lunes, 23 de julio de 2012

Una visión del libro “Poemas vivenciales” de Marcial Báez




Diógenes Valdez

El día que se escriba la historia cultural de San Cristóbal, el nombre de Marcial Báez habrá de aparecer en múltiples renglones y, en cada uno de ellos ocupará un lugar de primerísima importancia, porque él es un artista en el sentido más amplio de la palabra.

Desde siempre Marcial Báez pareció percatarse que su destino estaría involucrado en todas las manifestaciones del arte, y cuando utilizo la palabra “Destino”, lo hago en el mismo sentido que la utilizaron los griegos, algo de lo que es imposible escaparse, aunque uno lo hubiese querido. Marcial Báez nunca habría podido caminar por otros caminos que no fueran los del arte, por tal razón lo tenemos manifestándose con igual destreza en el campo de las artes plásticas, del ensayo literario, en los terrenos del canto, en lo del periodismo y ahora, lo encontramos nuevamente en su vena de poeta. Y digo nuevamente, porque el libro que esta noche ponemos en circulación, “Poemas Vivenciales”, es el tercero que publica dentro de este genero. No existe otra manera de interpretar el título anterior como no sea “poemas de la propia vida”.

Muchos escritores han tratado de definir qué es la poesía. Yo no pienso agobiarlos con una serie de autores que en determinado momento han intentado definir el género, pero sí hay una definición en particular que me agrada, porque se ajusta a la realidad y porque tiene, mucho que ver con el título que el autor ha elegido para su libro de poemas; es, la que Stephan Mallarme- uno de los grandes poetas de la humanidad- le ha dado al acto de escribir poesía. Para este clásico la literatura universal, poesía no es otra cosa que “La confesión de un espíritu en crisis.”

Los que hemos vivido por mucho tiempo dedicados a la literatura de creación sabemos, que crear una novela, un cuento, o un poema, supone un viacrucis, una especie de autoflagelo, como los que se infringían aquellos santones de la Edad Media, que se ponían un cilicio en alguna parte del cuerpo, para flagelar la carne. Nosotros flagelamos el espíritu y por experiencia propia- y por la ajena- sabemos, que no existe verdadera creación sin sufrimiento.

Es por tal razón que nos sorprende que personas que todavía no han empezado a vivir, se llamen a sí mismos “Poetas y cuentistas”, sin además tener detrás una obra que avale dichos títulos. Ser poeta supone cuando menos, muchas lecturas, muchas vivencias y mucho sufrimientos. “Poemas Vivenciales” nos habla de todo lo anterior.

Para poder comprender lo que es un verdadero poeta habría que leer todo lo que Oscar Wilde escribió, pero de una manera especial. La balada de la cárcel de Reading. En cada texto de este gran escritor irlandés, hay poesía. La hay en su gran novela El retrato de Dorian Grey. También en La importancia de llamarse Ernesto y en Salomé, dos dramas que constituyen referentes dentro de la dramaturgia universal. Wilde fue además un gran cuentista y bastaría señalar textos como El ruiseñor y la rosa y El gigante egoísta o El cumpleaños de la infanta, saber que en estos cuentos hay poesía de la mayor calidad, y que en su autor hay un poeta excepcional.

El anterior ejemplo sirve para ilustrar que Marcial Báez, artísticamente es una figura polifacética. Un artista multifacético que igual destreza muestra al abordar la elaboración de un cuadro, una fina artesanía, un artículo periodístico o un lacerante poema.

Hablemos ahora de lo que nos interesa “Poemas Vivenciales”.

A través de este tercer libro el autor, no trata de dirigirse a un lector determinado, sino que intenta de establecer una comunicación con nosotros. Si no, veamos el poema iniciático que abre el presente volumen y que se titula:

Yo sediento:

He retenido en el tiempo

la sensación de tu presencia

en mi cuerpo.

Cada despertar viene atado a ti

para mis adentros.

Una sensación infinita

recorre mis estremecimientos.

Tú en mí.

Yo sediento.

Ese tú que nombra el poeta, es agua que no apaga la sed. O tal vez es que se trata de una fuente que ha secado su torrente en el altar del amor.

Este breve texto, si se lee entre líneas, resulta revelador. Esa sed de la que nos habla, son carencias, algo que falta y que al mismo tiempo, constituye una necesidad inmediata. Ese tú nos ofrece una sensación de utopía, porque aún estando presente, tal vez en la imaginación, no logra calmar la sed de ese samaritano que habita en las interioridades del poeta. Nótese que todo el texto contiene una noción de lo imposible, y de entrada, el autor nos advierte de esta realidad cuando dice, “que en el tiempo”, (que no es el presente ni el futuro), él ha retenido (participio pasado del verbo tener), la sensación (no la realidad), de la presencia de alguien que sin duda alguna es muy importante, no sólo porque le ha dedicado un poema, sino porque ese poema es el que abre un libro, importancia que a veces pasa desapercibida, porque constituye una confesión, si se lee con detenimiento.

Se hace notorio que el autor, hábilmente trata de involucrar al lector en el drama que nos cuenta. Nos atreveríamos a ir más lejos y plantear la hipótesis de que el drama no se cuenta, pero se intuye. Existe “la sensación de lo escrito”, sin embargo, no “la noción de lo escrito”. Y en esto no ha habido ningún engaño, porque el autor se encargo de advertirnos cuando dijo, que el retiene para sí (…) la sensación de un cuerpo junto a él. Sensación que parece estar lejos de la realidad.

