jueves, 11 de febrero de 2010

INSOMNIO ANALITICO



Perla Massiel Mella Viera

Insomnio analítico es… PENSAR EN VEZ DE DORMIR... ZZZZ!

Era la madrugada del veintiocho del mes de junio, creía que las ansias de redactar mi vida, la vida en este mes, había llegado a su fin, cuando de repente abrí los ojos y me encontré en el mundo de los que duermen, rodeada de sutiles y agresivos ronquidos, liquidada por la envidia sana de no poder unirme a su sinfónica mal organizada.

Todo este tiempo de las manos con mi Dios he luchado para enlistarme al ejército de los que duermen felices, de aquellos que descansan la mente, ya que la mía en muchas ocasiones trabaja desmedidamente, provocando en mí un estado de alerta mental constante e imposible de llevar.

La vida sin Cristo es justamente eso, el despertar de un sueño profundo sin explicación alguna, ojos pelados, incapaces de volver a su estado cerrado. ¿Eran los quejidos de la abuelita Dolores?, ¿la preocupación de la abnegada Genoveva?, ¿el regreso de mi amiga boricua o la presencia de JB? ¿Los puntos que completaron las íes que exprimieron en esta madrugada mis ganas más profundas por dormir, al igual que todo el pueblo de San Cristóbal, O SIMPLEMENTE DIOS?

He visto a diario cómo en realidad la puerca vuelve a su vómito, observando la obsesión y el interés desmedido del ser humano en tratar de encontrar en elementos visibles los componentes necesarios para poder sobrevivir en este mundo con su menú de primera, artillado de despropósito, banalidades, vaciedad, pérdida del norte y todos sus contornos.

El hombre no nace bruto. Esto al igual que casi todo en la vida es una elección. Él mismo elige ser un mediocre, un ignorante espiritualmente hablando y en todos los demás aspectos. Al ser humano se le hace muy dificil creer en alguien que no se ve, por ello pasan sus días buscando y enfocando su fe en hombres que según ellos, en su oscuridad espiritual, están dotados de sabiduría divina, y olvidando claramente que lo que se ve fue hecho de lo que no se ve. “Maldito el hombre que confía en otro hombre”.

También he visto cómo algunas personas especiales en este mundo no se proponen ser seguidos, pero su especialidad trasciende de manera tan sensacional ante aquellos menos especiales que éstos se ven en la necesidad de adorarle, de seguirle, sin éste habérselo pedido; y es entonces donde nacen tantos ídolos e idólatras, de la necesidad de apoyarce en algo o en alguien que tiene la gente, pero más fácil si es visible. Por eso muchos se desvían, por eso muchos claudican.

El carácter transitorio está intrínsicamente mezclado a las cosas del mundo, a diferencia de las cuestiones de Dios, con su majestuoso carácter de eternidad, lo que en realidad nos da esperanza, elemento primordial para un peregrino emprender su viaje por la vida.

¡A lo mejor todo ésto es lo que se ha robado mi sueño al compás de las ganas inmedibles que hay en mi interior, puestas por el mismo Dios, de hablarle al mundo de algo diferente, valor, brío, impavidez, osadía. Todo ello fluye como un manantial en mí cada vez que he decidido mirar a Cristo, servirle, serle fiel y descansar plenamente en Él.

Son muchas ideas diversas en un solo escrito. ¿Acaso no es así la mente del ser humano? Gracias doy a Dios por Cristo en mi vida, ya que únicamente la conciencia, sabiduría y discernimiento que vienen de Él permiten a alguien humano y pecador dejar de dormir para pensar en el estado caído de los demás hombres.

Seguiré predicando sin palabras y haciendo uso de ellas cuando así sea preciso como dijo Agustín de Hipona. Cuánto se reconoce lo pecadores que somos, cuánto se ve nuestra suciedad, cuánta esta nuestra preocupacion por agradar a Dios cuando somos alumbrados por Su luz, aquella luz que no emite ni la más pequeña mancha.

Así se hincha el interés por ser mejores para Cristo, por actuar a diario de manera agradable para Él, pues ya hemos entendido de lo que se trata la vida, del motivo de nuestra creación y de aquel sacrificio para nuestra resurrección en Cristo Jesús.

Ya no podía escuchar los ronquidos. Estaba lejos de la ciudad de los que duermen, porque me uní a los desvelados, a los zombies, a los búhos. Ya no era el lamento de la viejita Dolores Rivera y mucho menos la angustia de doña Génova. Sólo éramos Cristo, mi escritura y yo. Entonces caímos en el silencio y por un instante casi mágico, sobrenatural, todo terminó.

Grafico sur.com. Domingo 7 de febrero 2010.

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