martes, 16 de junio de 2020

LA CIRUGIA MORAL / GIOVANNI PAPINI



El doctor Anosh-Uthra ha venido al Claridge a proponerme su cura que comienza, según dice, a ser bien acogida en Inglaterra. Un subsecretario del Colonial Oficce, que la experimentó, me ha hablado con entusiasmo, y he mandado a buscar al médico o mejor dicho al cirujano, para que me visite en el hotel.

Anos-Uthra, que se vanagloria de un origen persa y casi regio, es un hombre todavía joven pero de una seriedad concentrada como no había visto nunca hasta ahora. La cara color de plomo con vagos reflejos de oro se halla dominada por una barba lujuriante y hosca, que le desciende hasta el estómago y le hace semejante a los reyes de Asiria que se ven en British Museum. No se le descubren los ojos, escondidos detrás de unas antiparras ahumadas. Hablando con el se tiene la impresión de hablar por teléfono con un ausente enmascarado.

-No sé –ha dicho--, si nuestro común amigo le ha dado la idea de mi nueva terapéutica. El origen es sencillísimo. Durante mis estudios me sentí impresionado por dos hechos: que nadie es capaz, ni el demasiado alabado Freud, de curar los disturbios mentales y por otra parte que la medicina general es bastante menos eficaz, como cura resolutiva, que la cirugía. Mi descubrimiento consiste en haber introducido la cirugía en el tratamiento de las enfermedades del espíritu. Yo soy, si quiere una definición, el primer cirujano del alma.

“No ignoro que algunos cirujanos han intentado intervenir e la cura de enfermedades propiamente nerviosas y que se ha tratado de curar la epilepsia interviniendo en el riñón, y la demencia precoz con los injertos endocrinos. Pero nos hallamos ante operaciones puramente físicas contra males psíquicos. Yo, en cambio, opero directamente sobre el espíritu con operaciones espirituales. Son parte de nuestra alma que se pudren, que se gangrenan, que crecen demasiado en perjuicio de otras. Hay canceres morales, tumores intelectuales, la apendicitis del vicio y del pecado. Yo puedo, a voluntad, obtener la amputación radical del órgano o zona del alma que perjudica. Ya he extirpado a algunos de mis clientes, a este la holgazanería, a aquel la sensualidad, a otro el espíritu matemático, la avaricia, la infidelidad. Si el terror de la muerte le turba, si le oprime la indigestión de la excesiva cultura ingerida, si la ambición política o deportiva no le deja en paz, diríjase a mi. Mis operaciones son rápidas y sin dolor. no le obligó a hacer confesiones, como hace el mago de Viena, no recurro al hipnotismo como en Nancy, no le hago contar sus sueños como en Zurich. Ni, mucho menos, corto y abro su carne.

-¿No se puede dar algunos detalles de su manera de operar?

-Si se los diese no los podría comprender. Sepa que Anosh-Uthra no es mi verdadero nombre. Estas palabras iránicas significan Hombre Ángel, y son el nombre del Mesías de la religión mandea. Mi secreto procede, como todos los secretos, del Asia, y no se puede revelar en términos occidentales. Pero los experimentos felices son mucho mas evidentes y claros que la teorías. Sométase a mi cura y le libertare de lo que le molesta.

“Y tenga usted en cuenta que yo no opero solamente las malas cualidades, es decir, los moralistas llaman “culpa” o los alienistas “locura”. Si le molesta por ejemplo, un inmoderado amor al prójimo o una manía religiosa y filosófica que pongan en peligro su bienestar, estoy dispuesto a intervenir en las mismas condiciones. Son virtudes mucho más dolorosas, a veces, que los pecados.

“Piense en la transformación que sufrirá nuestra especie cuando mi cirugía moral se haya difundido por todas partes. Todos podrán poseer el alma que más le guste. La extirpación b metódica de los remordimientos y de los temores dará al hombre aquella paz hasta que ahora ha buscado en vano en el estoicismo o en la fe. Añada que las enfermedades del cuerpo se derivan del espíritu; por lo tanto, cuando se haya curado este, disfrutara igualmente de una perfecta salud física. Pruebe. ¿Le molesta la avidez de dinero, la superstición, la envidia, los celos? La extirpación es sencillísima. Le advierto que no se cada una de las molestias que le he citado son necesarios al menos tres meses. Tiempo mínimo si piensa en las interminables curas de los psiquiatras. Debo, sin embargo, advertirle lealmente que si puedo quitar alguna cosa a su alma no puedo añadirle nada. Soy un taumaturgo, pero no un dios.

“El coste de cada operación varía según las dificultades. Mis precios oscilan entre quinientas y tres mil libras esterlinas, a pagar la mitad al comenzar la cura”.

-¿Y podría usted amputa toda el alma si el alma entera es infecta?

-Es una operación que no he hecho nunca hasta ahora- contesto Anosh-Uthra, alisándose la barba- pero se  podría intentar.


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