jueves, 6 de agosto de 2009

Analicemos nuestras opciones


Por Luciano Frías

La realidad, por ser de naturaleza fluyente, dinámica y cambiante, constantemente nos plantea nuevos retos a los que debemos dar respuesta. Si por ineptitud, falta de perspectiva o cualquier otra razón, mi manera de entender los fenómenos que se verifican a mi alrededor se anquilosa, es posible que vaya perdiendo la facultad de reaccionar adecuadamente. Entonces iré cayendo en una situación de desfase que a la corta o la larga terminará en colapso. Esto puede aplicarse tanto a individuos como a grupos humanos.

El sonido es una onda que sólo se transmite en un medio material. La mayor parte de los sonidos que perciben nuestros oídos nos llegan a través del aire y nos ayudan, junto a los demás sentidos, a relacionarnos con el entorno y con las personas que comparten la vida con nosotros. Un ruido de alta intensidad, a lo largo de la historia del ser humano, ha comunicado amenaza. Sonidos tales como la explosión de un volcán, el del rayo o el trueno, el rugido sobrecogedor de una fiera, el retumbar telúrico de un alud, han significado durante cientos de miles de años señales de alarma ante las cuales había que responder rápidamente con lucha o evasión.

La realidad de San Cristóbal, y la del todo el mundo, es radicalmente distinta hoy en día a la de hace 4 años. Crisis económica global, resurgimiento de amenazas a la salud pública, agudización del cambio climático, intensificación de tendencias delincuenciales en diversos ámbitos, son factores que han ocasionado modificaciones en la composición y en los dinamismos que dan forma a nuestro escenario vital.

Si analizamos el comportamiento de los actores políticos de nuestro medio, especialmente la de los que aspiran a cargos, o los que aspiran a seguir, o los que aspiran a otro cargo mejor (porque ya tienen uno), pudiéramos descifrar algunos aspectos más o menos evidentes. Lo primero que llama la atención es que el discurso (por no llamarlo de otra manera) no ha variado mucho, sigue siendo el mismo. Refleja más bien la determinación de conseguir algo para sí, que la intención de asumir algún compromiso. Segundo, este discurso es infantilmente ambiguo y vacío de significación. Más allá del “la gente sabe lo que he hecho por mi pueblo”, de la foto y del eslogan carente de sentido (puedo dar ejemplos al que me los pida) no se ve ningún diagnóstico, inteligencia, o programa específico.

Y con respecto a la forma de promocionarse, parece que no conocen otro medio que la música estruendosa. Los precandidatos a síndico de un partido de oposición compiten para establecer cuál mete más escándalo, aunque el legislador transmigrante parece que lleva la delantera. Pero el oficial no se queda atrás. Hay un legislador que hizo una “inversión” cuantiosísima en una discolight “state of the art”, como se dice en inglés. Y otro legislador contrató a un manejador de imagen para mejorar la percepción que tiene la gente de él, como si el problema estuviera ahí.

Por estar científicamente establecido que el ruido desmedido ocasiona sordera y otros daños a la salud, y propicia en determinadas condiciones respuestas agresivas, es que nuestra ley lo regula. Pero, si una persona, en ocasiones siendo incluso legislador, por buscar conseguir un propósito electoral, está dispuesta a violar la ley, entonces hay que preguntarse si estaría dispuesto a seguir violándola luego que consiga su objetivo, con el fin de obtener otro que esté más allá.

Los desafíos que nos plantea el presente son graves. Incremento de la delincuencia, cambio climático que aquí se ha manifestado en una modificación drástica en el régimen de lluvias, aumento de la marginalidad y la pobreza, daño severo al entorno natural, son algunos de los factores que deben ser atendidos con carácter de urgencia y con la mayor inteligencia y compromiso posibles. Sin embargo, nuestros políticos parecen ignorar esta situación. Es por esto que debemos ejercer el juicio crítico. Discernir si alguna de las opciones electorales que gesticulan frente a nosotros tiene el nivel de consciencia, la capacidad o formación, la probidad, la integridad, la coherencia y la disposición al compromiso, debe ser la tarea que ocupe a cada ciudadano y ciudadana se nuestra comunidad.

Lo que está en juego no es poco, es nuestro futuro. Exijamos a nuestros políticos que expongan sus ideas, sus propósitos, planes y programas y que luego los cumplan. Analicemos si realmente saben lo que implica el ser depositarios de la soberanía popular, representar nuestros intereses, administrar nuestros dineros, defender y procurar el bienestar de cada uno de nosotros. O si lo que buscan son privilegios, beneficios personales y de grupo, satisfacer frustraciones sociales, afán de ver el propio nombre escrito en cuanta tarja, nota de prensa, comunicado, letrero y valla posibles. El político o funcionario que no contribuye a la solución del problema, se hace parte de éste.

Si a alguna persona estas notas le motivan alguna reflexión, bendito sea Dios.

Ilustración: Marcial Báez.

No hay comentarios:

Publicar un comentario