Rafael Molina Morillo
Hace muchos años, cuando me iniciaba en la carrera periodística, un veterano del oficio me regaló este consejo: “Lee todo lo que te caiga en las manos: libros, revistas, periódicos, paquitos y hasta los volantes que reparten en la calle”.
Cada día se hace más difícil cumplir ese prepósito, ni siquiera medianamente. Por untado, la vida moderna obliga a compromisos ineludibles que impiden dedicar a la lectura todo el tiempo que uno quisiera. De otra parte, la producción literaria crece en forma acelerada, pero el día sigue teniendo sólo 24 horas. Para colmo, las nuevas tecnologías compiten fieramente con los materiales impresos, y ahí están la ágil televisión y el infinito Internet capturando nuestra atención durante horas interminables, robadas precisamente a la lectura.
¿Dónde esta el tiempo para leer? Cada uno de nosotros tiene que fabricarlo a su medida. Nuestras agendas son diferentes, no hay dos iguales. De manera, pues, que el espacio para mantenernos cerca de los, libros, revistas y periódicos tiene uno mismo que buscarlo de acuerdo a sus posibilidades, pero una vez encontrado, hay que declararlo inviolable y sagrado. Quien no lo haga así esta condenado a vegetar, sin chance para alimentar sus conocimientos ni su espíritu
José Rafael Lantigua tiene publicado un folletico cuyo título no recuerdo, pero que recoge una decena de fórmulas para aprovechar el tiempo dedicado a la lectura, por corto que este sea. Ahí nos enseña a tener valor para dejar un libro por la mitad, si no nos gusta; a saltar las páginas que nos resulten pesadas, no importa cuán laureado sea su autor; cosas por el estilo, todas tendentes a hacernos sentir más amigos de los libros y dejar de verlos con tanto temor, respeto y distancia como les sucede a no pocas personas.
Les recomiendo, pues, buscar el folleto de Lantigua, que puede leerse en pocos minutos y es muy bueno. Y tratar de seguir, dentro de las premuras que nos imponen las nuevas tecnologías, aquel sabio consejo de leerlo todo, incluyendo los muñequitos y los volantes callejeros.
Listín Diario. La página del lector. Los Buenos Díaz del Director. Domingo 24 de agosto 1997.
Hace muchos años, cuando me iniciaba en la carrera periodística, un veterano del oficio me regaló este consejo: “Lee todo lo que te caiga en las manos: libros, revistas, periódicos, paquitos y hasta los volantes que reparten en la calle”.
Cada día se hace más difícil cumplir ese prepósito, ni siquiera medianamente. Por untado, la vida moderna obliga a compromisos ineludibles que impiden dedicar a la lectura todo el tiempo que uno quisiera. De otra parte, la producción literaria crece en forma acelerada, pero el día sigue teniendo sólo 24 horas. Para colmo, las nuevas tecnologías compiten fieramente con los materiales impresos, y ahí están la ágil televisión y el infinito Internet capturando nuestra atención durante horas interminables, robadas precisamente a la lectura.
¿Dónde esta el tiempo para leer? Cada uno de nosotros tiene que fabricarlo a su medida. Nuestras agendas son diferentes, no hay dos iguales. De manera, pues, que el espacio para mantenernos cerca de los, libros, revistas y periódicos tiene uno mismo que buscarlo de acuerdo a sus posibilidades, pero una vez encontrado, hay que declararlo inviolable y sagrado. Quien no lo haga así esta condenado a vegetar, sin chance para alimentar sus conocimientos ni su espíritu
José Rafael Lantigua tiene publicado un folletico cuyo título no recuerdo, pero que recoge una decena de fórmulas para aprovechar el tiempo dedicado a la lectura, por corto que este sea. Ahí nos enseña a tener valor para dejar un libro por la mitad, si no nos gusta; a saltar las páginas que nos resulten pesadas, no importa cuán laureado sea su autor; cosas por el estilo, todas tendentes a hacernos sentir más amigos de los libros y dejar de verlos con tanto temor, respeto y distancia como les sucede a no pocas personas.
Les recomiendo, pues, buscar el folleto de Lantigua, que puede leerse en pocos minutos y es muy bueno. Y tratar de seguir, dentro de las premuras que nos imponen las nuevas tecnologías, aquel sabio consejo de leerlo todo, incluyendo los muñequitos y los volantes callejeros.
Listín Diario. La página del lector. Los Buenos Díaz del Director. Domingo 24 de agosto 1997.
Muy cierto, yo por eso siempre cargo en mi bolso un libro, un marcatextos y una pluma, asiaprovecho hasta el mas minimo tiempo, como la fila en el banco o la espera en la gasolinera, marco lo que me interesa y asi aprovecho los minutos "libres". Lean e inculquen en sus hijos este bello habito. No hay nada mejor para ampliar nuestra cultura.
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