jueves, 6 de octubre de 2011

NO QUIERO CRECER


Pilar Sordo

Fragmentos

Crecer implicaba decisiones, hacerse responsable, disfrutar de cosas en forma autónoma, sin preguntarle a nadie… Y hoy, justamente, es lo que parece estar en crisis entre los jóvenes.

Adolescentes: Características generales

Es importante hablar de las características generales que podemos encontrar o apreciar en cualquier adolescente, sin considerar las condiciones sociales, ambientales o incluso familiares. El primer punto relevante de mencionar es que los adolescentes se conforman como tal después de pasar por el periodo de la pubertad.

Los cambios corporales, cerebrales u hormonales desembocan también en características psicológicas. Cuáles son estas hoy día: la falta de ganas para hacer cosas; la desidia, la escasa motivación, que hoy va más allá de un tema físico, porque se desprende también un tema más existencial, de poco movimiento o de poco motor, ayudado por factores modernos, como la tecnología, que les entrega a los jóvenes todo listo.

Por eso, yo he llamado a esta la generación off, la que todo lo pretende, la que todo lo apaga, y la que con esa misma rapidez quiere que ocurran las cosas. Son jóvenes impacientes que tienen poca tolerancia a la frustración, escasa disciplina, son pocos rigurosos y no funcionan sobre la base de rigor, fundamentalmente porque tienen padres que les han facilitado cada vez más las cosas; por lo tanto ellos terminan careciendo de un temple firme y sólido. Son adolescentes con escasez de sueños.

Otro tema significativo es lo que yo amo banda ancha, la que apunta a la rapidez con la que las cosas tiene que ser vividas, procesadas, cambiadas. Es dice que hay que cambias de pareja rápidamente cuando se acaba una relación, que se tienen que procesar los dolores cuando se viven.

Los vínculos afectivos están considerados más como sensaciones o sentimientos, que como decisiones. Y muchos de los comportamientos de los adolescentes están basados en conductas más bien instintivas, “animalescas”, ni siquiera emocionales, mucho menos espirituales o con algún sentido.

Otro punto relevante es como esta generación se ha ido separando de los vínculos familiares, sobre todo de los abuelos, de los más viejos.

Si hay menos espacios dentro de la casa, los niños salen a las calles, donde se educan casi por sí solos, con toda la violencia, las drogas y los riesgos que en cada esquina encuentran, producto de la falta de control y de participación de padres ausentes.

Otra de las características de los adolescentes es la facilidad con la cual tienen contacto con los derechos y muy poco con los deberes. Están menos concientes de sus obligaciones.

Nos encontramos frente a niños que se han ido acostumbrado a rechazar el acriño.. Los padres no podemos cansarnos de ser padres; por lo tanto, no podemos cansarnos de abrazarlos, de decirles que lo amamos, de rascarle la espalda, de sentirnos orgullosos de ellos, de sacar el máximo provecho de su talento, de transfórmalos en las mejores personas; de pulirlos y ese pulir duele muchas veces. No puedo ser una madre agradable todo el tiempo; tengo que ser también desagradable en algunas oportunidades.

Mientras más viejos nos volemos terminamos agradeciendo más las cosas que nuestros padres nos dieron y cambiando aquellas que nos hicieron sufrir, por que sin duda fueron un aprendizaje como toda experiencia dolorosa.

Estas son las características generales de los adolescentes: buscar sueños, tener que diseñar un proyecto de vida, poder descubrir a cual condición sexual fueron llamados, si a una condición heterosexual u homosexual. Porque la bisexualidad, como condición, no existe. Es un juego electivo de homosexuales, mayoritariamente no asumidos, o de heterosexuales que están jugando a ambos bandos.

Algo que también llama mucho la atención es el tema del miedo, que hace caer a esta generación en conductas de riesgo. El miedo tiene dos elementos: uno positivo y uno negativo. El positivo es el que me protege y me avisa de los peligros; por lo tanto, me hace no cometerlos de forma innecesaria en pro de un beneficio mayor que es el autocuidado. El miedo negativo, en cambio, es el que me impide avanzar, como producto de trancas internas o del clásico “no va a resultar”, que frena que logre mis sueños y que trabaje por ellos. Tiene que ver un poco con el apabullamiento social de destruir eso en lo que creo o en lo que quiero trabajar; es una destrucción provocada porque el resto me dice que no va a funcionar.

Claramente, no es necesario vencer el miedo del todo. No tengo por qué vivir todas las experiencias en la vida para poder hablar de ellas o sentir que he crecido. Para decir que he madurado, no necesito experimentarlo todo. Yo puedo ser mucho más maduro y equilibrado diciendo que no, ser más valiente.

Otra característica general de la adolescencia tiene que ver con el aburrimiento, con la tolerancia, con aprender a entender las diferencias, con ver a mis padres como seres que, a pesar de ser estrictos conmigo a veces, en el fondo, tiene una noble intención, que quizás no me va a beneficiar ahora, pero sí cuando tenga treinta años. Entender eso en el centro es o que me permite seguir amándolos, pero esto solo se consigue ciando existe una buena comunicación familiar y cuando hay valores y límites claros dentro de la familia; de otra forma, es imposible que un niño pueda sentir esa incondicionalidad a pesar de ser castigado o reprendido, es decir, ser educado para asumir las consecuencias de sus actos.

Por otro lado la sexualidad prematura es uno de los peligros mayores para los adolescentes, porque muchos de ellos no están preparados física, psíquica, emocional ni espiritualmente para poder iniciar una vida sexual.

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