lunes, 4 de junio de 2012

SUBRAYANDO LA ENCICLOPEDIA DE LOS “CLASICOS”: DIALOGOS SOCRATICOS/PLATON.


Estudio Preliminar
Son escasas las noticias ciertas que tienen acerca de la vida y la personalidad de Platón; en cambio, abundan las conjeturas y anécdotas. Se admite generalmente que el gran filósofo nació en 428-427 y murió en 348-347 a. de J.C., a los ochenta u ochenta y un años. Su nacimiento ocurre, pues, por la fecha de la muerte de Pericles, y su muerte sucede cuando ya apuntaba la potencia y la hegemonía. Macedónica.

Vuelto a Atenas, se presume que aproximadamente a los cuarenta años (388-387 a. de J.C.), Platón funda la “Academia”.

El método de enseñanza de la Academia debió de ser el dialogo, de acuerdo a las preferencias de Platón por una inquisición viviente, por un saber, el saber filosófico, en que alguien empeñado en la verdad se asocia a un espíritu mas maduro para hacer juntos camino que a aquella conduce.

Los escritos de Platón muestran a cada paso que el gran filósofo se había asimilado todo el saber de su tiempo y la sabiduría tradicional. Había estudiado, no solo a los filósofos y poetas, sino también las matemáticas, la medicina, la mitología y tradición religiosa.

Platón a elevado a método de investigación filosófica y a forma literaria de expresión la conversación socrática, Campea en los diálogos platónicos una señorial libertad de espíritu; el pensamiento se mueve a impulsos del más puro amor de la verdad, sin segunda intención de justificar una tesis y sin cuidarse tampoco de que los resultados de un diálogo alcancen lo de otros diálogos. A veces el dialogo es un discurso en que se introduce un fragmento dialogado (p. ej., la Apología). Otras, un diálogo sirve de introducción de un discurso. Finalmente, en algunos diálogos de carácter dramático se acentúa para dar lugar a la forma de una simple exposición.

Los diálogos de Platón se clasifican en tres grandes grupos correspondientes a la juventud, la madurez y la vejez del filósofo. I. Ion, Hipias 2. Protagoras, Apología de Sócrates, Criton, Eulifrón. Laqués, Carmides, Lisis. Gorgias. II. Menéxeno, Meneon, Eutidemo, Gratilo, Fedon, Banquete, República, Fedro, Teetetos, Parménides. III. Sofista, Político, Timeo, Critias, Filebo, Leyes.

Dos impulsos se conjugan y enlazan estrechamente en el pensamiento de Platón. Por un lado, una limpia voluntad de conocimiento, la aspiración a la “ciencia”, a una concepción racional y objetiva del mundo y del hombre. Con esta profunda exigencia científica se alía, al mismo tiempo, formando con ella una unidad singular, el sabroso sentido de la realidad, y especialmente dela concreta vida humana y de los bienes a que tiende.

El concepto es lo que nos da el ser de las cosas, su conocimiento verdadero. Solo en el conocimiento por conceptos se nos revela limpiamente, de manera impersonal y objetiva, lo que la cosa es. Ese saber conceptual lo ejerció Sócrates solamente a propósito de las “cosas morales”; pero sus grandes sucesores Platón y Aristóteles se habrían de servir de el para extenderlo también más allá del conocimiento del mundo moral, o sea, para renovar la metafísica y toda la filosofía.

En última instancia el diálogo sugiere la inmortalidad del alma como una consecuencia de su excelencia y divinidad. El conocimiento de la naturaleza del alma, y en consecuencia, de si es o no inmortal, antes que del análisis de ella misma, se saca mejor del conocimiento de las cosas a que aspira.

CRITON (Sobre el deber).

Sócrates. “… que de entre las opiniones de los hombres hay que hacer gran aprecio de unas y no de otras. Y, por los dioses, ¿no te parece, Critón, bellamente dicho? Porque tú, a juzgar humanamente, no tienes que morirte mañana, de manera que la desgracia presente no va a desconcertarte. Reflexiona, pues; ¿no te parece suficientemente bien dicho que no hay que respetar todas las opiniones de los hombres, sino unas si y otras no; ni todas las de todos, sino las de unos si y no las de otros?

