Agustín Perozo Barinas.
Cuando el Estado es secuestrado como franquicia de una minoría soberbia, el ciudadano termina con sus derechos coartados, inmerso en precariedad de servicios y oportunidades. Así, la sociedad llega a ser rehén de algo que se puede interpretar como un Leviatán bíblico en cuyo dominio hacer política no es para los puros y en el que la razón no convencería a un electorado alienado y manipulado.
Los tentáculos de este Leviatán abarcan y someten a los que lo sostienen con los elementos más efectivos en el corazón de muchos hombres: la codicia y la vanidad. Ninguno de éstos se desliga del dinero y son de naturaleza insaciable. Son vicios parasitarios que drenan los recursos de la nación -humanos, urbanos, hídricos, costeros, forestales, económicos, ambientales, etc.- hasta exponerla a la inviabilidad.
Este engendro se regenera a sí mismo con vital puntualidad cuando su existencia es amenazada. Ingenioso y falaz, si es denunciado sentenciosamente lo niega, como el adúltero, para luego exponer sistemáticamente sus faltas, hiperbolizándolas hasta generar apatía en nuestra sociedad. El propio juicio de muchos ciudadanos ajenos al pillaje se nubla.
De esta manera, malversar y corromper son temas soporíferos en mentes tan martilladas diariamente que no confrontan el origen de sus males en este señorío corruptor de voluntades. Éstas se creen libres y se engañan a sí mismas con una ilusión de un mejor porvenir que nunca llega, pues sólo para los apoderados del Leviatán criollo hay provecho material y es a cambio de la sensibilidad social y la subordinación.
En las últimas elecciones cerca de la mitad de la población dominicana con derecho al sufragio votó por los candidatos de La Tripleta, la estructura partidocrática tripartita que se reinventa y recicla constantemente. El camuflaje del camaleón en su hábitat simbolizaría la combinación colorida de estos redundantes partidos tradicionales y a sus satélites. Con una mayoría mecánica, La Tripleta ha habilitado todo lo desmedido e inicuo. Y el abstencionista, como autómata, ha validado lo imperante pues “quien calla, otorga”.
La sociedad dominicana será estirada aún más hasta que el degolladero se quiebre. Al presente vive como se le impone, con dignidad negociada, en permuta del despeñadero que está más adelante, que es el cumplimiento de las obligaciones financieras del país. Mientras la ubre otorgue, este Leviatán criollo, que no es otra cosa que La Tripleta misma, perseverará entre tanto se le permita; incluso con coacciones y chantajes contra los cuestionamientos legítimos a su existencia en nuestra democracia figurada, mientras continúa el endeudamiento acelerado y la imposición de agregadas cargas tributarias para financiar su permanencia.
agustinperozob@yahoo.com
martes, 19 de julio de 2011
EL LEVIATAN CRIOLLO
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