sábado, 1 de enero de 2011

SAN CRISTOBAL (Segunda Parte)


Blanca Kais Barinas y Agustiín Perozo

En 1978 el Dr. Joaquín Balaguer pierde unas cuestionadas elecciones, luego de doce años consecutivos en el poder, para dar paso al hacendado Antonio Guzmán Silvestre del Partido Revolucionario Dominicano, ya entonces un partido centrista y liberal luego del rompimiento con el Profesor Bosch en 1973. Este nuevo gobierno aborda una apertura a las libertades individuales, un desmonte de las estructuras cívico-militar ultra-conservadoras que apoyaban al régimen balaguerista y algunas reformas en la burocracia dominicana. Otros más sancristobalenses toman parte en estos relevantes procesos políticos.

En la temprana tarde del 30 de septiembre de 1979, un poderoso huracán desplazándose por el Mar Caribe al sur de República Dominicana sorpresivamente gira de manera abrupta al norte y penetra por la hermosa y plácida playa de Palenque. El huracán David causó masivos daños no sólo a la ciudad de San Cristóbal y sus poblados satélites, sino a toda su infraestructura productiva, tendidos eléctricos y de telecomunicaciones, en sus campos y predios agrícolas y pecuarios; ocasionó miles de muertes y destrucción forestal en las altas montañas de verde perpetuo de la Colonia y el Cacao, además de serios deterioros en los caminos y carreteras.

Y con apenas un mes de tregua a este fenómeno atmosférico le sigue otro, el huracán Federico, que provoca precipitaciones pluviométricas muy altas en tierras ya saturadas y esto originó inundaciones y desbordes de ríos y cañadas que agudizaron los daños en toda la región. Con el paso de estos meteoros se origina una migración masiva hacia la ciudad desde los campos de casi toda la provincia, sobre todo de las partes montañosas. San Cristóbal no estaba preparada para establecer modestamente a estos nuevos habitantes, muchos de ellos con limitaciones que les permitiera, junto a la colectividad, desarrollarse dignamente.

Se da inicio a un crecimiento urbano desproporcionado y desorganizado en los alrededores de la ciudad, en las márgenes de los ríos y en las faldas de los cerros. De una ciudad aún moderadamente conservadora, tradicionalista y urbanamente organizada pasa a ser una mezcladora de distintos estratos sociales y de una migración súbita de pobladores de toda la provincia, que más adelante también sería una migración de todo el interior del país, que escogieron a San Cristóbal por su cercanía a la ciudad capital, a tan sólo 28 kilómetros de distancia.

Este período comprendido en las últimas tres décadas tiene claros elementos sociales negativos como un alto índice de criminalidad, marginalidad, ruido y cantinela, contaminación y pobreza. Y tienen como agravantes el cierre definitivo en los noventa de la Fábrica Nacional de Vidrio y en la pasada década de la mayoría de las empresas de la zona franca ubicada en la otrora Armería, sumado a la creciente población desempleada o dedicada a actividades informales como el “motoconcho”, venduteros y marchantes.

Como el país, San Cristóbal demanda mayores inversiones en educación y más estructuras productivas para industrializar y sumarle mayor valor agregado a sus productos agropecuarios. También invernaderos y producción de energía eólica en sus montañas. Mejores infraestructuras viales y de ornato en sus playas, balnearios y montañas para estimular un mayor turismo.

San Cristóbal continúa creciendo rápidamente y es la tercera ciudad de importancia política y comercial del país. Es la puerta a todo el Sur de la República, muy importante mercado regional del país. Sus colegios, institutos y el Politécnico Loyola tienen un ganado reconocimiento a su calidad docente. Las actividades culturales, a pesar de limitaciones, son periódicas. Pocas provincias del país pueden ofrecer la variedad de encantos naturales y recursos diversos que posee. Los aportes positivos y tangibles de los sancristobalenses, o sancristoberos, en todas las esferas del afán humano se evidencian en la sociedad dominicana. Es una comunidad de gente buena, laboriosa, perseverante y con una aventajada historia. San Cristóbal bien merece su nombre. Es una meritoria provincia que “cultiva su presente para un mejor futuro de su gente”.

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