Sócrates. “… no habrá que parar mientes gran cosa en lo que de nosotros digan los más, sino en lo que sobre lo justo y lo injusto diga uno solo: el entendido, y ésta es la verdad. De manera que no estás en lo verdadero cuando comienzas por decir que hemos de preocuparnos por las opiniones que sobre lo justo, bello, bueno y sus contrarios tenga la mayoría; aunque, sin duda alguna, no faltará quien añada que la mayoría puede acabar con nosotros.

Sócrates. “¿Diremos que de ninguna manera hay que faltar voluntariamente a la justicia, o habrá maneras y maneras? ¿o bien, como convinimos en tiempos pasados, en manera alguna será ni bueno ni bello contravenir a la justicia? O ¿es que todas nuestras anteriores convicciones se han volatilizado en estos pocos días y que precisamente ahora, Critón, después de tanto tiempo y con tanta edad encima y tras tantas y tan laboriosas discusiones, nos olvidamos de todo con desmemoria de chiquillos? O ¿no serán las cosas más bien y exactamente como anteriormente nos las dijimos, convengan o no convengan en ello los más, y hayamos de pasar por cosas más duras de llevar o mas llevaderas que las presentes, de modo que en todos los casos quebrantar la justicia sea para el que a ella faltare malo y vergonzoso? ¿Lo diremos así o no?

Sócrates. “… que en modo ni manera alguna es correcto ser injusto, ni aun serlo con quien lo fue, ni, por haber sufrido un mal, defenderse haciendo por contrapartida otro mal.

EUTIFRON (Sobre la Santidad)

… el buen labrador se preocupa razonablemente de las plantas tiernas primero y después de las demás.

… que si una cosa se hace algo o padece algo, no porque esta hecha por eso mismo se hace, sino al contrario: porque se hace, por esto mismo esta hecha; ni porque una cosa sea paciente por eso le pasa algo, sino porque le pasa algo, por eso es “paciente”.

No me parece que donde haya temor, haya también reverencia; porque, en mi opinión, los que tienen temor a enfermedades, pobreza y demás cosas por el estilo las temen ciertamente, mas no sienten cosas por el las temen ciertamente, mas no sienten reverencia alguna hacia lo que temen.

No será, pues, correcto decir que donde haya temor haya de haber igualmente reverencia; sino más bien que donde haya reverencia, allí habrá también temor. Empero no siempre y donde haya temor habrá de haber reverencia, porque a mi parecer, temor abarca mas que reverencia, que es la reverencia parte del temor, a la manera como impar lo es de número, que donde hay numero no por eso habrá de haber impar, mas donde haya impar,, allí habrá también numero.

Considera pues lo siguiente: si es lo santo parte de lo justo, menester será, a lo que parece, encontrar qué parte es lo santo dentro de los justo, porque si me preguntas respecto de los ejemplos anteriores qué parte es lo par dentro del numero y qué clase de numero es el numero par, diría que es par aquel numero que no se divide en dos partes desiguales, sino en dos iguales.

FEDON (Sobre el alma)

La filosofía es la primera de las bellas artes.

… el poeta, si ha de ser digno de ese nombre, debe inventar ficciones y no simples discursos.

… es absurdo que el hombre prudente no sienta aflicción de sustraerse a su cuidado, pues no ha de creer que libertándose de su autoridad será el mejor guardián de sí mismo. Solo un hombre prudente insensato juzgaría prudente huir de su amo, sin tener en cuenta que no se debe abandonar a un seño bueno sino estar al lado suyo cuanto mas; y de allí por qué comete la torpeza de sacudir su autoridad, al contrario del hombre sabio, que desearía siempre acompañarse de quien es más perfecto que él.

…que los hombres prudentes deben afligirse de la muerte, y ante ella regocijarse los tontos.

… un varón que realmente haya pasado la vida en el estudio de la filosofía debe tener valor ante la muerte y esperanza de encontrar en ultratumba bienes infinitos cuando haya cesado de vivir. Los hombres parecen ignorar que el verdadero filósofo no se ocupa durante el curso de su existencia sino en aprender a morir.

