domingo, 22 de febrero de 2009

La Inspiración del Poeta



Por Marcial Báez

La observación detenida de unos ademanes contribuyeron a reafirmar la gran pasión que siento por la poesía, explayada como una imaginación textual, sumatoria de colores; relegada drásticamente a una élite generacional de “dimes y diretes” por este lado del mundo.

Hacer presentes aquellos momentos primeros, donde la obsesión dejo participar a la naturaleza existencial, descubriendo que la misma era tan mía como de cualquier otro; lo esencial fue la inspiración del poeta impactante al descubrimiento de la abstracción que envuelve nuestra razón de absorber, la cristalinidad de sentimientos.

Cada enseñanza venía acompañada del rito gestual de unas manos que al instante se levantaban decididas, mostrando vigorosas la fuerza de su verbo. Un equilibrado compás reflejaba la sonoridad del movimiento labial. La mirada tranquila se perdía en la unidad vertical-horizontal, por encima de su cabeza, a la altura de sus caderas, entrelazadas en un mensaje ilustrado.
A partir de ellas, retuve la intuición del espacio literal hacia las profundidades del canto largo, expresado ágilmente por los gestos de un hombre verdaderamente humano, cien por ciento dominicano: Don pedro Mir.
Conocí al maestro en su cátedra de Estética en la Universidad Autónoma de Santo Domingo. Poeta, novelista, ensayista, ganador del Premio Nacional de Literatura (Historia-1975, Poesía-1976), autor de :Hay un país en el mundo, Contracanto a Walt Whitman, Huracán Neruda, El gran Incendio, Apertura a la Estética, La gran Hazaña de Limber y después Otoño, etc. Me transmitió la verdadera esencia, en toda su desnudez, de la poética pura; símbolo de su eterno y natural andar por estos predios de Dios, reflejada en mis adentros, multiplicada día a día, contemplándolo en la totalidad de esta media isla, por todos sus costados.

Y vuelve otra ves el vate oriundo de San Pedro de Macorís (1913) nuestro Poeta Nacional, a delimitar su figura estable; de sus labios las palabras brotan emocionantes, recreo mis sentidos mirando detenidamente sus modales, tranquilos, serenos e impresionantes; oyéndole hablar me viene a la mente aquel país en el mundo, colocado donde se encamina el sol cuando nace de la noche.

Sus palabras son un asombro de cascadas y su color es tierra bajo los ríos, y bajo los árboles, y más allá del monte, y donde se pierde el horizonte.
Su hablar me lleva a tierras antiguas, estropeadas por el tiempo y sus distancias, y viene a mis labios el sabor de azúcar y de alcohol de aquel país colocado en un inverosímil archipiélago donde todo es despoblado, donde aquel que está sin tierra es olvidado, y cada vez que veo su rostro todo en él se va transformando poco a poco es millones total de vidas, es su pueblo en todos sus cantos, y llegará a su interior algún día la constructiva paz en cada rama y por ultimo acompañarán a su alma un enjambre de besos y añoranzas.

Este recuerdo se mantiene vivo en una dedicatoria que aparece en mi libro de texto: “Para Marcial Báez un futuro rival en las artes poéticas”. Pedro Mir, UASD, Septiembre 1977.

* El SOL. Santo Domingo, R.D. Jueves 7 de noviembre de 1991. Págs. 6 y 7.
* El PERIODICO. San Cristóbal, R. D. Noviembre, 1994. Pág. 11.






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