Los chinos se encuentran entre los grupos de gente sin historia en la República
Dominicana. Muy poca gente sabe de dónde vinieron los primeros chinos que se
establecieron en el país a finales del siglo 19 y durante la primera mitad del
siglo 20.
Los chinos se hicieron visibles desde el principio y algunos alcanzaron
rápida notoriedad en varias ciudades dominicanas como dueños de lavanderías y
restaurantes, y como comerciantes de tejidos, alimentos y bebidas.
La inmigración de chinos fue un fenómeno bastante extendido en muchos
países de América Latina en Norteamérica y Australia. En estados Unidos, por
ejemplo, hubo compañías mineras y ferrocarrileras que contrataron miles de
trabajadores chinos a mediados del siglo 19 para suplir la falta de mano de
obra en California y otros estados del oeste norteamericano.
Muchos “culíes” chinos no sobrevivían a las duras condiciones de vida de
las minas y las canteras. Pese a ello, los chinos siguieron emigrando a los
Estados Unidos para escapar de la extrema pobreza de sus provincias de origen.
Una larga historia de opresión y miseria condujo a muchos habitantes de
China a refugiarse en el opio creando un vasto mercado para esta droga que los
británicos se apresuraron a abastecer desde la India. Las llamadas Guerras del
Opio de 1839-42 y 856-60 debilitaron económicamente a China y agravaron las
condiciones sociales de sus meridionales.
Previamente a estas guerras, dos de esas provincias (Fukien y Kwantung)
tenían una larga tradición migratoria pues descargaban sus excedentes
demográficos en las islas circunvecinas, incluyendo Taiwan, y en los países de
la antigua Indochina y el sudeste del Asia, la Península Malaya y los
archipiélagos de Java y Filipinas.
El deterioro de las provincias meridionales de China coincidido con una grave
crisis de mano de obra de Cuba y las Antillas británicas. En el Caribe
británico esta crisis fue acelerada por la abolición de la esclavitud en 1838.
En Cuba, la falta de mano de obra se debió a la expansión de la producción
azucarera mientras la marina de guerra británica obstaculizaba el tráfico de
esclavos desde África.
Tanto Cuba como el Caribe británica los dueños de ingenios se vieron
precisadas a buscar trabajadores “libres” para cortar la caña y muchos
recurrieron a la importación de culíes de la india y de China. El mismo
gobierno británico abrió oficinas en Asia para asistir a los dueños de
plantaciones en la contratación de trabajadores hindúes y chinos para laborar
por un mínimo de cinco años en los campos de caña de las Antillas y Guyana.
El tráfico de indúes contratadas comenzó casi tan pronto como fue abolida
la esclavitud en 1838. En Cuba el tráfico de chinos comenzó varios años
después, siendo organizado por las mismas compañías negreras que abastecían esa
isla de esclavos africanos.
Sin embargo, algunos chinos se quedaron viviendo en Cuba y de allí pasaron
a otros países, incluyendo la República Dominicana, en donde se establecieron
como hombres libres. La expresión “hombres libres” no es gratuita pues casi el
100 por ciento de los chinos que emigraron temporalmente a las Antillas fueron
individuos del sexo masculino.
Las noticias de la República Dominicana como una sociedad menos opresiva que la cubana para los trabajadores asiáticos atrajeron algunas familias chinas eran procedentes de las regiones circundantes de las ciudades de Cantón, Macao y Hong Kong, en el sudeste de China.
La actual inmigración de chinos que
está enriqueciendo étnicamente la República Dominicana procede mayormente de
esas mismas regiones. Esta nueva olead migratoria tiene otras causas y otras
características. A diferencia de las anteriores migraciones, este movimiento de
chinos llegados recientemente es mejor conocido y tal vez sea útil comenzar a
estudiarlo desde ahora para que estas familias no se queden, como las otras,
como gente sin historia.
RUMBO. Año I No 26. 1994. Santo Domingo.
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