De Saber hablar en cualquier circunstancia Yvest Furet /Sara Pertant.
El estudio de la psicología de las multitudes es muy anterior a la psicología propiamente dicha. Tuvo un pionero francés en la persona de Gustavo Le Bon quien, a finales del siglo pasado ( y sus reflexiones aunque discutidas, siguen siendo apasionantes) escribía:” En determinadas circunstancias, y solo en ellas, toda aglomeración de hombres posee características nuevas, muy distintas de la de cada individuo. La personalidad consciente se esfuma, los sentimientos y las ideas de los individuos se orientan en la misma dirección”. A la luz del freudismo y de investigaciones posteriores, se ha visto que en el seno de la multitud, cada individuo vive efectivamente a nivel únicamente del sentimiento colectivo, de la relación afectiva secreta y no se manifiesta en cuanto individuo. Las diferencias individuales quedan difuminadas ante los parecidos y coincidencias: los comportamientos individuales quedan reducidos a un denominador común.
Es una comunión que por si misma puede conducir a un comportamiento activo: pensemos, por ejemplo en el público que invade el terreno de fútbol para denostar al arbitro o levantar en hombros al héroe de la fiesta. Pero, a veces, es desencadenada por un agitador, un jefe o tribuno. Ele ejemplo reciente tan citado, por haber sido tan destacado, es el de Hitler que levantaba en vilo multitudes enteras.
El estudio de la psicología de las multitudes es muy anterior a la psicología propiamente dicha. Tuvo un pionero francés en la persona de Gustavo Le Bon quien, a finales del siglo pasado ( y sus reflexiones aunque discutidas, siguen siendo apasionantes) escribía:” En determinadas circunstancias, y solo en ellas, toda aglomeración de hombres posee características nuevas, muy distintas de la de cada individuo. La personalidad consciente se esfuma, los sentimientos y las ideas de los individuos se orientan en la misma dirección”. A la luz del freudismo y de investigaciones posteriores, se ha visto que en el seno de la multitud, cada individuo vive efectivamente a nivel únicamente del sentimiento colectivo, de la relación afectiva secreta y no se manifiesta en cuanto individuo. Las diferencias individuales quedan difuminadas ante los parecidos y coincidencias: los comportamientos individuales quedan reducidos a un denominador común.
Es una comunión que por si misma puede conducir a un comportamiento activo: pensemos, por ejemplo en el público que invade el terreno de fútbol para denostar al arbitro o levantar en hombros al héroe de la fiesta. Pero, a veces, es desencadenada por un agitador, un jefe o tribuno. Ele ejemplo reciente tan citado, por haber sido tan destacado, es el de Hitler que levantaba en vilo multitudes enteras.
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