de la esquizofrenia.
Entre los enfermos mentales, son los esquizofrénicos quienes mejor representan la actividad artística en cantidad (sesenta por ciento de los enfermos internados) yen calidad, pues plantean los problemas mas apasionantes.
Estos enfermos, cuya personalidad está asolada por una verdadera “marejada” interior de orden afectivo y emocional, extraordinariamente cargada de angustia, generalmente de naturaleza sexual, son empujados en cierto modo a huir en el sitito- es decir en pensamiento- en todas las direcciones posibles. Para legar a ello, recurren frecuentemente al arte, produciendo obras que traducen y al mismo tiempo intentan resolver sus conflictos interiores, su confusión y su intolerable angustia. A veces es una huida en el tiempo, una agresión hacia los primeros estadios humanos: niño o feto, y hasta estadios prehumanos: monstruos análogos a los de todas las mitologías y de todos los folklores, humanoides del tipo Frankenstein, dragones, mamíferos.
Otras veces es una huida en el espacio: mundos reales pero lejanos ( Tibet, islas, desiertos); planetas o mundos imaginarios (Atlantida, regiones hiperbóreas, interestelares) repletos de vegetales y animales fabulosos o prehistóricos.
A veces la huida se opera en el interior mismo de la personalidad: deshumanización, desagregación. En este caso el enfermo, literalmente “atascados” entre lo real y lo imaginario, no encuentra ya salida más que en su propia desintegración y en su destrucción. Esta desintegración puede realizarse y expresarse de cuatro maneras: La simbolización (el enfermo se convierte en símbolo, se representa como un símbolo), la deshumanización reifiante (el enfermo se convierte en cosa abstracta, se “esteriliza” en formas geométricas o se petrifica en estatuas, instalándose en suma a lo imaginario), el ablandamiento (las formas de expresión se ablandan y asistimos a una forma de licuefacción que leva a menudo al estadio siguiente) y la desagregación, en la que el artista retoma el “caos primordial”, con garabatos cada vez mas informes, cada vez más sombríos, con materia cada vez espesa, verdadera entrada a lanada, en el Nirvana de la demencia. Este es el, último estadio de la esquizofrenia.
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