Por Ligia Minaya.
Denver, Colorado
El Internet tiene sus pros y sus contras. Y hay gente que se pasa la vida frente a la computadora asechando, reenviando disparates.
La gente, aún sin conocerte, te envía emails que también manda a cuchumil personas, y no fuera nada, sino es porque te dicen que tal champú da cáncer, que los celulares producen sordera, que lo de más allá da alferecía o leucemia, o es una oración a la virgen de no sé cuánto y si no la mandas a diez personas más pierdes el empleo o se te muere la madre. Desde que instalé Internet leo dos o tres periódicos al día y me entero de lo que pasa en el mundo, pero de ahí a que me atiborren con absurdos y con miedos, es algo que no resisto. Lo que sí me gusta es que mis amigas y amigos me digan que están bien o que tienen algún problema, me hablen de amigos en común o me envíen un comentario que no dañe a nadie, pues tampoco me gustan los mensajes que hablen o hagan mal a otros, en fin, que me cuenten un poco de sus vidas, su alegrías y poderlas compartir. No quiero que me digan que el tomate da catarro, que si uso tal o cual jabón me dará rasquiña o que el Alzheimer se cura pensando en que los huevos salcochados sacan, y peor aún, cuando los que andan con una Biblia bajo el brazo me piden que me arrepienta porque el mundo se acabará en dos días.¿Arrepentirme de qué? Sé que más de una amiga o un amigo se ha enojado conmigo cuando les digo que no me manden esas cosas. Si insisten, los bloqueo. Uso el Internet para cosas necesarias, y no que alguien me diga que no beba vino tinto porque me puede dar un infarto. Y hablando de vino tinto. Hace un tiempo se nos hacía saber que una copa al día mejoraba el corazón. Ahora han salido unos científicos, pagados por Dios sabe quién, que lo satanizan. Lo mismo sucedió con la carne de cerdo. Después de años de decir que producía colesterol y otras enfermedades, resulta que ahora la consideran carne blanca. Lo que la gente no entiende es que a esos científicos, a esos investigadores, las empresas farmacéuticas les pagan cientos de miles de dólares para que digan lo que a ellas les conviene.Entonces, mis ingenuos e incautos amigos, se lo creen todo y me llenan el buzón con esas barbaridades. Como todo en la vida, el Internet tiene sus pros y sus contras. Y hay gente que se pasa la vida frente a la computadora asechando, reenviando disparates, e incluso recogiendo chismes y chistes machistas para reenviarlos. Me encanta recibir emails de mis amigos, pero cuando veo que, aunque se lo advierta, siempre me mandan disparates, me da tiriquito. Con ese reenvío a cuchumil personas se corre el riesgo de que el tuyo lo utilicen otros para enviar propaganda comercial e indeseable, e incluso, para enviar algo con tu nombre para desacreditar a otros. ¡Ah los pasquines...! Les pido perdón a los amigos que con mi sinceridad he ofendido, pero repito, no quiero emails de propaganda, ni publicidad innecesaria, ni noticias para meterme miedo, ni que un estúpido metió la cabeza en el microondas y se quedó pasmado. Si quieren escribirme que me cuenten de sus vidas y milagros, sus alegrías y sus planes y sus triunfos. Y yo feliz.
Denver, Colorado
El Internet tiene sus pros y sus contras. Y hay gente que se pasa la vida frente a la computadora asechando, reenviando disparates.
La gente, aún sin conocerte, te envía emails que también manda a cuchumil personas, y no fuera nada, sino es porque te dicen que tal champú da cáncer, que los celulares producen sordera, que lo de más allá da alferecía o leucemia, o es una oración a la virgen de no sé cuánto y si no la mandas a diez personas más pierdes el empleo o se te muere la madre. Desde que instalé Internet leo dos o tres periódicos al día y me entero de lo que pasa en el mundo, pero de ahí a que me atiborren con absurdos y con miedos, es algo que no resisto. Lo que sí me gusta es que mis amigas y amigos me digan que están bien o que tienen algún problema, me hablen de amigos en común o me envíen un comentario que no dañe a nadie, pues tampoco me gustan los mensajes que hablen o hagan mal a otros, en fin, que me cuenten un poco de sus vidas, su alegrías y poderlas compartir. No quiero que me digan que el tomate da catarro, que si uso tal o cual jabón me dará rasquiña o que el Alzheimer se cura pensando en que los huevos salcochados sacan, y peor aún, cuando los que andan con una Biblia bajo el brazo me piden que me arrepienta porque el mundo se acabará en dos días.¿Arrepentirme de qué? Sé que más de una amiga o un amigo se ha enojado conmigo cuando les digo que no me manden esas cosas. Si insisten, los bloqueo. Uso el Internet para cosas necesarias, y no que alguien me diga que no beba vino tinto porque me puede dar un infarto. Y hablando de vino tinto. Hace un tiempo se nos hacía saber que una copa al día mejoraba el corazón. Ahora han salido unos científicos, pagados por Dios sabe quién, que lo satanizan. Lo mismo sucedió con la carne de cerdo. Después de años de decir que producía colesterol y otras enfermedades, resulta que ahora la consideran carne blanca. Lo que la gente no entiende es que a esos científicos, a esos investigadores, las empresas farmacéuticas les pagan cientos de miles de dólares para que digan lo que a ellas les conviene.Entonces, mis ingenuos e incautos amigos, se lo creen todo y me llenan el buzón con esas barbaridades. Como todo en la vida, el Internet tiene sus pros y sus contras. Y hay gente que se pasa la vida frente a la computadora asechando, reenviando disparates, e incluso recogiendo chismes y chistes machistas para reenviarlos. Me encanta recibir emails de mis amigos, pero cuando veo que, aunque se lo advierta, siempre me mandan disparates, me da tiriquito. Con ese reenvío a cuchumil personas se corre el riesgo de que el tuyo lo utilicen otros para enviar propaganda comercial e indeseable, e incluso, para enviar algo con tu nombre para desacreditar a otros. ¡Ah los pasquines...! Les pido perdón a los amigos que con mi sinceridad he ofendido, pero repito, no quiero emails de propaganda, ni publicidad innecesaria, ni noticias para meterme miedo, ni que un estúpido metió la cabeza en el microondas y se quedó pasmado. Si quieren escribirme que me cuenten de sus vidas y milagros, sus alegrías y sus planes y sus triunfos. Y yo feliz.
DIARIO LIBRE .com. Saudades. Mayo 2009.
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