… el cuerpo no nos permite llegar a la sabiduría. Las guerras, las sediciones y las batallas no tienen su fuente sino en el cuerpo y sus pasiones. Todas las guerras nacen sólo del deseo de riquezas por el cuerpo, esclavizándonos a su servicio, y por él, y por todas estas razones, no nos es dado vacar para entregarnos a la pesquisa de la sabiduría. Y lo peor de todo es que si llegamos a separárnosle y a tener para ello algún descanso y a la filosofía nos entregamos, en la meditación estamos cuando interviniendo de nuevo nos turba, nos embaraza y nos confunde completamente, al punto de no sernos posible la percepción de la verdad. Se ha demostrado ya que si jamás hemos de saber algo con exactitud, debemos apartarnos d el, y contemplar las cosas con el alma sola: entonces cuando obtendremos el objeto de nuestros deseos, a saber, la sabiduría, esto es, como lo indica la razón, después de la muerte y no durante el curso de la vida.

… templanza, esto es, el no dejarse uno arrastrar de las pasiones, sino mirarlas con desdén y mantenerse con moderación.

Cebes dijo… de que una vez separada del cuerpo siga existiendo en parte alguna, y creen mas bien que el mismo día en que el hombre muere ella se destruye, disipa y desvanece como vapor o humo… el que después de la muerte sigue existiendo el alma, y tiene alguna acción y pensamiento.

… los filósofos verdaderos se abstienen de todos los deseos corporales, se contienen y no se abandonan a sus pasiones, sin temer ni a la ruina de su casa ni a la pobreza, como la mayoría de los hombres y los que viven apegados a las riquezas. No les preocupa la ignominia ni el oprobio como a los ambiciosos, que aman solo las dignidades y las riquezas.

¡Me creéis por ventura inferior a los cisnes en lo que respecta al presentimiento y la adivinación? Los cisnes, cuando sienten que s eles aproxima la muerte cantan más y más bello que nunca: tal es el gozo que experimentan al comprender que van a reunirse con el dios a quien sirven.

FEDRO (Sobre la Belleza)

Una relación enfermiza encuentra sui placer en un entero abandono a sus caprichos, mientras que todo lo que la vence o la contradice le es insoportable. De esta manera, el hombre enamorado vera con impaciencia a un superior o un igual en el objeto de su pasión, y trabajara sin descanso para rebajarle y colocarle por debajo de su propio nivel. Pero el ignorante es inferior al sabio, el cobarde al hombre valeroso, el que no sabe hablar al orador brillante y fácil, aquel cuya inteligencia es tarda al hombre que tiene brillante. Esos defectos, y otros más, regocijan al amante si llega a encontrarlos en el objeto de su amor. Pero sobre todo será celoso. Prohibirá a l que el ama toda clase de relación que pueda perfeccionarle y hacerle mas hombre.

Finalmente, se esforzara en todo y por todo en mantenerle en la ignorancia, con objeto de forzarle a que sus ojos no se dirijan mas que hacia el; tanto, que el objeto de su amor le será tanto mas agradable cuanto mayor daño se haga a si mismo.

Debemos examinar ahora en que puede ser útiles o nocivas la sociedad e influencia de un amante, no ya al alma o al cuerpo, sino a los bienes del objeto amado. Claro es para todo el mundo, y sobre todo para el mismo amante, que nada le interesa tanto como ver al que el ama privado de lo que más precioso posee, de lo más querido y sagrado. Con gusto vera la perdida de su padre, su madre, sus parientes, sus amigos, a quienes considera como censores y obstáculos a su dulce comercio. Si ese joven posee grandes bienes en dinero o en tierras, sabe que le seducirá con menor facilidad y no le hallara tan dócil después de haberle seducido. La fortuna de aquel a quien ama le incomoda, y se alegrara de su ruina. Finalmente, deseara verle el mayor tiempo posible sin mujer, sin hijos, sin hogar, para aplazar el momento en que cese de gozar de sus favores.

Si es viejo, perseguirá a uno más joven que el, y no querrá dejarle ni de día ni de noche; una pasión irresistible, una especie de furor le arrastrará hacia aquel cuya presencia encanta sin cesar su vista, su oído, el taco, y todos los sentidos, y encuentra un gran placer en servirle sin tregua.

