Ligia Minaya
Denver Colorado.
Tengo el pálpito de que la Madre Tierra quiere decirnos algo. Como que nos preguntemos si estamos actuando bien, no sólo con robarle sus espacios, sino como personas.
Algunos dicen que pronostica el final del mundo. Ya se lo creyeron muchos al llegar al año 2000, pero van diez años más y todavía seguimos vivitos y coleando. El Calendario Maya pronostica una serie de catástrofes naturales. Los mayas sabían de astronomía, al igual que Noé con el Diluvio Universal. Lo que sí parece es que la tierra cada cierto tiempo estira las piernas y los brazos, como lo hace cualquier ser humano al levantarse de la cama, y causa catástrofes, tsunamis terremotos y ciclones. Si ya sabemos de la temporada de huracanes ¿porqué no saber de los temblores de tierra? Quizás no haya que descifrar el Calendario Maya. Bastaría saber que cada cien o doscientos años la tierra se despierta, bosteza, se estira y hasta mira enojada lo que pasa a un alrededor.
La hemos contaminado, despedazado, robado espacios, secado ríos y apropiado de los mares ¿y entonces? Lo que ha pasado en Haití, y más reciente en Chile, estaba escrito. No sé si en el Calendario Maya, pero sí lo ha pronosticado alguien que sabe de esas cosas y no se le ha hecho caso. Los terremotos son movimientos de placas tectónicas y suceden de tiempo en tiempo. Es cierto. Pero tengo el pálpito de que la Madre Tierra quiere decirnos algo. Como que nos preguntemos si estamos actuando bien, no sólo con robarle sus espacios, sino como personas. Actuando debidamente con nuestros semejantes. Lo pongo en claro: Si tanto afán por alcanzar riqueza mal habida, o quizás bien habida, nos está dando tranquilidad, paz, salud, armonía. Si tanta guerra inútil (siempre son inútiles) llevará al mundo a un lugar seguro. Si ese odio que cultivamos y abonamos con tanto resentimiento hará que golpee las entrañas de la Madre Tierra y ese sufrimiento se trasmita, de alguna manera, a lo que está sucediendo. La energía interior que tenemos los humanos y hasta los animales y las plantas, influye en La Naturaleza. Naturalmente, sufren los más débiles, los que han tenido que construir sus casas a la orilla de las cañadas de aguas podridas, los que no tienen dónde guarecerse. Pero de eso tienen culpa los gobernantes. La gente emigra y vive en esos lugares porque no tiene alternativa y los que nos gobiernan no hacen nada. Que para eso han sido elegidos, para que rijan a los ciudadanos y protejan a los más necesitados. Pero nada, cuando llegan las catástrofes, entonces hay que aparecer en la televisión, sacarse fotos en los periódicos y discursos rimbombantes.Hace muchos años que en nombre de un turismo y un progreso mal entendidos se ha secado lagos, ríos y se han descuartizado cordilleras. Pero a esos que compran, y pagan prebendas por violentar las leyes, no les importa lo que pase y el día que suceden las catástrofes se largan con los bolsillos llenos y no miran para atrás. Y eso de decir que lo pasado es castigo divino es mentira, Dios no actúa con rencor. Con un poco de conciencia nos basta. Y nada de que el mundo se va a acabar. Se transformará, pero por el camino que vamos, será para peor.
Diario Libre Digita. Saudaces. 6 marzo 2010.
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