jueves, 22 de julio de 2010

DOS MAS TRES, SON TRES


Agustín Perozo Barinas

“Quienquiera que haga crecer dos espigas de maíz o dos briznas de hierba sobre un punto de suelo donde sólo una antes crecía, merecería más de la humanidad y haría un servicio más esencial a su Patria, que toda la raza de políticos puesta junta”. Jonathan Swift (1667-1745)


Nuestro país no produce compotas de mango, guineo, zanahorias con naranja, etc. Prácticamente toda la sal grado alimenticio que consumimos en nuestros hogares se importa de Colombia, Perú, México, Bonaire. Las inversiones foráneas en el sector turismo exceden las de capital criollo, y allí se privatizan los beneficios y se socializan algunos importantes gastos de inversión por el Estado dominicano como son las infraestructuras viales. Exportamos materias primas como cacao y café, pero no las hemos industrializado ampliamente. Y siempre vienen a la memoria conceptos como masa crítica, valor agregado, ventaja comparativa, sinergias y más términos, fórmulas, criterios, evaluaciones, comisiones de estudio y análisis, etc., pero a fin de cuentas, año tras año, nos enfrentamos a una balanza de pagos en negativo que empeora. Simplemente no producimos tantos dólares exportando como los que consumimos importando. Las remesas del dominicano ausente, sobre todo el que reside en los Estados Unidos, ha sido un gran sostén de esta economía en lo referente a la captación de dólares y para lo cual nuestra economía no invierte recursos, como es en el caso del turismo y zonas francas. En los últimos 50 años no hemos desarrollado una cultura de producción orientada a la exportación de bienes terminados. Nuestros industriales disfrutaron de un mercado cautivo por décadas, pero no para innovar, ni adecuar el sector para mercados externos, salvo algunas honrosas excepciones. Una gran parte de esos esfuerzos industriales se centraron en el desarrollo de plantas convertidoras de materias primas importadas en artículos de consumo local.

Vamos a las compotas de mango. Podría instalarse una planta para operar con pulpa y potes de vidrio importados. Y luego se siembran los mangos más idóneos para extraer la pulpa de producción local. Los potes de vidrio? Importarlos, y sólo cuando el nivel de producción y colocación de las compotas justifiquen la primera planta manufacturera de éstos, se instala. O continuamos con el probado error de sembrar los frutales primero los que nos lleva a productos primarios sin la capacidad de añadirles valor agregado con la industrialización. Y si la masa crítica del mercado dominicano para la planta de los potes de vidrio para compotas no la justifica, sumémosle entonces en el exterior. Que hay competencia? Un experimentado comerciante una vez sentenció: “Cuando estás sólo en el mercado, todos los negocios son buenos”. No estamos solos, pero se puede si se quiere. Plantar frutales sin planificación y sin tener desarrollada una infraestructura de industrialización y exportación fue lo que llevó a una sobre oferta de naranjas valencianas en los 90 que mermó la rentabilidad a niveles críticos de los medianos productores. Muchos desaparecieron. Lo mismo ha pasado, con sus variantes, con productores de aguacates y mangos. Villa Fundación en Baní debió tener primero una planta procesadora de mangos para la producción de pulpa, jugo, esencias, etc. y que acumularan experiencias mientras sus plantaciones llegaban a su nivel de máxima producción. Con cuáles mangos, mientras tanto? Con mangos “criollos” o pulpa importada. En el caso de los aguacates de San Cristóbal, Ocoa, Baní y Barahona, hay una empresa dedicada a la exportación que adquiere parte de la oferta y que ha tenido éxito en apoyar el desarrollo del sector, sin embargo no hay una planta para la industrialización del aguacate para extraer esencias y aceites de uso cosmético y farmacéutico. Nueva vez: valor agregado.

Parecería una aberración que nuestro país, dos tercios de una isla caribeña, con excelente exposición solar y vientos en sus costas, importe casi la totalidad de la sal comestible refinada que consume su población y su industria alimentaria. Tenemos dos salinas de importancia: una cooperativa en Montecristi y una en Baní, más una menor en Azua. También una mina de sal gema en Barahona. Y por qué se importa prácticamente toda la sal refinada? Según los cerebros que han administrado a la República Dominicana en los últimos 50 años, turnándose el botín y que la han llevado a tener una deuda externa sobre los 18 mil millones de dólares (la deuda cuasi-fiscal en el Banco Central sobre los 200 mil millones de pesos), una deuda social acumulada impresionante, un sector eléctrico que es un gran negocio para los generadores y un trauma para los usuarios y el fisco; todo es muy simple: es más económico importar la sal refinada que producirla localmente. Y como la sal es un producto barato, por qué molestarse? Esa es la actitud que contamina todo lo demás. No podría instalarse una planta refinadora equidistante a las dos mayores salinas –sinergia- para procesar la sal bruta que producen? Si hablamos de Montecristi y Baní, podría instalarse en Bonao, por ejemplo. Hay que transportar la sal de esas salinas a Bonao? Sí. Y la sal que se importa desde Colombia, Perú, México, etc., no debe transportarse a nosotros en mayores distancias?. La inversión para esa planta refinadora se cubre perfectamente con los ingresos totales que reciben 15 diputados o seis senadores con su “fondo para asistencia social” –barrilito-, en el período de un año. Puede haber escasez de sal bruta en algún momento para alimentar la planta refinadora? Sí. Si alguna tormenta con niveles pluviométricos altos golpea las salinas locales. Solución: la importación de sal bruta para suplir la planta durante la estación ciclónica. Pero son importaciones puntuales de la materia prima y el país le da el valor agregado al refinarla.

