sábado, 28 de marzo de 2020

LA PRIMERA PROMOCION DEL POLITECNICO (13 JUNIO 1958). José Luis Sáez S.J



Al completar sus primeros seis años de labor, y al tiempo que estrenaba el esperado salón de actos, el Politécnico celebró la primera graduación colectiva de los diecinueve primeros peritos de su historia. Se trataba de siete peritos agrónomos y doce peritos industriales, es decir, seis en Motores Diesel, dos en radio y televisión, uno en electricidad, dos en fundición y uno en automovilismo.

Un ambicioso programa, que se utilizaría ese mismo día como despliegue publicitario en la prensa matutina, con la extraña mezcla que arrojan la piedad y el patriotismo primitivo, trataba de convencer que la ceremonia de Mayo de 1956 era sólo el botón de muestra y que, a pesar de las objeciones, el Politécnico era una empresa rentable.

Después de asistir en la recién inaugurada capilla del Politécnico, a una misa en la que predicó el rector P. Ramón calvo, y de establecerse oficialmente la primera asociación de antiguos alumnos como seria costumbre a partir de entonces, los graduandos desfilaron aquella noche hasta el nuevo auditorio mayor, acompañados de sus madrinas, para asistir a la ceremonia de graduación. En presencia del Nuncio Mons. Salvatore Siino y las autoridades locales, hablaron los graduados Néstor Julio Chevalier, entonces jefe del departamento Diesel, y el subjefe del mismo, Benjamín Tejeda Rijo, a nombre de los alumnos de las Fuerza Armadas.

Como se destacaba ya en la Memoria publicada un año antes, el 66.6% de los graduados trabajaban ya al llegar a su cuarto año, en empresas o entidades públicas, mientras el 33.3% lo hacía en empresas privadas, exceptuando el caso de tres que se desempeñaban como jefes de los talleres en la misma escuela.

Aunque no faltaron los elogios a san Ignacio o a la Compañía de Jesús, la mayor parte delos oradores prefirieron alabar el acierto del gobernante que había fundado el instituto. De igual manera, el P. Calvo despedía así a los primeros peritos.

“Al veros marchar como hombres perfectamente capacitados para la vida por vuestra preparación moral y por vuestra  formación técnica, sentimos la íntima satisfacción de haber conseguido los ideales de nuestro egregio Fundador: preparar para la vida, para engrandecer la nación dominicana, jóvenes llenos de ilusión y de esfuerzos anhelosos de contribuir con todo cuanto son y tienen, al progreso de la Nación en los órdenes de la técnica y de la agricultura”.

Al día siguiente, y en el estilo típico de la época, el editorial de El Caribe reconocía que después de varios años de disciplina intelectual “la primera cosecha de politécnicos es una gozosa realidad que alivia la impaciencia con que la República Dominicana aguarda la hora en que los campos, fábricas, talleres y laboratorios del país fundan, en un crisol netamente nacional, el patriotismo y la ciencia de sus futuras generaciones en el Politécnico. Con motivo de un mensaje a la nación (24 de octubre 1958), y refiriéndose al auge de la educación dominicana, el gobernante destacaba la labor que realizaban los jesuitas”.

Cuatro meses después, el mismo Trujillo alababa en público la labor de los jesuitas, “que, sin descuidar la de índole científica, cumple un alto fin patriótico, ético y social, preparando al estudiante en la práctica de deberes cuya desatención constituye un vació imperdonable por los males que suele acarrear a individuos y pueblos”.

GRADUANDOS

Abelardo A. Liriano, Antonio Ruiz Grullón, Benjamín Tejeda Rijo, Carlos A. Rivas, César Sandino de Jesús (que ocuparía cargos los cargos de presidente del Instituto Nacional de Algodón, secretario de Estado de agricultura y director del Instituto Agrario Dominicano IAD), Filiberto Bernard Minaya, Germán Genao López, Guarionex Molina Govell, Héctor Cambero peralta, José C. Rodríguez, Juan Gómez Peña, Lorenzo Fermín Acosta, Mario H carrasco, Nestor J. Chevalier, Nivíades Bernard Minaya, Rafael Martes Moquete, Ramón M. Mella, Ramón M. Mella, Ramón Rodríguez Rib y Sergio A. Espinal.