domingo, 2 de diciembre de 2012

TENGO HERIDAS DE RABIA EN EL ALMA


Ligia Minaya

Denver, Colorado

No sé por qué hay tantos hombres violentos en Dominicana. ¿Será que esos asesinos ya no tienen entre sus piernas lo que debían tener? ¿Será que esos torturadores ya no pueden hacer lo que les toca hacer? Me refiero a la sexualidad. ¿Estarán envidiosos de lo que hoy somos las mujeres?

Sí, porque no entiendo por qué se mata a tantas mujeres. Si el que mata se da cuenta que eso mismo puede pasarle a su madre, a una hermana, a una hija, quizás piense y medite, y hasta se arrepienta y se aflija de solo pensarlo. La muerte de Miguelina Martínez, santiaguera, trabajadora, madre de dos hijos, me llenó el corazón de rabia. Me dejó cicatrices en el alma. Y yo pregunto ¿Por qué la jueza no dio orden de arresto contra ese asesino que en más de una ocasión la golpeó y otras tantas veces la amenazó? ¿Es que algunos jueces y fiscales no saben que en materia penal, aunque la víctima retire la querella, el proceso continúa y que solo en materia civil se desestima el caso? Y más aún, se ha visto que en miles de ocasiones, cuando la mujer retira la querella, por miedo, porque la familia y las amigas se lo dicen o se cansa de esperar que la justicia actúe, el peligro adquiere mayor fuerza. Es muy grave saber que Miguelina lo hizo por cansancio, hastiada de esperar y continuó trabajando, como lo hace una buena madre por sus hijos ¿Por qué la jueza no hizo lo que tenía qué hacer? Supongo que ahora su conciencia padecerá de temblores.

¿Y el caso de una jovencita de San Pedro de Macorís, de 16 años, a la que su ex-compañero, del que ya se había alejado y no quería volver con él, la raptó, la amarró de una silla y le tiró "ácido del diablo" en la vagina? Y usted me dirá, en qué mente sana, en qué hombre que se precie de ser hombre, como deben ser los hombres, puede caber tanta ignominia, tanta crueldad, tanta atrocidad, tanta barbarie, tanto sadismo, tanto salvajismo, tanta brutalidad, tanta tiranía, tanta violencia, y es para pensar que ese delincuente tan bárbaro, tan brutal, tan desalmado, pensó y calculó lo que iba a hacer. Porque ese tipo de acciones tan feroces hay que pensarlas con alevosía, calcularlas con atrocidad para llevarlas a cabo. El que hizo esa salvajada debe tener larga vida para permanecer muchos años en la cárcel, me gustaría que fuera de por vida. Y ojalá a quien le toque imponer la pena no deje de cumplir con la ley aunque se retire la querella y piense que eso le puede suceder a su madre, a una hermana, a una amiga. Ese caso, al igual que el de Miguelina y los de otras tantas mujeres han dejado heridas de rabia en mi alma.

No sé por qué hay tantos hombres violentos en Dominicana. ¿Será que esos asesinos ya no tienen entre sus piernas lo que debían tener? ¿Será que esos torturadores ya no pueden hacer lo que les toca hacer? Me refiero a la sexualidad. ¿Estarán envidiosos de lo que hoy somos las mujeres? Para eso hay que poner la conciencia a la puerta de la ley y la justicia. Nada de dejar pasar por alto ni una simple queja. Las cárceles deben esperarlos con los brazos abiertos y después cerrar sus puertas por mil años. Aun así, educar a esos hombres es importante. Si termina el amor, adiós te dije. Un desamor, una discusión, no deben llevar jamás a la violencia. Y ojalá así lo entiendan los hombres y también jueces y fiscales.

Diario Libre.com. Saudaces. 13 Octubre 2012.

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