Aquel que se proponga, pues, abordar el arte oratoria deberá, ante todo, haber establecido metódicamente esta distinción y haber aprendido a reconocer en sus propios caracteres las cosas sobre las que el pensamiento de la multitud es naturalmente impreciso y aquellas otras sobre las cuales no hay dudas posible.

Que la verdad nada tiene que hacer cuando se trata de lo justo y lo bueno, de los negocios y de los hombres, que deben a la naturaleza y a su educación el ser como son; que hay que prescindir de ella si se quiere ser un orador hábil; que después de todo, e los tribunales, mas que la verdad, puede lo convincente; que para halar con arte ha de aplicarse mas a lo verosímil; que hay casos en los que necesariamente debemos guardarnos de exponer los hechos tales como ocurrieron, si lo verdadero cesa debe ser inverosímil, para presentarlos de manera plausible, ya en la acusación, ya en la defensa; que, en una palabra, el orador no debe preocuparse mas que de la apariencia, sin cuidarse en absoluto de la realidad; es lo verosímil, presente a lo largo de todo el discurso, lo que constituye todo el arte.

… pero mas noble aun es ocuparse seriamente y con ayuda de la dialéctica, cuando se tiene un alma apropiada, en sembrar y plantar en ella discursos acompañados de saber, capaces de defenderse por si mismos y al que los ha sembrado, y que en vez de permanecer estriles, germinen y engendren en otros corazones otros discursos que procuren siempre de manera imperecedera al que los posee la más lata felicidad posible para un hombre.

BANQUETE (Sobre el Amor)

Solo a los amantes le viene de voluntad morir por otros y les sale de voluntad a los hombres y les sale de voluntad aún a las mujeres mismas.

Que el amores, entre los dioses, el mas antiguo, el más venerable, el señor de los Señores, en cuyas manos se encierran, para los hombres vivos, para los hombres idos, toda posesión de virtud y de bienaventuranza.

Toda acción hecha nada mas que por hacerla no es de suyo ni bella ni fea-como no es ni una cosa no otra lo qe ahora estamos haciendo: beber o cantar o dialogar, que de estas cosas ninguna es bella por si-; únicamente por la manera como se haga podrá sobrevenirle lo uno o lo otro, y así lo hecho por hermosa y recta manera nace bello, y lo hecho por incorrecta manera nace feo. Parecidamente: no todo amar ni todo Amor es bello y digno de encomio, sino tan solo el Amor que impele a a mar de manera bella.

Y entre estos demonios, que son muchos y de todas clases, uno es el amor.

¿Quiénes son su padre y su madre?, le pregunté.

Cosa larga de contra, me respondió; no obstante, te la diré. El día que nació Venus hicieron los dioses un gran festín; entre los dioses se hallaba Expedito, el hijo de Inventiva. Terminado el banquete, y al olor de los majares, vino Apurada a pedir limosna y se puso junto a una puerta. En estas, expedito, borracho de néctar, que vino aun no lo había, salió y se fue a la glorieta de Júpiter y de allí, de pesadez, se durmió: Entonces sus propios aprietos propusieron a Apurada la trampa de que se hiciese dar un hijo de Expedito; yogó, pues, con el y concibió al Amor. Por lo cual le viene a Amor de nacimiento ser del sequito y formar en el cortejo de Venus, puesto que fue engendrado el día de su natalicio; y así, porque Venus es bella, le esta natural a Amor ser amante de lo bello.

MENON (Sobre la virtud)

Y que solo hay dos cosas que dirigen bien la opinión verdadera y la ciencia, con cuyo auxilio el hombre se conduce adecuadamente. Porque lo que hace el azar no es efecto de una dirección humana, y solo estas dos cosas, opinión verdadera y ciencia, dirigen al hombre hacia lo recto.

Parece resultar de nuestro razonamiento; Menón, que la virtud se presenta como un don divino en aquellos que la poseen. ¿Qué hay de cierto en esto? No lo sabremos con seguridad hasta que, antes de averiguar de donde le viene al hombre la virtud, no nos dedicamos a inquirir lo que la virtud es en sí misma.

No hay comentarios:

Publicar un comentario