lunes, 18 de abril de 2011

EN TORNO AL SUFRIMIENTO


Teresa Valenti Batlle


El conocimiento intuitivo que nos lleva a la transformación personal pasa siempre por el sufrimiento.


Nos vamos acercando a la Gran Semana en la que celebraremos la Cena, la Muerte del Señor y la Pascua. Los cristianos queremos de una forma especial acompañar a Jesús en el gran misterio de su Vida-Muerte y Resurrección. El amor de Dios se agota en Cristo Jesús para nosotros y su actividad es la vida creciente hasta la plenitud (Fil 4,7-11). Es el don del amor que nos hace el Hijo y que sin su presencia (el Espíritu) no lo podríamos lograra.


Cuando las personas decidimos de cara al espíritu, crecer con El, caminar amistosa o dolorosamente con El, después de reconocerlo, empezamos a dedicarnos apasionadamente al Reino, pero, también sucede que, el hombre que nos se toma en serio a sí mismo, tampoco toma en serio el abrirse al espíritu y se queda viviendo en la superficie de la vida.


Existe la tentación de escapismo, de evasión de la propia vida porque existe temor al sufrimiento, a enfrentar la realidad que en lo cotidiano, la vida -que no es siempre amorosa- nos ofrece. Creo que esa evasión guarda relación con la falta de interioridad, activismo exacerbado, deseos de eficacia inmediata, y consecuentemente, la persona camina desintegrada, no unificada. Rechaza todo posible sufrimiento y se rodea de un bienestar falso, quiere adquirir seguridades que le den felicidad, apoyaturas externas y poco a poco va perdiendo su contacto con el ser esencial. Vivir en el amor es también vivir en el dolor, yo me atrevería a afirmar, que sólo sabe amar, aquél que ha contemplado la Cruz. Todo sufrimiento cuando se vive conscientemente y no se le quiere eludir, sino en el diálogo amoroso se le sabe escuchar, es el inicio de una nueva etapa de crecimiento, no se trata de mantenerlo presente por puro masoquismo, sino todo lo contrario, es integrarlo desde un estado de conciencia que sabe trascenderlo, ir más allá de El, aceptarlo sabiendo que en un momento determinado saltaremos ese muro y aparecerá la luz.


La conciencia de Jesús en nuestra vida, el haber contemplado su vida, su misma presencia que tantas veces hemos experimentado es un patrimonio que nadie puede arrancar. Por El todo es, todo se da, todo se entrega en ese encuentro humano y divino que nos llega a través del sufrimiento. Es en esta acogida-a veces de lo absurdo- cuando el hombre, que ha contemplado la vida de Jesús, se encuentra a sí mismo y se experimenta así mismo y al sufrimiento como un don y como una tarea hacia el futuro.


La cercanía salvadora de Jesús al vivirla desde la fe, la confianza y el amor, nos hace más y más transparentes en el sufrimiento, soportar el sufrimiento, físico o psíquico, desde la contemplación de Jesús, nos lleva siempre a un menor grado mayor de transformación interior que me hace madurar a mí y a los que me rodean. Esta palabra “soportar” tiene mala prensa porque hoy en díía, nadie quiere aguantar nada… No se trata, como he dicho anteriormente, de mantener el sufrimiento vivo y presente, sino de aceptarlo como instrumento de trabajo para crecer interiormente y desde esa maduración, irradiar paz, porque sólo se puede irradiar paz y armonía cuando se entra en contacto con el núcleo sobrenatural que nos habita. En ese tocar “hondo”, la causa de todo sufrimiento pierde su fuerza, no tiene poder.


Para llegar a ese “yo profundo” hace falta llorar, transgredir muchos umbrales, empezando por romper ciertos datos culturales que llevan al hombre a añorarlo en vez de lanzarlo a la auténtica vida, la del espíritu. En una cultura, la que sea, en la que la persona no está concebida como sujeto de amor, sino como máquina para reproducir un sistema, tenemos que tener el valor de hablar del sufrimiento y del dolor universal. No podemos silenciar el clamor de los pobres de la tierra.


Ante tanto sufrimiento, ¿qué puede hacer el ser humano?


Con sólo una fracción de los recursos monetarios, humanos y de investigación actualmente dedicados a usos militares que se redestinará a objetivos de desarrollo, las perspectivas futuras del llamado Tercer Mundo serían completamente diferentes..¿Saben ustedes que con lo que Europa gasta en alimentar perros y gatos podrían alimentarse cien millones de personas? ¿Y saben ustedes que en América Latina mueren más de mil niños diariamente de hambre?


Ante esos datos concretos no podemos quedarnos igual, este es un sufrimiento que requiere denuncia y acción, pero incluso este sufrimiento no será aniquilado mientras el hombre, de cualquier raza o nación no se plantee la vida desde la experiencia del ser, sólo desde ese conocimiento se nos dará a nuestra fuerza necesaria que actuará en nosotros todos, a favor de la vida. La vida es gratuidad que genera amor y energía, desde es registro la experiencia del sufrimiento personal aumenta la densidad de conciencia fraterna y universal y nos capacita para erradicar, o por lo menos luchar, a favor de unas estructuras donde el hombre pueda vivir desde su identidad.

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