Los poemas de Marcial Báez tiene una gran carga de erotismo, y al mismo tiempo son, excesivamente herméticos, como si temiera confesar determinadas realidades. Sin embargo sugieren más de lo que dicen. En su totalidad todos son un canto a ese “yo” irremplazable, al Marcial que es persona y personaje, luz y espejismo al mismo tiempo y es esta última contingencia, lo que nos permite comprender el por qué de la elección de un título como “Vivencias personales”.

En todo artista hay que diferenciar al ser humano del poeta. El ser humano podría ser feliz, el poeta sin embargo, no, porque siempre el será un inconforme, un disgustado consigo mismo y con la sociedad. Esa es la sensación que tenemos cuando leemos los poemas “De repente estás” y “de tanto llorar”, especialmente el último, que no es más que una confesión de impotencia y de resignación. Tres de los cuatro temas fundamentales de la literatura están presente en esta joyita literaria que es “De tanto llorar”, pues su brevedad no le resta importancia. Estos temas imprescindibles e inevitables dentro de la creación literaria son, la vida y la muerte, es decir “el uno y su contrario”, el otro tema presente es “el amor”, sólo faltaría sun nemsis, “el odio” para que se complete esta tetralogía dramática. De nuevo, este poema nos remite a Wilde, ya que nos hace comprender “que el sufrimiento, a diferencia del placer, no necesita máscaras”.

Para escribir poesía hay que estar en crisis, como supone Mallarmé, y haber sufrido mucho como Wilde, porque antes de abordar la creación de un texto, se requiere caer en éxtasis, como le sucedía a aquellos santones medievales que desgraciadamente, ya no se dan más, porque es de los hondones del alma de donde se extraen las palabras para construir un poema, un cuento o una novela.

Harina de otro costal es el texto “Apaciguar”, porque todo en si no es mas que una quimera, una aspiración o quizás un deseo. NO se si dentro de este libro de poemas existe un texto con mas vocación al martirologio que este. Al poeta no le importa que lo hieran “las penas de lo irreal”, porque está consciente de que las que abren verdaderas heridas en el costado y levantan callos en el alma, son las otras, las reales, las que cuando surgen y golpean la realidad, lo hacen con una carga de fatalidad.

Llama poderosamente la atención el poema dedicado a Orlando Alcántara, otro artista incomprendido e ido a destiempo. Ahí, de nuevo el sufrimiento esta presente, porque Orlando fue un “sufridor” de la vida, aunque a veces no estuviera consciente. Y es esta inconsciencia lo que eleva al desaparecido escritor por encima de todos los que fuimos sus contemporáneos y lo hermana, con espíritus superiores como Ezra Pound, o Loui Ferdinand Celine, quienes desde las profundidades de la ausencia de memoria supieron crear obras que ha perdurado a través del tiempo. Marcial Báez ha entendido completamente lo que fue la realidad de Orlando Alcántara y por eso, le ha dedicado un hermoso poema.

Tal vez me he extralimitado en mi condición de presentador del libro “Poemas Vivenciales”, porque me he dejado llevar por el entusiasmo. Estoy consciente que hay que dejar que los lectores hagan sus propios descubrimientos.

Unas palabras especiales merece la artista de la lente Gloria Mendoza, ya que por medio de sus bellos trabajos, el libro alcanza otra dimensión. Sucede entonces lo que debe suceder cuando en un solo objeto confluyen dos artes sublimes como la poesía y la fotografía. Las bellas ilustraciones se corresponden con la dramaticidad de los textos y son en si, otra manera de hacer poesía. Felicitamos a la excelente fotografía Gloria Mendoza y la estimulamos para que continúe entregándonos sus trabajos, dentro de un arte para el cual hay que tener una especial sensibilidad.

El afán de superación de Marcial Báez es algo legendario. Eso lo percibimos en cada una de sus entregas. El se traza metas y las cumple. Eso lo ha llevado a dotarse de un titulo universitario, valiéndose de la férrea disciplina con la cual aborda todos sus proyectos, es así como tenemos al artista que nos ha convocado en esta noche, a todo un profesional de la psicología. Esta es una faceta que no tocaremos, dad nuestra condición de legos en la materia. Pero si es una obligación decir que cada libro que sale a la luz publica, es una fiesta en la que todo debemos felicitarnos, porque es un festín para el espíritu.

Al gran amigo Marcial Báez hay que agregarle una condición especial, y es su generosidad. El sabe poner todas sus destrezas dentro de la plástica, al servicio de otras manifestaciones creativas, como la literatura, elaborando magnificas viñetas y hermosas portadas, y todo de manera gratuita, algo que le he criticado en mas de una ocasión, pues si el sacerdote vive de su templo, el artista entonces debe vivir de su arte. En ese aspecto no he encontrado a una persona mas generosa, solidaria y desinteresada que el. Y esto lo dice alguien que en varias ocasiones he abusado de su bondad, porque algunos de mis libros han tenido la suerte de tener a marcial Báez, como su ilustrador o autor de la portada.

Por ahora, y solo por ahora, no quiero robarles más de vuestro tiempo. Quiero dejarles con el sádico placer de lo desconocido, para que encuentren por sus medios todas las excelencias del libro que hemos presentado. Para que saquen sus conclusiones y para que validos por el esfuerzo personal, arriben a puertos donde la verdad literaria resplandezca por sus méritos.

Finalmente quiero agradecer vuestra presencia y decirles que, para concluir esta noche maravillosa sólo hace falta una cosa: que todos adquieran el libro de Marcial Báez, para que en la intimidad de sus hogares disfruten de la lectura de un libro estupendo en todos los sentidos.

Muchas gracias.

1 comentario:

  1. Excelentes palabras de Diogenes Valdez,nadie mejor para presentar y valorar en su justa dimension los maravillosos "Poemas Vivenciales"de Marcial Baez. Feliciades Marcial! GM

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