Y qué de las especias? En nuestro hemisferio, Centroamérica y Sudamérica las producen. Nosotros podemos también. Hay una empresa argentina que produce y asesora en la siembra de alcaparras, que perfectamente se pueden producir en el Sur y la línea Noroeste. Se puede? Sí. Si se quiere. Y las especias se prestan muy bien a su transformación para comercializarlas con alto valor agregado. Para las zonas áridas del Sur podría incursionarse con el cactus de la fruta tuna (Opuntia ficus indica). Chile, en el Cono Sur, la produce y exporta fresca y en jugo, a Europa. No estamos mejor posicionados geográficamente que Chile respecto a Europa? Tendríamos ventaja comparativa en el flete al viejo continente. En años recientes en Venezuela se estructuró una empresa entre la cervecera Polar y la vinícola francesa Martell y producen, en suelo venezolano y en clima similar al de nuestro cálido Neiba, vinos de calidad reconocidos internacionalmente bajo la marca Pomar. Al menos podemos aspirar a producir vinos a granel con la requerida calidad para suplir la industria hotelera nacional. Y se puede. Con los vegetales y los invernaderos vamos relativamente bien. Aunque es imposible conseguir en el mercado espárragos a precios asequibles.

Con los tratados de libre comercio suscritos con Centroamérica y los Estados Unidos, que parecen irreversibles, las recaudaciones aduanales han disminuido considerablemente y eso debe compensarse con mayor presión tributaria. Pero sería mucho mejor tributar sobre un creciente Producto Interno Bruto sin incrementar esa presión. Pero hay que producir, más y mejor, y exportar, más y mejor también. Con rentabilidad, calidad, innovación y competitividad. Nuestra masa crítica es 10 millones de consumidores. Podemos doblarla en 10 años. Parte en el mercado haitiano, en el puertorriqueño y en el de las islas del arco inferior antillano. Una pequeña, pero eficiente, marina mercante? Es posible. Una vez lo fue. Un buque escuela para formar nuestros marinos mercantes y que sea nuestro buque insignia que promueva en la región que somos un país productor y mercantilista? Es posible. Debemos priorizar la producción entonces. A la cual podamos añadir valor agregado y que tenga potencial exportable. Y en ese tenor tenemos la situación de los motoconchistas, como ejemplo de anti-producción. Qué producen? La motocicleta y sus partes son importadas, al igual que el combustible y aceites. Bueno, entonces, dan un servicio de transporte popular: Sí, pero caro, de mala calidad y peligroso. Pero es una mejor opción al trabajo rural con un machete, bajo el inclemente sol tropical, por el equivalente de 5 dólares al día, cuando aparecía un trabajo, que no era fijo y sin beneficios o compensaciones marginales de ningún tipo. O a la succionadora labor en factorías con un salario mínimo que apenas cubre el transporte y la comida diaria. Pero ya hay tantos, cientos de miles de motoconchistas, que ya no es tan rentable y cada día más peligroso por el caótico tránsito y la delincuencia generalizada. Podemos entonces desarrollar una industria forestal sostenible de maderas preciosas y semi-preciosas en el país para emplearlos dignamente? Es posible. Las lomas del agreste Sur pueden ser reforestadas con caoba, roble, guayacán, etc. y diseñar una política para la explotación futura y su renovación cíclica. Generaría empleos, divisas futuras, adecuación de la capa vegetal de esas lomas y montañas, protección de los acuíferos, etc. Lo mismo en la Línea Noroeste.

Pero por qué hemos sido tan tímidos en República Dominicana en desarrollar una amplia cartera de bienes de exportación? Parece que es más rentable dedicarse a la política y que el país se oriente a una economía de servicios del entretenimiento y las remesas. Si llegásemos a desarrollar nuestro turismo para que, según se planteó recientemente, captáramos 10 millones de turistas anualmente, o sea, uno por cada habitante de nuestro país y que ello se tradujera en divisas para nuestra economía de por lo menos 9 mil millones de dólares anuales, sería un gran logro, sobre todo si no afecta el medio ambiente en esas zonas. Y si, adicional a eso, llegásemos a promediar 3 mil millones de dólares por año por concepto de remesas, no hay dudas que seremos admirados en la región y mucho más si estos recursos los usamos concienzudamente para cubrir nuestros compromisos externos, disminuir la pesada carga social acumulada, concretar necesarias obras de infraestructura y para solucionar problemas graves como el tema eléctrico, el narcotráfico y la inseguridad ciudadana. El sector privado por sí sólo no garantiza que República Dominicana tome el rumbo necesario, para no seguir en más de lo mismo. Reconociendo la valiosa trayectoria de algunos grupos industriales que sí han impactado positivamente en nuestro desarrollo, el Estado debe tener un papel protagónico en inversiones, planificación, supervisión, regulación y fiscalización.

Con un liderazgo que posea la voluntad para cambiar lo que no conviene y que esté libre de compromisos con intereses que prosperan con las cosas como están. Luchar contra una situación presente que tiene nuestra economía, en muchos de sus ámbitos, como el título de este artículo: DOS MÁS TRES, SON TRES.

No hay comentarios:

Publicar un comentario