jueves, 29 de octubre de 2009

Que cante Atahualpa Yupanqui



Virgilio López Azuán

A petición de Pilar Lucero Ramírez

Revolaron los payadores en las cuerdas de las guitarras, y en lo alto de la sierra un olor a café se derramaba. Atahualpa cantaba coplas por la tierra, y en los ojos las cegueras desbandadas, y en los sauces y en los causes de plantas y ríos saltaba la alegría del canto en los picachos. Son las coplas tristes de los llanos, su color naranja de la tarde asusta a los cristianos.

Atahualpa cantaba coplas, de tardes y anochecidas, cantaba sus heridas y la de los otros. Atahualpa cantaba bien por los verdes del campo, coplas perseguidas de payadores sin santos.

Y allá, entre piedritas y guijarros, las encallecidas manos al cielo se levantan, y lloraban las quebradas y en caminos de flores muertas América bostezaba... Canta Atahualpa, Yupanqui de la tarde, olor a campo mojadoVenga Atahualpa con tu trova, a trovar en este instante, paisanajes y penas, y de la vida sus abrojos. Nadie podrá olvidar los silencios de los ecos, el pobre en los arroyos abriendo las puertas, de un mundo nuevo en los rubores…

Atahualpa canta bien, que el viento lleva tu queja, tu rabia y tus dolores, tus santos y tus piedras... Canta tus historias, tus paisanos, tu lluvia y tus maderas, tu sangre y tus soleras; tus quebradas y tus llovidas… Canta tus luces, encendidas en los leños, tus palos recién cortados, de tantas hambres transidas. Canta Atahualpa tu trova, tus versos y tu guitarra, que rabien las cigarras en lo alto del yagrumo, que el amor se hace estrella, y el verso se hace uno en el corazón latiendo.

Canta tus memorias, de hachas y rodaduras, de fierros y orejas alertas, para entrar en la melga el sueño de los luceros…

Canta Atahualpa de nuevo, que la noche es tuya, tus guitarras, y tus penas, que la vida nunca es buena, sin un canto que le ronde, canto de sinsonte, o paloma cacera, que los perros ladran a la luna, que hace guiños y trae fortuna cuando nos faltan los sueños.

Canta Atahualpa, canta, Yupanqui por todas las laderas, que los niños no picarán piedras, a la hora que tu cante. Que tu voz haga eterno este instante, de coplas y plenas. ¡Qué callen las cigarras, que Atahualpa está cantando su música eterna!

¡Qué cante Atahualpa, payador, que el alma quema! ¡Qué cante Atahualpa! Y en la falda del olvido se acuesten las penas.

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