jueves, 6 de agosto de 2009

Los hijos: ¿gasto o inversión?



Por Cesar Mella

“Los hijos vienen con en pan debajo del brazo”, es sólo una historia del pasado…

En muchos países se premia a las familias numerosas, pues la población esta envejeciendo, en otros, como es el caso de China, sólo se permite tener un hijo.

En nuestro medio, aun en los sectores medios, el ideal es “tener la parejita” el varón y la hembrita…

Los novios están casándose o uniéndose a mayor edad y la decisión de tener el primer hijo se esta posponiendo. “Hay que pensar primero en el carro y en la casa” ha comentado una parejita de empleados públicos…

Los gastos que implican el embarazo, el parto y la manutención de los primeros años de uno o más hijos, provocan que los compañeros sentimentales utilicen de forma racional los métodos anticonceptivos.

Los costos de una cesárea aun con ayuda de las llamadas aseguradoras (ARS), puede estar sobrepasando los 40 mil pesos…

El primer embarazo siempre crea en la gestante la tensión de si su primer hijo “saldrá normal”?.

Un matrimonio integrado “conoce las malas noches” que provoca el proceso de lactancia, sueño y vigilia de la primera criatura.

Cuando llego la niña después de un varón, una pareja en ascenso económico, se planteo la necesidad de obtener un apartamento de tres habitaciones y entonces todo el esquema de progreso del matrimonio en producción y ahorro se modificó…

Un tercer embarazo casi nunca es confesado como “lo estábamos buscando”, sino como un accidente…

Los años pasan, los hijos crecen y se desarrollan.

Tribulaciones y alegrías con cada incidente: unos salen enfermizos; otros son brillantes en la escuela; algunos hijos se constituyen temprano en “un verdadero dolor de cabeza”…

Tener y mantener hijos es una verdadera caja de sorpresas.

Ejercer la autoridad y obtener el equilibrio frente a nuestros hijos constituye un ejercicio de negociación permanente.

A veces uno se pregunta: Ha valido la pena crear y criar tantos hijos solo a cambio de preocupaciones?

Los padres experimentan esa grata sensación del deber cumplido y se vuelven a realizar con la aparición de los nietos, que al decir popular, “se quieren por partida doble”…

Cada onza de afecto y buenos ejemplos dados a nuestros hijos siempre se traduce en toneladas de buenos ciudadanos ya ahí reside la satisfacción que genera nuestra inversión.

Jamás nuestros hijos serán un gasto y muchas veces, la recompensa la sentimos cuando orgullosos proclamamos: “ese que ud. ve ahí… ese es mi hijo”…

De salud y otras cosas.

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