viernes, 29 de mayo de 2020

LA PINTURA VIAGRATICA (1998) / ORLANDO ALCANTARA



LISTÍN DIARIO. 10A. OPINIÓN. VIERNES, 28 DE AGOSTO DE 1998.

A mi entender, humilde en Cristo Jesús, el pintor  y poeta Marcial Báez es el mejor en su clase después de Dionicio Blanco en San Cristóbal. ¡Que me perdone Miguel Mella!

La pintura de Marcial se inscribe en un panorama viagrático, léase del Viagra. No estoy relajando. Lo digo en serio.

La famosa pastillita azul nos enerva, nos erecta. La panacea universal de los impotentes nos hace sentir más felices. El Viagra nos levanta el ánimo; nos da sentido. Por eso dijo Dios: “Hágase el Viagra” y millones de hombres resucitaron.

Hasta aquí la archifamosa píldora. Ahora viene Marcial Báez. No hablo de él como poeta, lo aludo como pintor. En su más reciente producción pictórica me ha deslumbrado y me ha salvado del marasmo.

El presente trabajo tiene como tema los indígenas tainos, desaparecidos a destiempo por obra y gracia de la mano exterminadora de los conquistadores.

El tema es apasionante. Se basa en las pictografías de las Cuevas del Pomier. Pero además Marcial le agrega un marcado sabor de trascendencia mediante el uso de los signos universales que rompen con las fronteras del tiempo y del espacio. Y es ante todo una pintura humana, salvaje, bestial, donde la ruptura se enmarca por senderos de luz. Los rompimientos tienen carácter autónomo dentro de la visualidad creativa y el imaginario poético del autor.


Los elementos son fascinantes: cotorras  parlanchinas, arboles resecos al sol ( enfermos de ecología), las capas del relieve terráqueo, mujeres indígenas asfixiadas por el sufrimiento, participantes de la Cohoba en éxtasis y fuera de si por el alucinógeno, las hojas multicolores sirviendo de fondo para la tela, la serialidad, la colectividad, la singularidad, la individualidad del ser, la identidad humana, los pajaritos pintados con candor por el ojo taino, los animalitos haciendo el amor y fecundándose, miles de soles risueños, los resquebrajamientos, la espiral, en fin, la catarsis, la ruptura.

Hay que destacar que Marcial Báez es un fiel creyente y practicante de la iglesia católica y también se ha destacado por su labor evangelización delos presos. Marcial Báez es un hombre nuevo que camina alegremente por las calles de San Cristóbal haciéndonos ilusionar con sus poemas y sus pinturas.

En síntesis, la pintura de Marcial Báez abre nuevos senderos para la poesía como texto visual de múltiples connotaciones-subjetividades-y una sólida denotación-objetividad-en el acto creativo.


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